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El vaso medio lleno es el vaso medio vacío

Colombia ha logrado avances esenciales en materia educativa pero quedan tareas pendientes en cuanto a la calidad y la equidad.

Junio 16, 2015

Un reciente estudio adelantado por Fedesarrollo en alianza con la Fundación Compartir sobre educación como instrumento para la movilidad social, demuestra que la educación en Colombia sí “es un medio para alcanzar ingresos mayores y sostenibles a lo largo de la vida mejorando el potencial productivo de las personas y sus posibilidades de acceder a empleos dignos y decentes, y desempeñarse en actividades de mayor productividad”. Sin embargo, la movilidad social que define el estudio, como la independencia entre la educación de los hijos con respecto a la educación de las madres, está lejos de alcanzarse en Colombia porque aún persisten brechas profundas: de género en ingresos, de calidad y pertinencia en la educación pública, de cobertura en la educación media rural, de atención a la educación inicial y de condiciones socioeconómicas familiares y por regiones diversas, entre otros asuntos de fondo.

Romper el círculo vicioso de padres pobres = hijos pobres parece ser la cuestión y para ello la recomendación de diversos analistas es darle prioridad a la primera infancia para que a la educación formal se le alivie de su  función compensadora de las desigualdades y de este modo pueda concentrarse en la calidad de los aprendizajes.

Romper el círculo vicioso de padres pobres = hijos pobres parece ser la cuestión y para ello la recomendación de diversos analistas es darle prioridad a la primera infancia para que a la educación formal se le alivie de su  función compensadora de las desigualdades y de este modo pueda concentrarse en la calidad de los aprendizajes. 

Países con los mejores índices de equidad social se caracterizan por sus políticas que permiten a las mujeres continuar en el mercado laboral mientras sus hijos son atendidos por instituciones de primera infancia; pero además está demostrado que la preparación para el ingreso a la escuela que se logra en los jardines infantiles, enriquece culturalmente a las familias no solo porque aprenden de nutrición y de adecuadas condiciones sanitarias, sino también porque sus hijos están en contacto con profesionales que los estimulan afectiva, social y cognitivamente.

Las condiciones de igualdad se crean desde los primeros años de vida y esto no significa que debamos transferir lo que hacen los países nórdicos a Colombia, pero sí que las políticas nacionales le otorguen prioridad a la primera infancia y a la protección de sus derechos en especial los de aquellos que se encuentran en situación de pobreza, abandono, sin hogar, o sin acceso a la educación. Alcanzar niveles dignos de equidad en la vida adulta requiere condiciones de igualdad desde la primera infancia. 

En Colombia ya se cuenta con una serie de instrumentos oficiales, documentos Conpes, lineamientos de política y referentes jurídicos que velan por la atención integral de la primera infancia; no obstante, la información de seguimiento a su cumplimiento muestra que falta consolidar la gestión territorial que garantice total cobertura, mejorar los sistemas de información, armonizar la oferta existente bajo estrictas condiciones de calidad y garantizar la sostenibilidad financiera de la estrategia de atención integral a la primera infancia.

De esta manera, los avances nos hacen ver el vaso medio lleno y los pendientes, medio vacío, tal cual es la paradoja de la educación en Colombia.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Licenciada en Educación, Magíster en Investigación Educativa
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Henry Alberto Berrio Zapata
Gran Maestro Premio Compartir 2007
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