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Mujer, esta es tu hora, la del post-conflicto: ¡prepárate!

En su larga labor de maestro dibujó un perfil de ser humano en la mujer, con unos valores no propiamente singulares pero sí muy marcados que se hacen tan necesarios en este instante de la historia. Conózcalos.

Octubre 21, 2016

1.  Una inmensa deuda con las niñas

Recientemente y documentado por una serie de organizaciones no gubernamentales podíamos constatar que la mujer casi no tenía cabida en las mesas de negociación, escasamente se mencionaba a Ma. Paulina Riveros y a la Canciller y basta simplemente con colocarse ante la pantalla de televisión y ver las grabaciones de los protagonistas de los diálogos de paz para darse cuenta que es todo un gran “señor” equipo, en donde de vez en cuando y muy en segundo plano salía una guerrillera; y del otro equipo la ausencia era casi total, y es así como estábamos delineando, en esos temas tan vitales, la Colombia del post- conflicto: sin mujeres.

Basta asomarse a estudios como: “La violencia sexual una estrategia paramilitar en Colombia” (2013); “Tierra y territorios afectaciones y retos para las mujeres”  del 2011[1];  sobre EQUIDAD Y MOVILIDAD SOCIAL[2], o aquel otro enfatizando en LOS DISCURSOS LEGITIMADORES DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES[3], o el estudio de “Proyectamos”[4] para reafirmar que se requiere cuestionar la ausencia de la mujer, no solo en la coyuntura de la negociación actual, sino en general en la vida política del país.

Mientras internacionalmente se avanza en la protección de las mujeres con medidas como la resolución 1325 de la ONU; el estado colombiano aunque la conoce, no la implementa y por el contrario –supongo yo- le hace trampa. Aunque la lucha por la liberación femenina y otros movimientos de inclusión siguen, también siguen siendo cotidianos los feminicidios, los ataques con ácido, la negación de los derechos de la salud. La negación del reconocimiento de la seguridad social a las madres comunitarias. Creo que este el momento final de los diálogos de paz y el establecimiento de acuerdos nos urge a preguntarnos ¿Por qué somos así? Y ¿Qué efecto puede generar esto en la construcción de una nueva sociedad? ¿Cómo no volver a caer en ese estado generado de seguro por la ausencia de la voz femenina que suplica responsabilidad y compasión?

Las víctimas directas de la guerra en un país como el nuestro han sido las mujeres, bastan mirar las escalofriantes cifras de violencia sexual, de sometimiento por parte de los actores de la guerra para quedarnos callados y conceder que ellas tienen toda la razón. Para un “varón” es ´posible al romper una relación desligarse totalmente de las consecuencias de esa relación, mientras son miles y miles las “madres cabeza de familia” somos muy pocos los varones que hemos sido víctimas del abandono maternal.

Históricamente desde la edad media para acá hemos realizado una película que bien podría tener el nombre de EXCLUSIÓN: ROSTRO DE MUJER, con un guión perfectamente dirigido en la que lastimosamente las actrices de reparto han asumido muy bien su papel. Hemos hecho a un lado a las mujeres, las hemos excluido de la educación -todavía cargamos la vergüenza de ser reprochados por una adolescente que pone su rostro a las balas por reivindicar el derecho a la educación; solo hace poco se universalizó el derecho a la secundaria y post secundaria para las mujeres. Las excluimos de la política, de la religión, de la tierra, de la producción y dispuesto el tablero nos hemos dedicado a jugar a la guerra para que ellas pongan la peor cuota de sacrificio: reciban en sus brazos a sus esposos, a sus hijos, a sus amantes y los sepulten. Mientras los hombres sacralizamos el derecho a la guerra ellas fueron las que pagaron los platos rotos de nuestra absurda y estúpida decisión de lograrlo todo a punta de balas, trampas y golpes.

Durante mucho tiempo su educación se redujo a una capacitación en politécnicos para aprender los oficios propios del hogar. Y mucho más aterrador que en los países en donde los radicales talibanes son amos y señores se siga persiguiendo a las niñas por su deseo de aprender. La mayor tasa de analfabetismo está en las mujeres y dentro de ellas las mujeres del campo para quienes la vida tiene que seguir, no hay posibilidad de “largarse” y dejar esa puerca vida.

