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Música y cerebro

La música en la educación, herramienta fundamental para la formación integral.

 

Enero 4, 2016

Autores

Mauricio Giordanelli R.
Director departamento de música
[email protected]

 

Resumen

Tradicionalmente en la educación se han jerarquizado las materias según su aplicación al mundo laboral (Robinson, 2006). En Colombia, esto se ha hecho con el fin de promover una “formación técnica para la consolidación de la industria nacional” (Bastidas, 2009). Con frecuencia esto resulta en el descuido de las áreas artísticas, entre ellas la música (Restrepo, 2004). Investigaciones recientes indican que esto es un error debido a la fuerte correlación que existe entre el entrenamiento formal en música y la excelencia académica, un menor índice de abuso de sustancias, un incremento medible del coeficiente intelectual en estudiantes y el desarrollo de nuevas conexiones neuronales en el cerebro, (Hallam, 2001, Altenmüller y Gruhn, 2002; Delisio, 2007, Hobson, 2009) lo que llevaría a concluir que la formación musical es fundamental para nuestros jóvenes.

“La participación en actividades musicales puede ayudar a los niños a optimizar su potencial al mejorar sus habilidades en una variedad de aéreas esenciales de aprendizaje —tales como razonamiento y resolución de problemas, matemáticas y lenguaje, pensamiento lateral y memoria, administración del tiempo y elocuencia, habilidades sociales y de trabajo en equipo— eso sin mencionar el impacto que la música puede tener para transformar la vida de un niño” David Hobson (2009, p.49)

Introducción

Los resultados de las investigaciones son claros: el entrenamiento musical tiene una relación directa con los resultados generales de los estudiantes en todas las áreas. Investigaciones recientes han arrojado resultados en los que se encuentra una correlación fuerte entre el entrenamiento musical formal de los estudiantes y la presencia de varios factores positivos en la vida de los estudiantes entre los que se cuentan, un mejor desempeño académico, desarrollo de habilidades de razonamiento espacial y matemático, un índice menor de abuso de sustancias psicoactivas, mayor autonomía y disciplina, reorganización de las conexiones neuronales aumentando las conexiones entre los dos hemisferios del cerebro y la plasticidad cerebral, potenciando el aprendizaje de habilidades que normalmente consideraríamos propias de otras áreas tales como el lenguaje y las matemáticas, mejores resultados en pruebas que miden el coe-ficiente intelectual (CI o IQ por sus siglas en inglés) y mayor retención, entre otros (Altenmüller y Gruhn, 2002; Asmus, 2005; Children’sMusicWorkshop, 2006b y 2006d; Hallam, 2001; Hancock1996, citado por Lake, 2002; Hobson, 2009; Hsu, 2009; Luehrsen citado por Delisio, 2007; Henderson, 2007; Merrell, 2004; Olson, 1996; Georgetown University Medical Center, 2007). En el presente artículo se exponen algunos de los beneficios de la formación musical que estas investigaciones han relacionado con el desarrollo intelectual, social y personal de los estudiantes.

Perspectiva histórica

En la antigüedad la música fue considerada parte fundamental de la formación de los jóvenes. En las escuelas pitagóricas la música hacía parte del núcleo de las materias en las que los estudiantes debían ejercitarse, estrechamente ligada al estudio de las matemáticas y las ciencias. En la antigua Grecia los pitagóricos fueron considerados expertos en el estudio de las relaciones armónicas —las proporciones musicales— y en las matemáticas (Coronas, 2000; de Guzmán, 2000; Lockhart, 2007). Aristóteles afirmó que “la música tiene el poder de producir un cierto efecto en el carácter moral del espíritu y si tiene el poder de hacer esto, es claro que a los jóvenes se les debe dirigir hacia la música y deben ser educados en ella” (citado por Henderson, 2007); también planteó este interrogante: “¿Qué es realmente la música dentro de la triple atribución que se le concede de ciencia, juego o simple pasatiempo? Podría dudarse entre ellos, porque la música posee los tres.” (citado en La educación musical, s.f.). Por su parte Platón consideraba a la música “un instrumento más potente que cualquier otro para la educación” (citado por Children’s MusicWorkshop, 2006a). 

