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¿Feliz día de la mujer?

No sé si sentirme feliz en este día, cuando parece que las mujeres sufren bastante el resto del año.

Marzo 8, 2016

Estamos bastante lejos de la llamada equidad de género. Las cifras de homicidios violentos a mujeres no bajan, la representación de las mujeres en organismos públicos no sube y el machismo persiste en todos los sectores de nuestra sociedad, como un fantasma desagradable imposible de expulsar.

Los feminicidios, por ejemplo, son constantemente ‘rebajados’ o ‘aminorados’ y casi siempre las pobres víctimas terminan siendo las encargadas de sus destinos fatídicos. El caso reciente de las dos turistas argentinas Marina Menegazzo y María José Coni, quienes fueron asesinadas en Ecuador de manera violenta revela un poco la verdad de la anterior premisa. En redes sociales, no hizo falta quienes insinuaran cómo era posible que las turistas “viajaran solas” o que “quién sabe en qué pasos andaban para terminar en esas”. El imaginario colectivo de la mujer como ente provocador sigue vigente para muchos y genera esta percepción distorsionada de culpa de la víctima, totalmente innecesaria en medio de circunstancias tan dolorosas.

Desde temprana edad, las mujeres se encuentran en desventaja y muchos elementos del lenguaje también contribuyen a que sea desigualdad esté incrustada en la mente de nuestros alumnos más pequeños. A los niños, la sociedad les exige esconder sus sentimientos y no ser unas ‘niñas’. No llorar, no protestar, no demostrar debilidad y no dejar que su virilidad se ponga jamás en duda. A las mujeres, se les inculca el ser obedientes, sumisas, tranquilas y no ‘molestar por bobadas’. Se les trata como entes emocionales, poco racionales y hasta menos inteligentes que sus pares masculinos. De los hombres se espera mucho, de las mujeres, casi nada.

Otros acontecimientos no contribuyen a mejorar el panorama. De acuerdo a Carlos Valdés, director del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en lo que va del año 16 mujeres han sido atacadas con ácido en el país[1]. Asimismo, preocupa también los altos índices de violencia contra la mujer en Colombia y cómo dichos ataques han aumentado su intensidad y diversificado las diferentes estrategias para ser cada vez más dañinos. El sistema de justicia no contribuye a que esta cifra sea menor. Según una noticia reciente del diario El Tiempo: “La probabilidad de que los asesinos de mujeres en Bogotá sean castigados es tan bajo que solo en 15 de cada 100 casos hay algún tipo de actuación judicial. De hecho, solo en el 3,6 por ciento de los procesos tramitados por la Fiscalía entre el 2010 y el 2015 hubo una sentencia condenatoria”[2]. Si no hay un castigo contundente a los victimarios, no existe razón para denunciar y muchos crímenes permanecen ocultos, sin ser siquiera enunciados por el miedo a una represalia mayor.

Las razones por las que este tipo de actitudes contra la mujer persisten son diversas y realizar un análisis exhaustivo de las mismas sería imposible en este espacio pequeño. Un informe reciente de la Unesco por ejemplo, denunciaba como ciertos textos escolares hacen que los estereotipos clásicos sexistas sean enseñados en las primeras etapas escolares.

Desde temprana edad, las mujeres se encuentran en desventaja y muchos elementos del lenguaje también contribuyen a que sea desigualdad esté incrustada en la mente de nuestros alumnos más pequeños. A los niños, la sociedad les exige esconder sus sentimientos y no ser unas ‘niñas’. No llorar, no protestar, no demostrar debilidad y no dejar que su virilidad se ponga jamás en duda. A las mujeres, se les inculca el ser obedientes, sumisas, tranquilas y no ‘molestar por bobadas’. Se les trata como entes emocionales, poco racionales y hasta menos inteligentes que sus pares masculinos. De los hombres se espera mucho, de las mujeres, casi nada.

De nuestros maestros, es responsabilidad no dejar que estos estereotipos se sigan prolongando generación tras generación. Aunque me gustaría decir que hemos avanzado en la igualdad de la mujer, aún falta un camino larguísimo por recorrer. Nuestros logros en esta área son opacados por el maltrato constante que vive la mujer y por la difícil meta de sobrevivir que esta conlleva.

Por lo pronto, quisiera olvidarme de las rosas y los chocolates en este día. No sé ustedes, pero yo siento que todavía no debemos cantar victoria y ‘celebrar’. Este 8 de marzo, debe ser un recordatorio de la ardua lucha que hemos llevado a cabo, de todo lo que nos falta por lograr y debe ser el pretexto perfecto para que los movimientos en pro de la mujer alcen más sus voces en contra de todas las vejaciones que siguen sufriendo muchas de sus congéneres. Con fortuna, llegará un día en que no necesitemos de este día para recordar nuestra lucha por la igualdad, porque hemos logrado las condiciones que necesitamos y merecemos.  

[1] www.eltiempo.com/estilo-de-vida/salud/violencia-contra-la-mujer/16530240

[2] www.eltiempo.com/multimedia/especiales/en-bogota-en-15-de-cada-100-casos-hay-actuacion-judicial/16530853

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Escrito por
Comunicadora social y periodista
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Carlos Enrique Sánchez Santamaria
Gran Maestro Premio Compartir 2011
Con el apoyo de las tecnologías logré que los estudiantes convirtieran el pasado de exclusión que vivió éste municipio lazareto en un pretexto para investigar, conocer la historia y conectarnos con el mundo.