Basta recordar las lecciones religiosas en las que siempre se presentó la figura de la mujer como la causante de la perdición del estado angelical y de intimidad con Dios por parte del hombre. Somos de tradición judeo cristiana, pero igual si hubiéramos sido de tradición musulmán o hindú el asunto no cambiaría, las niñas estorban, las niñas no encuadran en ese orden, al no ser que sean exactamente para lo contrario, colocarlas como la causa del desorden. Quizá sea porque invadidos por los españoles somos más de esa tradición judeo cristiana que aplanó el código de Nemequene en el que las mujeres contaban, pero igual si hubiéramos sido de tradición musulmán o hindú el asunto no cambiaría.

El tema de la pureza e impureza, profundamente relacionado con ese asunto religioso ha sido un caballito de batalla para someterlas, avergonzarlas, estigmatizarlas hasta no más. Somos tan ignorantes e intolerantes de su naturaleza y condición que las castigamos con normas estúpidas como el impuesto rosa: “…se les cobra extra por un artículo que difiere del promocionado para hombres en solo olor o color. A esta discrepancia de precios se le conoce como el ‘impuesto rosa’ y estudios hechos en Estados Unidos afirman que este sesgo puede costarle alrededor de 1.300 dólares al año a cada mujer. 

A nivel mundial, los desodorantes promocionados para mujeres, por ejemplo, son más costosos que la versión masculina del mismo. Esto se ve también en cuchillas de afeitar, jabones y colonias, entre otros. En países como Francia se afirma que el ‘impuesto rosa’ afecta, incluso, servicios como lavandería, talleres mecánicos y tasas de interés en préstamos. Uno de los ejemplos más claros se vio en 2012 cuando la compañía Bic lanzó un bolígrafo para mujeres que cuesta hasta 70 por ciento más que un bolígrafo corriente de la misma marca, lo que llevó al comediante Ellen Degeneres a burlarse del producto[5]

En fin si ellas se rebelaran y nos pasaran la factura de sufrimiento, sometimiento, abuso, desprecio, avasallamiento en la que las hemos sometido no nos alcanzaría nuestra varonil vida para equilibrar la balanza. No se trata de negación de lo masculino, de radical feminismo sino de un equilibrio y un poner en juego la reserva de mujeres que hemos creado a lo largo de la historia, es el momento que ellas entren al partido, que se ubiquen en la cancha y pongan en juego todo el potencial que hay.

¿Y porque dejar jugar a las niñas?

Consuela y cambia ese panorama con el que iniciamos este escrito, encontrarse en la televisión con la presencia de toda una dama, María Ángela Holguín, nuestra canciller,  es una mujer que en su dialogo con el periodista Álvaro García[6],  expresaba: “…necesitamos volver a Colombia un país más femenino, un país más sensible, un país que tenga más compasión, pero al mismo tiempo más esperanza, es decir sentimientos mucho más de lo femenino, que de lo masculino, uno ve que lo masculino es más la venganza el odio, la guerra […] es una cita con la historia para volvernos más de corazón de lo que hemos vivido” y en ello propongo la clave de la respuesta del por qué contar con las mujeres.

A pesar de que la religión, la educación y la política han cargado de connotaciones la imagen e idea de mujer: pecadora, impuras, desconfiadas, débiles, melindrosas, celosas, chismosas y un sinnúmero de adjetivos con los que la cultura nos enseña a querer-odiar hay algo que sobresale y se reconoce para marcar la condición de mujer su ternura, es decir su capacidad de salir de sí y meterse en los sufrimientos de los otros.

No lo digo solamente como un compromiso con este artículo, lo digo porque los estudios de la personalidad moral nos llevan a afirmarlo. Carol Gilligan discípula de Kohlberg planteó y comprobó que el nivel de desarrollo moral de la mujer es diferente. La mujer en su juicio moral o esclarecimiento de la dilémica ética se coloca en una perspectiva de responsabilidad y de compasión, exactamente eso que decía María Ángela Holguín.Y esto adquiere una relevancia impresionante si advertimos que el escenario que debe privilegiar Colombia después de cincuenta años de predominio de la lógica varonil en la que la guerra era la solución, ésta es la mirada que debemos acoger: una mirada de hacernos cargo de los otros.Mi tésis se basa en lo escrito por Carol Gilligan hallado en sus estudios de replicación de las evaluaciones sobre el desarrollo moral.Lo que esta mujer halló fue que:

