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Del conocimiento escaso a la cornucopia de la información

Crisis terminal de las universidades que supimos conseguir.

Julio 27, 2015

Hubo muchos siglos (para no decir milenios) durante los cuales la información fue muy escasa. Y así como la humanidad conformada por poco miles de humanos agrupados en bandas, bordeó la extinción en muchas oportunidades (Jean-Claude et al Carriere, 1999), lo mismo sucedió con numerosas culturas en las cuales la muerte del chamán o del brujo (o la quema de una biblioteca) suponía el fin de esa civilización.

Es conocida la historia de Domenico Scandella alias "Menocchio" quien fuera condenado a la hoguera en 1600 por haber profesado una cosmología herética fruto del infeliz (para él) maridaje entre su profesión de molinero en el Friule y la lectura de escasos 7 (siete) libros, ni más ni menos (Ginzburg, 1998) gracias a los cuales concibió al mundo como amasado, a los planetas como pasas de uva, y a la virgen como una mujer non sancta.

Para contrarrestar estos colapsos civilizatorios se inventaron las bibliotecas y los museos, los archivos y los repositorios, pero sobretodo la universidades, que nacidas en Bolonia en 1088, durante casi un milenio encarnaron los modelos y los soportes de producción, distribución y reproducción del mejor conocimiento posible.

Innovación y universidad fueron sinónimos durante casi un milenio. Creatividad y universidad fueron gemelas durante siglos. Nuevas ciencias y buenas humanidades, filosofía rigurosa y bellas artes encontraron en las universidades post-medievales un caldo de cultivo exigente y productivo.

Todavía hoy una medida del “progreso” de los países sigue siendo la cantidad de universitarios que pueblan sus aulas. 31% de la población en los países de la OCDE, 26% entre los miembros del G-20, con Canadá e Israel ocupando el segundo y el tercer lugar en esta materia, con el 51% y el 46%, respectivamente (Rusia es el primero del mundo con 54% pero sus universidades son de pésima calidad, otro relato).

Curiosamente, aunque estas cifras se inflan anualmente, más de uno (nosotros incluidos) imagina que lo que estamos viviendo no es la canonización de las universidades como templos del saber, sino su cuestionamiento progresivo.

Porque hoy las ideas más innovadoras circulan no solo dentro de la universidades (por algunas universidades), sino por caminos alternos y mucha veces ortogonales a la universidades convertidas en máquinas tayloristas de acreditación y pasaporte para lograr trabajos cada vez más escasos y cobrar más, cuando la fuerza de trabajo se devalúa cada día más.

La crisis de las profesiones P (Profesores, Publicistas, Políticos, Periodistas, Publishers) centrada en el broadcast tiene inscripción mediática: pasamos de un sistema donde había mucho público para pocos medios, a un ecosistema con muchos medios y experiencias de consumo fragmentadas.

La Singularity University   Solving Humanity's Grand Challenges, Minerva, TED  Ideas worth spreading, Edge.org; el co-working, el crowd thinking, la  Khan Academy,  Instructables  - DIY How To Make Instructions, Quora The best answer to any question,  Peer-to-Peer University, aprovechan el poder de las redes, se anudan alrededor de las transdisciplinas, las bandas creativas y la tercera cultura para generar un nuevo tipo de intelectual al que denominaremos cosmopolita digital (Zuckerman, 2014).

Ya sea que nos dejemos entrenar en la Singularity University para resolver algunos de  los 8 objetivos de desarrollo del milenio de la Unesco, ya sea que ilustremos nuestras clases o conferencias con alguna de las 1500 charlas TED Global (de 18 minutos de duración, una mejor que la otra y vistas por Internet más de mil millones de veces), o que aprendamos a hacer algo en los terrenos más variados, usando las instrucciones en video que proponen diversos sitios, lo cierto es que cada vez más sabemos de todo, aprendemos de todo, nos informamos de todo y todo ello sin necesidad de hacer estudio formal alguno.

No se trata de execrar a la universidad -muchos de quienes idearon estos neoespacios pasaron por ella con honores y muchos de sus participantes son prestigiosos académicos-, sino de abrir espacios más horizontales y flexibles que, sin embargo, están cuestionando el canon académico y como es el caso de Minerva Schools, invitando a crear un nuevo normal universitario que se separa definitivamente de un formato de mil años de duración, centrado en el campus (dominio del espacio), el curriculum forzado (dominio del tiempo); la enseñanza individualizada (anulación del grupo o el colectivo como motor del aprendizaje) y sobretodo la evaluación centrada en textos, repetición y emulación (en contraposición al desvío, la disrupción y la invención).

Hoy, muchos "intelectuales estrella" dedican más tiempo a construir una capacidad de influencia individual y prestan menos atención a la pertenencia institucional. Ser un orador TED escuchado en el mundo, escribir un libro que instale un concepto, sumar seguidores en las redes sociales, ser activista de una causa puede ser más deseado que una publicación científica relevante o un puesto full time en una universidad prestigiosa.

