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Investigación docente

Un nuevo concepto de realidad debe ser tenido en cuenta, atrás quedó el mundo lineal propuesto por Newton. Se debe refefinir el papel de la investigación formativa en el nuevo paradigma educacional.

Octubre 13, 2015

Autor:
Victoria Kairuz Márquez Socióloga

Universidad Nacional de Colombia. 
Magíster Ciencias de la Educación Universidad de Toulouse. 
Directora de Investigaciones de la Universidad de Ibagué.
[email protected]

Resúmen

Los contundentes hechos científicos, tecnológicos, políticos, culturales que han acaecido en los últimos años, son las razones por las cuales el mundo 2007 es muy distinto al mundo 1990 y 1994… No hablamos de fenó- menos. Desde hace ya rato, no aceptamos solamente el mundo lineal que nos enseñó la física de Newton, ese mundo acabado, en perfecto orden, que funcionaba “como un relojito”. Vivimos un nuevo concepto de realidad. El presente artículo plantea una reflexión en torno al importante papel que asume la investigación formativa en el nuevo paradigma educacional.

2007 es el año de García Márquez: sus 80 años de edad, los cuarenta de su novela “Cien Años de Soledad”, y los 25 de su premio Nobel de Literatura. Y por ello, es inevitable caer en la tentación de evocar sus textos que fluyen en los medios de comunicación, en las ferias del libro, en los homenajes, en los actos culturales. Gabo educador, es una faceta poco conocida del Nobel. El profesor Miguel Martínez Miguélez, recordando a Gabriel García Márquez en su paso por Caracas en 1990, dio unas declaraciones al diario El Nacional, que se recogieron bajo el título “Prefacio para un Nuevo Milenio”, afirma “Muchas cosas que hoy son verdad, no lo serán mañana. Quizás la lógica formal quede degradada a un método escolar para que los niños entiendan cómo era la antigua y abolida costumbre de equivocarse”.

En otros apartes de este famoso y nunca bien atendido Informe -que hay que seguir leyendo necesariamente- se afirma que, para que Colombia entre a formar parte del mundo globalizado con posibilidades de desempeñar un papel airoso, es necesario que la ciencia y la tecnología dejen de ser cuerpos extraños y sean apropiados por la sociedad. Lo que equivale a decir “que la ciencia, la tecnología y la innovación se conviertan en parte de la canasta social”.

Con el Informe de la “Misión de sabios”, coincide la expedición en Colombia de la Ley 115 de 1994 , en cuyo artículo 5° se establece como uno de los fines de la educación: “El pleno desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que le imponen los derechos de los demás y el orden jurídico, dentro de un proceso de formación integral, física, psíquica, intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica y demás valores humanos.” La misma Ley promulga: “Los establecimientos educativos incorporarán en el PEI acciones pedagó- gicas para favorecer el desarrollo equilibrado y armónico de las habilidades de los educandos, en especial las capacidades para la toma de decisiones, la adquisición de criterios, el trabajo en equipo, la administración efi- ciente del tiempo, la asunción de responsabilidades, la solución de conflictos y problemas y las habilidades para la comunicación, la negociación y la participación.”

¿Y de qué nos están hablando el novelista y la Ley con tanto acento? Nos están hablando de investigación formativa. Porque todas estas “virtudes” tan apetecidas para el ser humano de nuestros tiempos, no afloran a manera de milagro sobrenatural, ni siquiera natural. Es menester la acción deliberada, constante, franca e ilustrada de la educación como institución socializadora, de la familia, de los establecimientos educativos como agentes formales reconocidos y por supuesto, de los maestros. Se trata del deber ético de enseñar y ofrecer a los colombianos, desde la infancia, todas las facilidades para que puedan ser ciudadanos del mundo, autónomos, responsables, capaces de interrogar, de dudar, de cuestionar, de debatir, de conocer, de crear en beneficio social, todo ello en el marco de unos valores éticos y cívicos. Y esa acción deliberada es la investigación que “da forma”, es decir, la investigación formativa. No cabe duda pues, que los ingredientes básicos de esta acción pedagógica (la investigación formativa entendida como un problema pedagógico) son la libertad para hacer preguntas unida al deseo auténtico de responderlas y al estímulo para lograrlo. Si falta uno de ellos, la ecuación no se resuelve jamás.