En la antigua China Confucio consideraba que no se podía ser educado sin aprender música y la ubicaba como la segunda en importancia entre las seis artes esenciales en las que se debía educar a los jóvenes que eran “ceremonias, música, tiro con arco, conducción de carros, escritura y matemáticas” (Yue, 2008), organizadas de mayor a menor importancia.

En los primeros siglos de la era moderna la música mantuvo su posición como área de estudio esencial en la formación de los jóvenes. Boecio en su libro De institutione musica escrito hacia el año 520 (citado por Whitwell, s.f.b) afirmaba que entre las artes liberales la música es la única que tiene influencia sobre el desarrollo moral de las personas y que escucharla cambia el cerebro del oyente, como lo ilustran las citas que ofrece Whitwell: “existen cuatro disciplinas matemáticas [aritmética, música, geometría y astronomía], las otras tres comparten con la música la labor de buscar la verdad, pero la música no está relacionada únicamente con la especulación sino también con la moralidad” y “ningún camino hacia la mente está tan abierto a la enseñanza como el sentido de la audición. De modo tal que cuando los ritmos y modos alcanzan al intelecto por medio del oído sin duda afectan y reforman tal mente según su carácter particular.” Boecio estableció el Quadrivium, conjunto de las cuatro artes matemáticas, como el núcleo de la educación que serviría como guía para la formación de los jóvenes europeos por siglos. Roger Bacon, siglos más tarde, afirmó que la comprensión adecuada de la gramática y el desarrollo de la lógica dependen de la formación musical (Whitwell, s.f.a).

La importancia de la música en la educación general fue reconocida, en el siglo XVI por el filósofo francés Marin Mersenne, citado en El arte instrumental en el siglo XVI y comienzos del XVII (2010), quien decía sobre los intérpretes del laúd que “un laudista tendrá éxito en cualquier cosa cuando toca su instrumento. Será capaz por ejemplo, de representar las dos medidas geométricas, la duplicación del cubo, la cuadratura del círculo, la proporción del movimiento de las estrellas y la velocidad de los cuerpos que caen”. Robert de Visée, laudista de la corte de Luis XIV decía del Rey Sol que sus manos tenían “la misma destreza para tocar la guitarra que para darle al ejército la orden de combatir” (citado en Segovia y Mendoza, 1979, p.50); el que el rey lo contratara para enseñarle a su hijo demuestra la importancia de la formación musical para la aristocracia de la época.

En el siglo XIX surgieron sistemas de educación pública masivos que buscaron responder a las necesidades del emergente mundo industrial. Al diseñar estos sistemas se organizaron jerarquías de las materias en las que las matemáticas y las ciencias ocupaban los primeros puestos, seguidos por las humanidades y por último las artes, esto significa que las materias más útiles para el trabajo están en la cima evitando materias relacionadas con oficios a los que no se buscaba que se dedicara el estudiante (Robinson, 2006). En Colombia se implementó el mismo sistema, privilegiando una “formación técnica para la consolidación de la industria nacional” (Bastidas, 2009).

El sistema educativo industrial sigue siendo el predominante en el mundo. A juicio del autor y otros educadores, este sistema es inadecuado para la formación integral del estudiante ya que con frecuencia se descuidan otras formas de creación humana llevando a que estudiantes con habilidades en áreas que no son las que el sistema busca fomentar sientan que no son buenos para nada (Robinson, 2006). Investigaciones recientes demuestran que estar involucrados en otro tipo de actividades puede aportar varios beneficios a los estudiantes, incluyendo potenciar su desarrollo intelectual y su comprensión de las materias privilegiadas por el sistema actual. 

Aportes de la práctica musical al aprendizaje y el desarrollo

“La música prepara al cerebro para formas elevadas de pensamiento”. Robert Lake (2002, párrafo 1)