La crisis de las profesiones P (Profesores, Publicistas, Políticos, Periodistas, Publishers) centrada en el broadcast tiene inscripción mediática: pasamos de un sistema donde había mucho público para pocos medios, a un ecosistema con muchos medios y experiencias de consumo fragmentadas. En la educación, las instituciones tradicionales ya no son los únicos ámbitos posibles de formación, y en cierta manera todos las neorganizaciones compiten por captar alumnos. Así como nuestra dieta mediática se ha vuelto más rica y heterogénea, no está mal que aumente la variedad de lugares para aprender.

Pero no se trata solo de reivindicar a la variedad por la variedad misma (un sano principio de evolución biológica, que ama la proliferación porque los mecanismos de filtrado después se dedicarán a seleccionar a los más adaptados -todos los formatos que hoy están vivos, viejos y nuevos), sino porque la educación tradicional están en franca decadencia (y muy especialmente la universitaria taylorista, cada vez más cara, más divorciada del deseo juvenil y cada vez menos útil al momento de cubrir puestos que mutan anualmente, cuando mucha currícula no se modifica en décadas (como sucedió con la carrera de comunicación de la Universidad de Buenos Aires que recién hoy asiste a su primer cambio curricular en 30 años).

Como vimos en una entrada anterior el estilo TED (al punto de que el Banco Mundial adoptó un tipo de presentación “a lo TED”) se ha convertido en  un nuevo normal comunicacional que ha modificado (con poco éxito) el mismo modo en que se da clases (un error común en las charlas TED es que los profesores universitarios den charlas como si fueran clases cortas).

Pero los casos más radicales son los de profesores como el afamado Sebastián Thrun quien, no contento con dejar la Universidad de Stanford para crear una de las primeras compañías de MOOC’s en el mundo en 2011, después de su exitoso curso MOOC CS221 un Woodstock online  de la era digital  con 160.000 inscritos también dejó hace poco Google donde trabajaba en el afamado laboratorio GoogleX, buscando caminos propios que ya no le brindan ni la universidad ni la compañía más afamada del mundo.

O propuestas como Minerva que en 2014 dio inicio a su primera promoción de estudiantes -30 alumnos de 14 países incluyendo a la argentina Ailén Matthiess - que pasarán cuatro años rotando por distintas ciudades del mundo, en clases sin presentaciones magistrales.

¿En qué lugar quedan los intelectuales en este campo cruzado de debates transdisciplinarios? Cada vez más, los creadores y diseñadores de experiencias, viven, laboran y crean fuera de los estrechos marcos disciplinarios de las universidades, crecientemente entrampadas en modalidades de control empresarial similares a las normas ISO 9000 de gestión de calidad, buscando bajar costos, aumentando sus cuotas, y estandarizando en lo posible la formación y también los perfiles de egreso.

Algunos intelectuales se han convertido en marcas, otros en voceros de nuevas formas de vida, hay quienes forman parte sucesivamente de Bandas Creativas (o quienes crean laboratorios de artes y ciencia para mantener viva esa mecha). Están los creadores de manuales de divulgación y quienes generan “readers” (como John Brockman) que rompen todos los moldes y piensan y ayudan a pensar como los mejores.

Más allá de los enormes críticas que debemos hacerles a las universidades (desde la proliferación como hongos de las universidades que venden humo como las rusas a la cabeza, o el endeudamiento impagable que han forzado sobre sus alumnos, algo que vale desde USA a toda latinoamérica (Kamenetz, 2010), difícilmente las universidades ancestrales (como las escuelas) desaparezcan de un día para otro.

Pero están heridas de muerte y lo saben, como tantas otras organizaciones egoístas (cuya función es meramente reproducirse a sí mismas). Porque la base sobre la cual se crearon: la escasez de información, los altos costos de acceso al entrenamiento, la selección y el elitismo que las caracterizaron y -sobre todo-, la dificultad por conocer y formarse ya no existen más.

En este nuevo contexto de abundancia de información lo que antes eran necesidades y ventajas se convierten ahora en lastres y desventajas. Los marcos curriculares impiden analizar la complejidad del mundo dinámico en el que nos toca vivir. La lentitud de las universidades por actualizar sus carreras o inventar nuevas, conspira contra su eficiencia y capacidad de anticipación. Su masificación conspira contra la sutileza de las distinciones que necesitamos hoy en día.

Y si bien todas las carreras se ven afectadas por estos procesos las que peor nos dejan parados son las humanistas y las de ciencias sociales, ancladas en pasadas glorias e incapaces de barajar y dar de nuevo.

 

Referencias

  • Carriere, Jean-Claude et al El fin de los tiempos Barcelona, Anagrama, 1999.
  • Carey, Kevin  The End of College: Creating the Future of Learning and the University of Everywhere. New York, Riverhead Books, 2015.
  • Ginzburg, Carlo El queso y los Gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI. México, Ed Océano, 1998.
  • Kamenetz, Anya  DIY U: Edupunks, Edupreneurs, and the Coming Transformation of Higher. Education Chelsea Green Publishing, 2010.
  • Zuckerman, Ethan Digital Cosmopolitans: Why We Think the Internet Connects Us, Why It Doesn't, and How to Rewire It/New York W. W. Norton & Company, 2014.
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María Del Rosario Cubides Reyes
Gran Maestra Premio Compartir 2006
Desarrollé una fórmula química que permitió a los alumnos combinar los elementos claves para fundir la ciencia con su vida cotidiana sin confundir los enlaces para su futuro.