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La resiliencia desde la enseñanza de la literatura

La literatura en la escuela sirve como recurso para la adquisición del lenguaje, aprendizaje del léxico, perfeccionamiento de la ortografía, ejercicio de la memoria.

Noviembre 21, 2016

A lo largo de los cuatro años de mi pregrado en Estudios Literarios, me he sentido interpelada por la labor del profesor de literatura dentro del ámbito educativo. ¿Qué clase de maestra quisiera ser? ¿De qué manera podría la literatura ser un espacio de crecimiento y formación integral? ¿Cómo enseñar y transmitir el amor por la literatura, mediante las prácticas escritas y de lectura? ¿Cómo la literatura nos hace ciudadanos más críticos? ¿Cómo incentivar los hábitos de lectura en los grados de bachillerato? ¿Cómo enseñarles a los adolescentes y niños que la literatura nos da grandes perspectivas de la vida? ¿Cómo la literatura nos puede dar mayor empatía por nuestras propias historias y las del otro? ¿De qué forma la literatura, desde mi perspectiva, nos ayuda a curarnos y a perdonar?

Llevo cuatro años tejiendo y tratando de responderme a los interrogantes anteriores. Me he vuelto una hibridación de experiencias pedagógicas: que van desde el ámbito de lo intercultural (cine y literaturas indígenas), de la formación integral ignaciana (proyecto educativo jesuita), del desarrollo de herramientas para la construcción de paz, del emprendimiento y de la construcción de mi propio liderazgo desde mi proyecto de vida hasta mis intervenciones en voluntariados locales y a nivel nacional  (Valle del Cauca y Pereira). Uno se va convirtiendo en un tejido de experiencias, de ángulos, de procesos, de encuentros, de rostros concretos. 

Por ende, todo eso desembocó en la construcción de mi trabajo de grado titulado: Binied: hacía una propuesta educativa de formación desde la literatura para la resiliencia. [1] Escogí como título “Binied” que traduce transformación porque, desde mi perspectiva, existe una necesidad profunda de crear nuevas maneras de formación educativa en las que el maestro y el estudiante tengan nuevas maneras  de acercarse a la literatura y así, el aula de clase logre ser  un espacio de experiencias tejidas sin jerarquías, sin que el profesor sea el único que tenga el conocimiento absoluto de una verdad.

El aprendizaje debe centrarse en que las herramientas que se brindan por parte de los docentes deben ser una “brújula” con la cual los estudiantes logren incorporar lo aprendido y así, puedan  navegar y  andar  por el propio mapa de su existencia. Entonces, el conocimiento recibido debe ser una apertura al mundo real; es claro que si se adquieren las herramientas epistemológicas el sujeto debe ser capaz de realizar su propio “viaje” con lo que  adquirió, con lo que aprendió con motivación e interés, no por imposición.

Ahora bien, ¿por qué hablo del ámbito de la formación integral en el contexto educativo? En primer lugar, porque como sujetos no podemos supeditarnos a que nuestra cultura occidental moderna siempre privilegie la razón y la lógica y deje a un lado lo que pertenece a la vida práctica, a las emociones, al sentir. En el ámbito de la educación, no es justo que se siga creando un sujeto racional, sin ser capaz de ser crítico e integral con el medio que lo rodea.

A su vez, se podría pensar en estudiantes que sean capaces de discernir, de tomar sus propias decisiones, de conocer sus propias emociones, de entenderlas, de llevar a cabo sus propios duelos, de resolver sus dolores con una ética del cuidado de sí mismos y del otro : “La acción educativa para ser formativa, debe trasladarse cada vez más al interior de quien se educa (…) el énfasis debe trasladarse cada vez más al interior de quién aprende y se forma. En ese sentido, la educación auténtica debe posibilitar finalmente la auto educación (Gaitán, 2001, p.32 citado por Trujillo) Es así, donde la formación ocurre dentro de la interioridad del estudiante, en su mundo interior, en sus sentimientos, en sus dudas, en sus afectos, no es una persona “unilateral” es “pluridimensional” no cumple solamente el rol de estudiante , de receptor pasivo de su conocimiento, sino en cada momento,  todas sus áreas desde lo emocional, lo afectivo, lo corporal, lo ético, lo espiritual se van desarrollando en el transcurso  por la primaria y el bachillerato.

Teniendo claro el ámbito de la formación integral, quisiera referirme a la resiliencia. Cuando se busca en el Diccionario de la Real Academia Española el significado de la palabra resiliencia parte de una “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador” y así mismo, parte de una “capacidad de un material para recuperar su estado inicial cuando ha pasado la perturbación a la cual fue sometida”. Entonces, tendría dos significados: uno perteneciente a los seres vivos y otro relativo a los metales o materiales. Si, el concepto de la resiliencia nace de la física, de cuando uno dobla algún material y luego toma su forma original, o cuando este material es sometido al fuego o a otros factores que alteren su forma.