Numerosos estudios demuestran que la práctica musical tiene un efecto positivo en el desarrollo de las habilidades intelectuales y sociales de los estudian-tes. Se ha demostrado que la música es esencial para formar el carácter, impacta el desarrollo moral y potencia el desarrollo de las habilidades intelectuales (Henderson, 2007; González, 2002; Children’ s MusicWorkshop, 2006a, 2006b, 2006c y 2006d; Yue, 2008; Lake, 2002). Gracias a la práctica musical las conexiones neuronales dentro del cerebro se reorganizan, aumentando las conexiones entre los dos hemisferios, la plasticidad del cerebro y potenciando el aprendizaje de habilidades que normalmente consideraríamos propias de otras áreas, tales como las matemáticas y el lenguaje (Altenmüller y Gruhn, 2002; Children’s Music Workshop, 2006b y 2006d; Hallam, 2001; Lake, 2002). Podemos afirmar que “sabemos que los estudiantes que reciben lecciones de música discriminan mejor el lenguaje que aquellos estudiantes que no toman música. Las investigaciones también demuestran que los estudiantes de segundaria que obtienen los mejores resultados son los estudiantes de música” (Luehrsen citado por Delisio, 2007, traducción del autor).

Los beneficios del uso de la música en el aula son muchos y aplican para todas las áreas. Se ha demostrado que su uso ayuda a estudiantes de bajo desempeño, que el entrenamiento en música mejora el aprendizaje de la lengua materna. Asi mismo que es una herramienta fundamental en el aprendizaje de una segunda lengua, potencia el desarrollo de la habilidad de leer y mejora considerablemente la comprensión del material leído, acelera el aprendizaje de varias habilidades matemáticas y mejora el razonamiento espacial de los estudiantes. Se ha encontrado una relación directa entre el estudio de la música y mejores resultados en pruebas que miden el Coeficiente Intelectual, además de estar relacionado con el desarrollo de habilidades sociales tales como mayor capacidad para el trabajo colaborativo, auto-regulación, persistencia, mayor concentración, responsabilidad, mejora de la memoria, entre otras (Altenmüller y Gruhn, 2002; Hallam, 2001; Henderson, 2007; Hsu, 2009; Lake, 2002; Merrell, 2004; Olson, 1996; Georgetown University Medical Center 2007). 

En un estudio se observaron dos grupos de estudiantes de preescolar. Un grupo recibió lecciones de piano y cantaba en clase todos los días. El otro grupo no realizó estas actividades. Después de tres meses el grupo de estudiantes musicales, de tres años de edad, obtuvo puntajes superiores por un 80% en pruebas de inteligencia espacial la habilidad de visualizar el mundo de forma correcta (Hancock, 1996, citado por Lake, 2002, traducción del autor).

Se ha demostrado que ciertas prácticas musicales ayudan a los estudiantes a perfeccionar su uso del lenguaje. Estudios sobre la regiones del cerebro que procesan la información musical demuestran que “el procesamiento de la música y del lenguaje en efecto dependen de los mismos sistemas en el cerebro” y “dos aspectos diferentes tanto de la música como del lenguaje dependen de los mismos dos sistemas de memoria en el cerebro” (Georgetown University Medical Center, 2007, traducción del autor), también que “el procesamiento sintáctico de la música activa centros del lenguaje en el cerebro” (Patel, 2003, traducción del autor). Es significativo que “el primer medio de comunicación de los infantes consiste de una serie de rangos de tonos” tanto como que “la conexión entre palabras, sentimiento, tono, estrés y acento es equivalente con la expresión musical” (Lake, 2002, traducción del autor)


l Dr. Daniel Levitin, autor del libro This is Your Brain on Music, protagonsita del programa The Musical Mind analizando imágenes del cerebro. Foto de Owen Egan encontrada en: www.furiacontralamaquina.com/blog/2010/07/07/this -is-your-brain-on-music

Podríamos afirmar que “una manera segura de acelerar el aprendizaje en las personas es con música. Las personas aprenden por medio de la música y sus cerebros crecen más rápido gracias a ella…Cuando se aplica la música de forma constructiva se observan efectos positivos en el aprendizaje de los niños y los ayuda en varias formas” (Olson, 1996, traducción del autor). Como se explicó arriba, al escuchar música se activan las mismas áreas del cerebro responsables de la comprensión del lenguaje (Georgetown University Medical Center, 2007); esto también es cierto para los centros encargados de la memoria (Hsu, 2009; Georgetown University Medical Center, 2007) y para las áreas del cerebro que se activan en el desarrollo de ciertos cálculos matemáticos (Altenmüller y Gruhn, 2002; Kells, s.f.). En el caso del aprendizaje de una segunda lengua, se ha determinado que el uso de la música es una herramienta poderosa en el proceso (Hallam, 2001; Merrell, 2004).