“…las mujeres no solo se definen a sí mismas en un marco de relación humana, sino que también se juzgan en función de su capacidad de atender a otros. El papel de la mujer en el ciclo vital del hombre ha sido de alimentadora, cuidadora y compañera-ayudante, la tejedora de aquellas redes de relaciones de las que ella, a su vez, pasa a depender”

Pero no solo hay la descripción de la naturaleza femenina hay una explicación:

“La diferencia de las mujeres no solo está arraigada en su subordinación social, sino también en la sustancia de su interés moral. La sensibilidad a las necesidades de los demás y el asumir responsabilidad por cuidar de ellos llevan a las mujeres a escuchar voces distintias de las suyas y a incluir en sus juicios otros puntos de vista. […]La renuencia a juzgar a los demás puede indicar el cuidado y la preocupación por otros que caracterizan a la psicología del desarrollo de las mujeres y a ello se debe lo que suele considerarse como un problema en su naturaleza”

También los teóricos de la educación dan pautas de este hecho, basta acercarse a la filosofía de la educación de Nel Noddings (1992) y su concreción en una ética del cuidado y su impacto en la educación. Por otro lado Humberto Maturana también planteo que la maternización es la condición de instauración de la democracia. Y tiene toda la razón y lo digo desde mi propia experiencia: Dios me hizo hijo de una madre espectacular –esposa de un policía envuelto en la guerra-, hermano de seis mujeres, esposo de una mujer maravillosa y padre de un par de mujeres repetidas: mis hijas son gemelas, si esto no me decía algo, absolutamente nada me lo decía. Ha sido por ellas que he descubierto ese abismo en el que vivimos como sociedad. Una de mis hijas no quiere tener contacto con la Iglesia y creo saber por qué, pues un día en voz baja en medio de un sermón ultra machista me dijo: “donde me puedo quejar de tanta desigualdad y de que todo sea de y para hombres”, y después de la misa le dije “tienes razón, por ahora la Iglesia es una institución machista, quizás algún día tangamos una papisa y todo cambie”

Afortunadamente poco a poco se establece que la presencia de la mujer en el concierto político es una presencia clave, sin par, indispensable, irremplazable y voy a referirme al punto clave y es la presencia de la mujer como agente moral insustituible en la organización social. Experiencias como la propuesta por Amartya Senn en la india del banco de las mujeres nos llevan a sospechar que la economía puede ser diferente.

En mi larga labor de maestro y en estos acercamientos teóricos he llegado a dibujar un perfil de ser humano en la mujer, con unos valores no propiamente singulares o específicos pero sí muy marcados que se hacen tan necesarios en este instante de la historia:

  • Solidaridad. Esa capacidad de salirse de sí, y por encima de la gratitud atender al otro en la circunstancia que lo vulnera. La mujer es más solidaria y tal vez por esa exigencia de la naturaleza de parir los hijos.
  • Empatía.  Capacidad de ponerse en el lugar de otro. Antipatía, apatía y empatía son los tres estadios del pathos o afectación por el otro, y de ellos el que más frecuente se halla en la psicología de las niñas es la empatía.
  • Intuición. Capacidad de presentir las consecuencias de las acciones. La previsibilidad o cálculo de los efectos de una acción está más desarrollado en la mujer, nosotros los hombres somos calculadores, pero ellas lo intuyen.
  • Cuidado y compasión. “Cuando amamos, cuidamos; y cuando cuidamos amamos. Por eso el ethos que ama se completa con el ethos que cuida” decía Leonardo Boff y no hay nada más visible y nítido en la experiencia de la enfermedad y el dolor, o acaso ¿no es significativo que el porcentaje de enfermeras sea siempre mayor que el porcentaje de enfermeros?
  • Abnegación. Condición de negarse a sí mismo para que otro sea. ¿Qué es la maternidad que un eterno ejercicio de abnegación?
  • Fidelidad. Ser fiel, tener fe. Pase lo que pase a su hijo, esté donde esté, en el peor de los calabozos, en el peor de los antros allí habrá una madre, una mujer atenta a salvar sin reproche.
  • Equidad. Igualdad, capacidad de equilibrar. Quienes hemos sido miembros de familias extensas sabemos aquello de que una madre alcanza para muchos hijos y un hijo no alcanza para una madre.
  • Oblatividad. Entrega sin condición. Sentimiento que en su polaridad se vuelve un arma, una trampa mortal para la mujer.