En el contexto educativo de formación, me interesa el hecho de que tanto los profesores como los estudiantes,  pueden tener la posibilidad de aprender de sus propios duelos y experiencias de dificultad a lo largo de su vida. La resiliencia sería ese proceso humano que tenemos para recuperarnos, positivamente, de las adversidades. Edith Henderson Grotberg señala que se pueden promover factores de resiliencia dentro de la escuela y los factores resilientes son: “yo tengo” (apoyo), “yo soy” y “yo estoy” (atañe al desarrollo de fortaleza intrapsíquica); “yo puedo” (remite a la adquisición de habilidades interpersonales y de resolución de conflictos.

Todos los factores señalados anteriormente, se pueden fomentar al interior de las escuelas. Es aprender a ver los errores, las pérdidas de materias, las experiencias negativas del aprendizaje, las tristezas, las adversidades desde una perspectiva resiliente, es decir, promoviendo en los estudiantes solidaridad, respeto por sus procesos interiores. “El concepto de resiliencia permite generar conductas de los responsables y formular políticas que, facilitando el desarrollo sano de niños y adolescentes, puedan sentar las bases humanas para una transformación positiva de la realidad social” (Melillo, 2002. p.124)

Finalmente, ¿Qué tiene que ver todo esto de la formación integral y la resiliencia con la enseñanza de la literatura? Desde mi perspectiva, las clases de español-lengua castellana- literatura no pueden quedarse en un mero espacio de aprendizaje de lectura y escritura. Según la bibliotecóloga, experta en lectura, promoción de lectura y literatura infantil y  directora de funda lectura Silvia Castrillón (1998)  señala que en los currículos, la literatura aparece en la primaria como auxiliar de la enseñanza de la lectura y escritura, y en la secundaría gana autonomía solamente para convertirse en un objeto de conocimiento, para lo cual se la disecciona y desnaturaliza. “El hecho de que leer se aprende leyendo, y la literatura sea uno de estos materiales de lectura, implica una relación necesaria entre escuela y literatura.” Por tanto, es necesario “conciliar” estos dos espacios para abrirle un lugar a  literatura dentro de la escuela.  Por ende, existe una necesidad de la literatura ya que:

La función estética de la literatura no es algo accesorio, es fundamental, es la que permite ensanchar el conocimiento crítico del mundo y de sí mismo y su rescate debería constituir una de las metas prioritarias de la escuela, no solamente en su papel de formadora de lectores sino en el de formadora de hombres y mujeres libres y conscientes. (Castrillón, 1998, p.12)

Entonces, la literatura en la escuela sirve como recurso para la adquisición del lenguaje, aprendizaje del léxico, perfeccionamiento de la ortografía, ejercicio de la memoria. Así mismo, la literatura debe salirse del molde de “la enseñanza tradicional” por este motivo es necesario diseñar espacios que despojen a los alumnos de las trabas que impiden el diálogo, la reflexión y el debate. La enseñanza de la literatura en la escuela no se puede quedar en el dictado de ciertas normas de lenguaje y ortografía, sino, como dice Castrillón, debe ser un lugar donde predomine la libertad y la imaginación.

El espacio de la literatura, desde una dimensión integral y resiliente, permitiría que tanto estudiantes como profesores pudieran ahondar en sus procesos interiores hacía todas las áreas de su existencia. Explorar a través de la escritura como herramienta de sanación, crear diarios, compartir experiencias, tejer e hilar sus propias memorias a través de la lectura y escritura , para llegar a conocerse mejor, a diseñar sus sueños y ¿ por qué no? a perdonar, a ver con otros ojos las partes de la vida que no son tan coloridas.

Bibliografía:

  • Trujillo, S. (2008)  La Sujetualidad: un argumento para implicar. Propuesta para una pedagogía de los afectos. .  Bogotá, Colombia: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
  • Melillo, A. y Suárez, E. (2002)  Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós.

[1] Esta es una palabra de origen Dule proveniente de la región del Urabá, Antioquia, entre Necoclí y Turbo cuyo significado es  transformación. Esta palabra surge del diálogo con Olowaili Green Santacruz, hija de Abadio Green Stocel , una joven indígena de la Comunidad de Caimán nuevo, cultura Dule, Antioquía. Actualmente, es estudiante de Comunicación audiovisual del politécnico Jaime Isaza Cadavid en Medellín.  Lo anterior, se dió en la iniciativa de Mingas de la imagen y la palabra: Primer encuentro internacional de cine-documental y literatura  & ciclo de formación audiovisual para pueblos indígenas.

Fue un evento creado por el profesor de literaturas indígenas Miguel Rocha, donde invitó alrededor de 25 indígenas jóvenes,  de distintas comunidades de Colombia y profesores de universidades estadounidenses. Se llevó a cabo durante el mes de marzo de 2016 y fue un espacio donde compartimos experiencias, saberes, aprendizajes y creamos un cortometraje entre todos titulado “Hilando memorias” (Se puede ver en YouTube). La experiencia intercultural hizo que mis intereses académicos y profesionales se centraran en una necesidad de tener mayor empatía por la historia del otro y de tejernos, de construirnos entre todos.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Pregrado en Estudios Literarios.
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Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.