Se ha sugerido que los resultados académicos superiores observados en los estudiantes involucrados en actividades musicales pueden no estar relacionados con la actividad musical como tal; se han hecho estudios para determinar si ese es el caso. Se ha encontrado que efectivamente los estudiantes que participan en actividades musicales obtienen mejores resultados que aquellos que no, que faltar a clases para tomar lecciones de instrumento no afecta adversamente los resultados académicos y que los estudiantes de música obtienen mejores resultados en pruebas estandarizadas, asi como en pruebas de aptitud matemática y lenguaje. Específicamente se ha encontrado que la participación en actividades musicales es responsable del mejor desempeño de los estudiantes. Esto se ha determinado ofreciendo lecciones de música a estudiantes que no tenían entrenamiento previo y midiendo su desempeño después de un tiempo, con lo que se observó una mejoría en sus resultados académicos, particularmente en las áreas de lenguaje y matemáticas.

En Estados Unidos se ha identificado incluso una relación positiva entre el nivel de complejidad del repertorio de los conjuntos instrumentales y los resultados de sus miembros en pruebas de estado estandarizadas como el SAT (Hodges y O’Connell, 2005). Es necesario aclarar que hay estudios que no encontraron una correlación directa entre el desempeño académico y la actividad musical, pero al cotejar estos contra los estudios que si han encontrado dichas correlaciones los investigadores han postulado que es necesario tener en cuenta el tipo de actividad musical y las circunstancias en las que se generan los efectos positivos observados (Hodges y O’Connell, 2005). Esto es significativo ya que indica que para obtener los beneficios reportados es necesario escoger las actividades musicales que se le proponen al estudiante, analizando detalladamente cuáles son aquellas relacionadas con los resultados que se espera conseguir y considerando las diferentes variables culturales y personales que pueden facilitar la continua participación del estudiante en la actividad, lo cual podría afectar el desarrollo de las habilidades deseadas. 

Los avances en el estudio de la actividad cerebral que ofrece la tecnología médica moderna por medio de imágenes de resonancia magnética, la medición de la actividad eléctrica en el cerebro, y la tomografía axial computarizada han permitido un análisis de los efectos de la música sobre el cerebro que antes era imposible. Estos avances son los que han permitido identificar las áreas del cerebro que procesan el lenguaje, la música y las matemáticas que se mencionaron anteriormente. Con la información adquirida por estos medios se ha podido comprender mejor la manera en que “la participación activa en la música influencia otros aspectos del desarrollo” (Hallam, 2001, traducción del autor), corroborando siglos más tarde las ideas de Pitágoras, Platón, Boecio y Mersenne sobre los efectos de la educación musical en los jóvenes.

Cuando aprendemos algo nuevo se generan nuevas conexiones entre las neuronas del cerebro en un proceso conocido como sinaptogénesis; estas conexiones pueden volverse permanentes cuando la información es particularmente significativa. Si un circuito se activa con frecuencia este se puede volver más eficiente por medio de la mielinización, proceso por el cual los axones de las neuronas son cubiertos por una membrana que sirve de aislante (Hallam, 2001). Se ha demostrado que con la participación en actividades musicales a largo plazo estos circuitos se vuelven permanentes, el cerebro se reestructura logrando mayores conexiones entre los dos hemisferios y los diferentes centros cerebrales que se activan cuando procesamos la información musical, lo cual, como se vio anteriormente, incluye los centros de procesamiento de lenguaje, memoria, y razonamiento espacial, entre otros (Hallam, 2001; Altenmüller y Gruhn, 2002). Se ha observado que en los cerebros de las personas que participan enérgicamente en actividades musicales desde jóvenes y de forma constante estos procesos de sinaptogénesis y mielinización son a su vez más eficientes, lo que implica que sus procesos de aprendizaje son más veloces ya que sus cerebros se adaptan a aprendizajes nuevos más rápido que los de personas que no participan en actividades musicales (Altenmüller y Gruhn, 2002).

