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Inmersión cultural como práctica educativa

Reflexión sobre la importancia de promover procesos de inmersión cultural en jóvenes que les ayude a comprender realidades y contextos diferentes al propio.

Abril 26, 2015

Durante el reciente evento HacerLaPazEs llevado a cabo en Bogotá durante los días 20 y 21 de abril, David Dolev compartió en una de las charlas los propósitos y trayectoria del programa MISTI, el cual busca que estudiantes de MIT tengan una experiencia de inmersión cultural en temas asociados a ciencia y tecnología en 19 países posibles, que les permita comprender de cerca realidades, costumbres y maneras de ver el mundo. Se busca en últimas que la vivencia permita a los jóvenes universitarios desarrollar habilidades de liderazgo global basadas en el profundo entendimiento de las culturas.

Resulta de particular interés el reconocimiento que hace el programa sobre la necesidad de fomentar escenarios de empatía cultural que van más allá del aprendizaje de otro idioma o una visita a sitios turísticos. Se trata que en el periodo de tiempo de la inmersión (un par de semanas o meses) el estudiante mediante la participación en una práctica investigativa, un proyecto comunitario o actividades de enseñanza a otros, aprendan a “ponerse en los zapatos de otros”.

Ahora, cuando pienso en los principios que fundamentan el programa MISTI con referencia a Colombia, considero que en si mismo que el país es un “mundo”,  un conjunto de culturas con  idiosincrasias, costumbres y formas de asumir la vida muy particulares. Para ilustrar, no más basta traer a referencia los imaginarios y prácticas culturales tan diferentes que se tienen en la costa caribe, en la zona cafetera, en la costa pacífica, en los llanos orientales, en la amazonía o en los santanderes. El país no es un conjunto homogéneo culturalmente y por ello sería de suma pertinencia que en el proceso de formación nuestros jóvenes puedan tener experiencias de inmersión cultural entre las regiones.

Existen carreras que como la medicina que implican un tipo de inmersión cultural en el denominado año rural, pero debería ser en última una práctica que se promueva para diferentes carreras donde los jóvenes puedan ser participes de un proyecto en una región diferente a la que estudian o han vivido que les permita comprender las particularidades y realidades regionales.

Ahora, sería un reto poder no solo incentivar experiencias de intercambio cultural en educación superior, sino que desde la secundaría, los jóvenes puedan participar de proyectos y actividades comunitarias en otras regiones que les ayude a ampliar la perspectiva y les brinde mayores elementos para comprender la realidad.  En medio de un proceso de paz como el que vive Colombia, requerimos tener una entendimiento profundo por quienes somos, construir puentes y dejar de pensarnos sólo desde nuestros micro universos regionales para pasar a comprensiones más holísticas e integrales.

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Docente investigador y consultor en cultura del aprendizaje
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Ángel Yesid Torres Bohórquez
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