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La ciencia del aprendizaje y la universidades del futuro, aquí y ahora

La historia de Minerva una propuesta inédita que ha dado un salto cuántico sobre todas las universidades gracias a su desarrollo intelectual y el aprendizaje experiencial.

Diciembre 19, 2015

Se ha hablado tanto de la obsolescencia de la escuela, se critica tanto la incapacidad de los docentes para entender (pero sobre todo para enseñar) a los alumnos; se ventilan decenas de propuestas de carreras del futuro cuando somos incapaces de lidiar con las del presente; que cuando en algún lugar del mundo surge alguna iniciativa que deja atrás las letanías y las quejas, y construye efectivamente nuevas formas de aprender (más que de enseñar), hay que sacarse el sombrero y aplaudir a mandíbula batiente. Pero si encima formamos parte de la iniciativa, como en este caso, la alegría se amplifica y las esperanzas reverdecen.

Sabíamos de la existencia de una organización de estas características hace ya al menos dos años atrás, y aunque nos sorprendimos muy mucho de que una de las integrantes de la clase fundacional fuera una argentina, la brillante Ailén Matthiess no nos habíamos sumergido en los detalles de la implementación del proyecto Minerva hasta que a mediados del año 2015 fuimos convocados para integrar sus huestes.

Por eso, además de entreverarnos en sus arcanos, de entender la lógica de la reinvención universitaria radical que propone, de reconstruir su corta y excitante historia y, sobretodo, de empezar a asimilar a qué aspiraban sus creadores e implementadores, nuestra visión se amplificó enormemente cuando compartimos a principios de noviembre un par de días junto a Ben Nelson el inventor de Minerva en el DF en México.

Visitamos escuelas (en particular la clínica de larga duración que dio Ben en el Colegio Hebreo Maguen David a más de 200 alumnos); lo acompañamos a entrevistas con medios, cenamos con él junto a Alex Corbo, Head de Minerva en América Latina, y empezamos a entender en detalle de qué trata este experimento potente en rediseño de la educación superior.

Pero todo lo que leímos, los vídeos que comentamos, los testimonios algunos abiertos y otros de faja interna en los que fuimos abrevando a lo largo de estos meses empalidecerían, frente a lo que fue nuestro bautismo de dos días de visitas a la sede central de Minerva en Market Plac en San Francisco.

En esas 48hs inolvidables mantuvimos más de una decena de entrevistas con la plana mayor de Minerva, y también por suerte con el grupo completo de latinoamericanos (9 de un total de 115 alumnos) que componen su segunda camada. A pesar de haber comenzado a estudiar en Minerva hace apenas 3 meses, todos coincidieron como se modificaron de forma drástico los modos de argumentar, sintetizar e interrelacionar contenidos y tópicos. Y además esperan con ansiedad los viajes internacionales que comenzaran el año próximo y que son una de las singularidades de la experiencia Minerva.

Desde un loft en un octavo piso en una de las zonas más lindas de San Francisco, auscultamos las entrañas de una startup educativa, almorzamos con nuestros colegas, charlamos hasta por los codos con ellos, y pudimos ir destilando el ADN de una propuesta inédita, que aunque aún tiene mucho trecho por recorrer para convertirse en el nuevo normal educativo que pregona, ya ha dado un salto cuántico sobre todas las universidades que conocemos.

Como ha sido el caso de Amazon (en comercio minorista), de Uber (en transporte), de Netflix (en distribución de video), Minerva ha roto con todas las convenciones, poniendo en cuestión la manera tradicional de enseñar e indicando un atajo a través del cual por fin convertir al conocimiento acerca del aprendizaje en una metodología y un epistemología efectivas.

De nuestra decena de entrevistas una de las más potentes fue la conversación que mantuvimos con Steve Kosslyn, Decano fundador de Minerva Schools at KGI. Antes habíamos estado con Ben Nelson, CEO y fundador de Minerva, y también tuvimos intercambios con Jonathan Katzman, CTO y padre del Active Learning Forum, la plataforma a través de la cual se dictan todas las clases, con Josh Fost, Director de Currícula y responsable de aterrizar la ciencia del cerebro a un plan de clase concreto, y también con Judith Brown (una argentina que hace ya medio siglo que vive en USA), Decana de Artes y Humanidades.

Como bien lo sintetizó nuestro compañero de viaje, Juan María Segura, Minerva posee 4 elementos distintivos que la describen con claridad: 1) la pedagogía, 2) la tecnología aplicada al proceso de enseñanza-aprendizaje, 3) una nueva concepción de que el campus es la ciudad, y 4) el valor anual de la matrícula, un cuarto del valor de lo que cuestan Harvard, Stanford o las universidades con las que compite.

Cada elemento es significativo. De todos ellos, a nuestro juicio y en base a las conversaciones que mantuvimos en San Francisco, el más trascendentalmente diferenciador es el referido a la pedagogía. Si Minerva destaca en mucho no es tanto por lo que se enseña, que lo hace de un modo magistral, sino también por la forma en la que se lleva adelante el proceso.

Con una carrera de más de 30 años dedicada a las neurociencias, y en particular a los procesos de visualización (a los que les dedicó varios libros) Kosslyn ha identificado más de 100 hábitos de pensamiento que pueden convertirse en un plan de clase a partir de un propósito específico de aprendizaje.

La educación se puede dividir en tres partes. Mientras que las universidades tradicionales en general, suponen que la difusión de información (broadcast) es su responsabilidad primaria, Minerva se centra en las otras dos partes: el desarrollo intelectual y el aprendizaje experiencial.