La noción de investigación formativa aparece en la agenda de la educación en Colombia, de manera ofi- cial, hacia mediados de los años noventa, cuando el Consejo Nacional de Acreditación –CNA- lo incorporó como aspecto para considerar a la hora de evaluar o autoevaluar en la instituciones de educación superior. Entiende el CNA como investigación formativa, aquella que se hace entre estudiantes y docentes, en el proceso de desarrollo del currículo de un programa y que es propio de la dinámica de la relación con el conocimiento que debe existir en todos los procesos académicos tanto en el aprendizaje, por parte de los alumnos, como en la renovación de la práctica pedagógica por parte de los docentes. Para unos, equivale a investigación exploratoria; para otros, alude a la formación en y para la investigación. Finalmente, otros la asocian con la investigación-acción o con la investigación realizada para aplicar sus hallazgos sobre la marcha, para mejorar los programas mientras son o están siendo desarrollados, para servir como medio de reflexión y aprendizaje sobre los programas y sus usuarios.

Sin embargo, hay que decir que existen diversas formas de abordar el concepto de investigación formativa. Recientes foros organizados conjuntamente por la Universidad de Ibagué y la Universidad del Tolima, dejaron ver estas diferentes aproximaciones. Algunos definen la investigación formativa por el lugar donde se realiza, o desde donde se generan las actividades investigativas que contempla un currículo. Así, equivale a lo que se denomina investigación en el aula, también llamada “investigación subjetivamente útil”, para diferenciarla de la investigación denominada investigación “en sentido estricto”, más asociada a la producción de los grupos de investigación. Para otros, sigue siendo la enseñanza de la metodología de la investigación, o “metodolatría”. Bernardo Restrepo describe diferentes acepciones de investigación formativa. La primera, se asocia con investigación exploratoria; la segunda se refiere a la formación en y para la investigación, “a través de actividades que no hacen parte necesariamente de un proyecto concreto de investigación. Su intención es familiarizar con la investigación, con su naturaleza como búsqueda, con sus fases y funcionamiento. Es el concepto que asume el Consejo Nacional de Acreditación en sus publicaciones sobre evaluación y acreditación (CNA, 1998).”; finalmente, otra acepción relaciona investigación formativa con investigación para la transformación en la acción o práctica. 

Con todo, sí hay entendimientos comunes en el sentido que la investigación formativa es un proceso que conduce al conocimiento subjetivamente útil y pertinente. Pertinente puesto que es un importante “medio de formación de los actores que la sociedad reclama para trabajar la generación de conocimientos y sus distintas III Simposio de Investigación docente, Gimnasio Campestre. 2007 38 El Astrolabio aplicaciones, según las profesiones. La investigación formativa crea espacios para las prácticas, familiariza con métodos y técnicas, sirve de laboratorio, de ensayo y experimentación para promover a aquellos docentes y estudiantes que se dedicarán a la investigación en sentido estricto e integrarán los grupos de investigación. Allí donde hay buena y variada investigación formativa hoy, florecerá mañana la investigación científica productiva”.

También hay acuerdo en la necesidad de estimular el placer por el conocimiento. La investigación formativa puede contribuir a que se aprenda a “experimentar muy conscientemente el placer de saber más, placer que es suficiente como premio al esfuerzo”. Ese placer de saber más, ese disfrute del conocimiento, del descubrimiento, es lo que permite que las personas y, en especial los jóvenes en formación, se acerquen al conocimiento sin complejos, y por ese camino, acrecienten su autoestima. De igual manera, el premio al esfuerzo es ni más ni menos la posibilidad de sobrevivir, de crecer en un mundo vertiginosamente cambiante, y de cambiar su entorno.  