Esto permite afirmar, como lo hace Mary Luerhsen, Directora Ejecutiva de la International Foundation for Music Research que “no se podría encontrar un transmisor de habilidades y conocimientos más eficiente que un programa de música en el colegio” (citada por Delisio, 2007, traducción del autor).

Algunos de los estudios que se han hecho postulan una relación positiva entre ciertas actividades musicales y el desarrollo de habilidades concretas y aspectos específicos del desarrollo intelectual de los estudiantes (Altenmüller y Gruhn, 2002; Hallam, 2001; Henderson, 2007; Hodges y O’Connell, 2005; Hsu, 2009; Kells, s.f.; Lake, 2002; Merrel, 2004; Patel, 2003). Una de las implicaciones de estos estudios es que se debe incorporar la música en el aula de clases incluso en lecciones de otras materias. Otra implicación importante es que en la clase de música se deben enfatizar aquellas actividades que tengan mayor impacto sobre las habilidades que la institución busca desarrollar en sus estudiantes, para potenciar los procesos de desarrollo intelectual, personal, interpersonal y de aprendizaje de los estudiantes.

Conclusiones

La inclusión de la música como elemento fundamental en el currículo académico de los colegios parece indispensable a la luz de recientes investigaciones que han analizado su impacto sobre el desarrollo y la formación de los jóvenes. Podemos afirmar que complementando la formación académica convencional con formación musical dirigida, se pueden potenciar los resultados académicos e impactar positivamente sobre el desarrollo intelectual, personal y moral de los estudiantes con las actividades correctas y orientadas de manera apropiada. Para los educadores que tienen bajo su responsabilidad determinar la inclusión o no del estudio de la música en el currículo, la intensidad académica que esta debe llevar en el mismo y los contenidos musicales que se deben trabajar tanto en las clases de música como en las de otras materias, se hace indispensable el estudio de los aspectos de la formación musical que tienen correlaciones fuertes con las habilidades que buscan desarrollar en sus estudiantes y con un mejor desempeño en diferentes áreas para hacer énfasis en ellos.

Es importante que los profesores de música que trabajan en el contexto de la educación básica y media, quienes no están formando futuros músicos, reconsideren el papel que juegan en el desarrollo intelectual y académico de los estudiantes, a la luz del poder que la práctica musical tiene para potenciar el desarrollo de las competencias que requieren para optimizar su desempeño en los mundos laboral y académico del futuro. Si se reestructuran los programas de música teniendo en cuenta las relaciones que las investigaciones han encontrado entre ciertos contenidos técnicos y prácticos de la formación musical y el desarrollo de formas específicas de razonamiento, hábitos de trabajo, habilidades interpersonales, de autoregulación y de comunicación teniendo siempre en cuenta los objetivos finales de las instituciones en las que trabajan, su labor puede tener un impacto mayor sobre los estudiantes a largo plazo y contribuir considerablemente a mejorar su desempeño en todas las áreas, convirtiendo las lecciones de música en un engranaje fundamental del modelo pedagógico de la institución. Si se logra esto se obtendría un gran beneficio para la institución y los estudiantes con una inversión mínima. Al repensar la educación musical como un componente fundamental en la formación integral del estudiante, la música puede recuperar el lugar privilegiado que ocupó en la educación durante la mayor parte de la historia de Occidente.

Para lograr estos objetivos es necesario profundizar en el estudio de los efectos del entrenamiento musical en diferentes aspectos del desarrollo de los estudiantes analizando cuáles contenidos, actividades y habilidades musicales específicas están relacionadas con un mejor rendimiento académico y el desarrollo de habilidades de razonamiento, sociales, y personales concretas para hacer énfasis en éstas en los programas escolares de música. En artículos futuros se explorarán los resultados de investigaciones que han buscado establecer este tipo de relaciones entre actividades y prácticas musicales específicas y su impacto sobre diferentes aspectos del desarrollo de los estudiantes.

Lista de referencias

Este documento fue tomado de www.revistaelastrolabio.com

 


*Imagen principal: Sting, el famoso bajista de rock y jazz, participó en el programa The Musical Mind transmitido por National Geographic en el cual el Dr. Daniel Levitin analizó la actividad cerebral del artista mientras escuchaba diferentes estilos de música. tomada de blogs.jhunewsletter.com/?cat=6&paged=2

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