Hoy en día, la información es abundante y de fácil acceso; el contenido ha convertido en una mercancía. En lugar de centrarse en el contenido, lo académico en Minerva apunta a la enseñanza de las cuatro capacidades básicas necesarias para el liderazgo, la innovación, el pensamiento amplificado, y la ciudadanía global. Estas habilidades básicas - el pensamiento crítico, el pensamiento creativo, la comunicación efectiva, y la interacción efectiva - se han dividido en un amplio conjunto de componentes de enseñanza, los objetivos de aprendizaje que subyacen a su plan de estudios.

A partir de los cursos transversales de primer año, se introduce a los alumnos en los hábitos de la mente y los Conceptos Fundamentales (HCs), las habilidades básicas que son la base común para todos los estudiantes de Minerva. A través de estos cursos interdisciplinarios - Comunicaciones multimodales Análisis formales, Análisis empíricos, y sistemas complejos - se utilizarán utilizar los HCs para profundizar el aprendizaje y hacer frente a las grandes preguntas que desafían a nuestras comunidades globales.

Contrariando todo lo que sabemos (y hacemos) al planificar una clase (si es que todavía planificamos) cada clase de 1.30 horas de duración para los 18 alumnos conectados, es una muestra de los logros de las bandas cerámicas. Aquí un trabajo que involucra a más de 6 diferentes roles y responsables, y consume, solo en su etapa de diseño, más de 50 horas de trabajo.

Sorprendidos y consternados tuvimos acceso a un plan de clases, con cerca de 15 páginas de contenidos que iban radiografiando el proceso de adquisición de conocimientos al mejor estilo de una partitura musical. En vez de corcheas y negras lo que veíamos eran preguntas y problemas, en vez de blancas y redondas contemplábamos ejercicios, ejemplos, planes para discusiones y sobretodo un consigna inequívoca. En esta metodología del active-learning el verdadero protagonista es el alumno y el rol del docente es el de un intérprete musical.

Ya estamos hartos -como decíamos al principio- de las críticas al paradigma de broadcast en educación. Porque nunca se sale de la crítica. Y si bien se han inventariado decenas de técnicas y tácticas para “invertir las clases”, las únicas que sirven para aprender dependen de docentes extraordinarios (no deben sobrepasar el 5/15% de los que revistan en las plantas académicas hoy).

Todos queremos que el aprendizaje de los contenidos mejore y que la cantidad de alumnos que reprueban disminuya, pero si no contamos con los principios y fundamentos neuroeducaticvos de Minerva, pero sobretodo con una estrategia de implementación, como la que ha logrado llevar adelante esta banda creativa los resultados son meramente retóricos.

Como también nos recuerda Segura la ciencia del aprendizaje está llenando un vacío de información que forzó al sistema educativo a deambular a ciegas durante la mayor parte del tiempo, guiado solo por inferencias, proxis e interpretaciones vagas y erráticas de aprendizajes, competencias y dominios disciplinares.

Nosotros mismos desde el abandono total a niveles universitarios del paradigma de broadcast en el año 2009, implementamos una gran cantidad de proyectos de aprendizaje, asociados al edupunk, al conexionismo, y a otras epistemologías semejantes y vivimos en carne propia la inutilidad de lo viejo y la dificultad de lo nuevo.

Pero seguíamos extraviados en búsquedas aleatorias, en intuiciones a veces confirmadas y demasiado dependientes de un esfuerzo ímprobo para lograr resultados muy acotados.

La propuesta más ambiciosa de Minerva es sumar lo neuroeducativo, el aprendizaje activo, el conocimiento detallado del modo cognitivo especifico presente en cada alumno (siguiendo al tipología de Kosslyn que divide nuestra predominancia cognitiva (el cerebro superior planifica, el inferior contextualiza).

Por lo que pudimos ver analizar, sopesar, indagar, husmear, cuestionar y criticar lo están logrando en pequeña escala. ¿Cómo seguirá la aventura dependerá de innumerables factures, entre los que descollan los administrativos, los de gestión, los de reclutamiento, los de sustentabilidad y muchos otros?

En este listado no hemos incluidos ni los requerimientos tecnológicos, ni los pedagógicos. Porque esos (los más importantes) aun con desafíos de escalabilidad están tan bien encarados, y han avanzado tanto en sus logros que garantizan en gran medida el éxito del proyecto.

El equipo que trabaja en Minerva es de un profesionalismo inusual. Todos sus integrantes con tareas muy diferenciadas y de alta demanda en la ejecución, provienen de empresas, instituciones y organizaciones que les permitieron hornear sus talentos y llevarlos al inédito mundo de la educación que hasta hoy navega entre la improvisación y las buenas intenciones.

Hay muchas críticas (algunas fundadas) acerca del carácter de nuevo normal de Minerva (ver notas de The Atlantic y The Independent aquí abajo como muestra) y no hemos dicho mucho acerca de cómo enseña Minerva lo que enseña (su core y ventaja competitiva), algo que haremos en próximas entregas.

Se trataba tan solo de dejar por escrito unas notas de un viaje que nos mostró cómo se está diseñando la educación del futuro, cómo se puede aprender de modos nuevos, eficientes, creativos y críticos, y de los afortunados que somos por ser parte de la experiencia.

Gracias Ben, Stephen, Jonathan, Josh, Judith, Neagheen, Juan y sobretodo Alex Head de Minerva para América Latina, que forman parte de esta Banda Creativa bullanguera que promete y cumple.

Referencias

Kosslyn, Stephen with G.W. Miller Top Brain, Bottom Brain: Surprising Insights into How You Think, 2013.

Kosslyn, Stepehen y G. Wayne Miller How the Brain Creates Personality: A New Theory

Segura, Juan Maria Back form the future

Walker, Tim Will The Minerva Project the first 'elite' American university to be launched in a century - change the face of higher learning?

Wood, Graemme The Future of College?

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Luis Fernando Burgos
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