Los contundentes hechos científicos, tecnológicos, políticos, culturales que han acaecido en los tres lustros posteriores a las exhortaciones de los escritores y sabios y de la legislación citada, son las razones por las cuales el mundo 2007 es muy distinto al mundo 1990 y 1994… No hablamos de fenómenos. Desde hace ya rato, no aceptamos solamente el mundo lineal que nos enseñó la física de Newton, ese mundo acabado, en perfecto orden, que funcionaba “como un relojito”. Vivimos un nuevo concepto de realidad. Una realidad en la cual nuestro universo cambia segundo a segundo. Carmen Alicia Martínez (2006), citando a Brunner, menciona que el conocimiento de base disciplinaria, publicado y registrado internacionalmente, había demorado 1.750 años en duplicarse, por primera vez, contando desde el comienzo de la era cristiana, para luego volver a doblar su volumen, sucesivamente, en 150 años, en 50 años y ahora, en 5 años. Se estima que hacia el año 2020, el conocimiento se duplicará cada 73 días. El acelerado desarrollo científico y tecnológico se refleja en muchas facetas de la vida social: el crecimiento exponencial de nuevas teorías, el surgimiento de novedosas formas de relacionarse y de asociarse los seres humanos, nuevos instrumentos y herramientas, nuevas maneras de relación con el medio ambiente, nuevas relaciones de producción, nuevos lenguajes entre las personas y entre estas y las máquinas, más y más sofisticadas tecnologías, en fin, las sociedades todas en un frenético movimiento y cambio.

Los físicos han dado en nombrar esta realidad frenética como el “principio de la incertidumbre”, -algunos, los científicos sociales, lo llaman el “caos”-, que no es otra cosa, que el reconocimiento de que el mundo no está en el orden imaginado, sino lleno de imperfecciones, desequilibrios y desorden, en la búsqueda de un metaorden u orden superior, que debe ser construido por toda la humanidad. Una especie de visión holística de la acción humana que la empuja a generar conocimiento, más y más acelerado. La creatividad de los seres humanos se pone a prueba en esta búsqueda de nuevos equilibrios, nuevos órdenes, nuevas síntesis.

Así las cosas, se impone una actitud de la institución educativa y de los educadores, de reconocimiento y aceptación de esa realidad cambiante. Una disposición auténtica a considerar nuevas cosmovisiones diferentes de las propias, nuevas teorías como verdaderas; otras verdades, que los estudiantes tienen todo el derecho de buscar y de encontrar. 

La humildad que se propone no consiste en inclinar la cabeza y aceptarlo todo con santa resignación. Se trata de otra humildad, entendida como tener absoluta conciencia de la realidad. De esa realidad cambiante que implica la convicción de que las cosas no se pueden seguir haciendo “como siempre lo hemos hecho y nos han salido bien”. La convicción de estar en lo cierto, debe acompañarse de la convicción de que otros también pueden estar en lo cierto. “Aunque” sean niñas, niños, jóvenes, -dotados de una facilidad y una sensibilidad especial para captar los signos que marcan los cambios de su tiempo- no obstante, ser “inexpertos”, pertenecer a otras formaciones disciplinares, a otras ideologías, a otras epistemologías necesarias para ver, describir, interpretar, comprender, aprender y cambiar. Es una noción de humildad activa, proactiva, más entusiasta, más optimista, más plural, de mayor alcance. Una humildad docente.  

Sin duda los resultados serán asombrosamente mejores.

Bibliografía

Restrepo, B. “Conceptos y Aplicaciones de la Investigación Formativa, y Criterios para Evaluar la Investigación científica en sentido estricto”. www.cna.gov.co. Documentos Consejo Nacional de Acreditación, CNA. S.F.
Cuadernos Pedagógicos No. 14. “Maestro investigador”, Escuela Investigadora e Investigación de aula. Universidad de Antioquia: Medellín. (1999).
Hernández, A. “Investigación e Investigación formativa”. Notas Universitarias. Serie CEDIP. Universidad de Ibagué. 2006
Unesco. World Conference on Science for the Twenty First Century: A new Commitment. Budapest: UNESCO.1999.
Martínez, M. “La excelencia en la docencia universitaria de hoy”. POLIS, Revista de la Universidad Bolivariana. Santiago. Año 1 No. 1.
Martínez, C.A. “La investigación del profesor universitario: Investigación formativa o investigación científica?. Una mirada desde la didáctica de las Ciencias”. Foro de Investigación Formativa. Universidad de Ibagué. Mayo de 2006. 

*Este documento fue tomado de www.revistaelastrolabio.com

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