Al taller de costura

Quiero terminar en un chismorreo, si aunque suene maluco, pero de algún modo solo eso fueron los diálogos de Sócrates y sus muchachos, los de Aristóteles y sus discípulos y los de Jesús y sus apóstoles y discípulas –por que las tuvo y no de muy buena reputación, que terminaron por cambiar el chip a muchos.

Es bueno, que en los colegios de vez en cuando cambiemos la clase de ética, de religión, de moral, de sociales, de cívica, de filosofía inclusive la de literatura y hagamos chismorreo: expresión de sentimientos y de sueños, eso sí, advierto que hay que hacerlo aparte con las niñas, los hombres no somos capaces de resistir tan –aparentemente- mundo de “bobada”, es el medio de creación de ideas no convencionales, no científicas pero son las que arman los incendios.

Y que tal por ejemplo como disculpa para chismosear agarrar a conversar de la obra de Gioconda Belli “El país de las mujeres”, una novela que habría que hacer realidad en este momento en Colombia, a la que ojala la televisión Colombiana tan creativa en telenovelas la vuelva un guión tipo Betty la Fea. Pero como soy novato en el arte lo que voy a hacer es lanzar preguntas pegadas de una sospecha para que cada una y cada uno pongamos nuestro discurso a ver que tejido nos sale.

  1. ¿Qué papel juega el miedo y de qué manera se articula en la vida obligando a las mujeres a mantenerse en un estado de sometimiento? ¿Es parte de su naturaleza femenina el que sean medrosas e incapaces de reaccionar ante hecho brutales como la guerra? ¿Están condenadas a ser las víctimas de los saqueos y de la devastación de los ejércitos?. Y qué tal si le apuntamos a una educación con el tema uno: SUPERAR O EXORCISAR EL MIEDO
  2. ¿Por qué nos cuesta ponernos a lado de la mujer y hombro a hombro en camaradería asumir la construcción de un estado mejor, de una sociedad que ellas intuyen y sueñan desde otras categorías?, ¿Que perdemos sin dejamos que la utopía de mundo con el que sueñan las mujeres sea el que marca la pauta? Y qué tal si las VISIBILIZAMOS COMO ROSAS y no solo las maquillamos y las promocionamos como en una carnicería. Tema dos: EMPODERARLAS
  3. ¿Si feminizáramos el poder caeríamos en la predicción de que las mujeres son más vengativas y más absolutistas que los hombres?. Qué tal si las dejamos autónomamente ACTUAR POLITICAMENTE, o por lo menos algunos sectores del poder. No como ministras cuota de un partido político moviéndose como marionetas de los grandes patriarcas que les dictan su discurso. Sino como ellas son: silenciosas líderes, obsesivamente comprometidas con un proyecto de país mejor. Lección No 3– FEMINIZAR EL PODER
  4. ¿Por dónde empezar a abrir caminos para que la mujer tenga condiciones, medios, tiempo para realizar el ideal políticos que tiene en su mente? ¿Unos recursos en manos femeninos son más corruptibles?, ¿Despilfarraremos el dinero en sus manos? Que tal una cruzada para ABRIRLES ESPACIOS, a las miles y miles de campesinas que por la “responsabilidad” con sus hijos no abandonan el campo y hacen maromas para sostener una economía en la que su palabra y su firma no tiene valor en las entidades financieras. Lección no 4. DAR LA PALABRA, EL VOTO Y EL CREDITO.
  5. ¿a qué nos llevaría si logramos que todas absolutamente todas las mujeres se convenciera de que son el cambio? Qué tal si como dicen en mi casa EL DIA DE LA MUJER sea el día de la conciencia de la diversidad, el del ejercicio de los valores femeninos. Lección 5 CONCIENTIZARSE.

POST ESCRITUM: Me dolió tanto ver en la televisión a Ma. Ángela Holguín en una entrevista con Yamit Amad, distinta a la de la entrevista con Álvaro García, con la voz quebrada y el ánimo descompuesto al reconocer que con los resultados del plebiscito todo parecía hundirse. Y no había, rabia, no había odio, no había venganza, había desilusión sentimiento extraño a lo masculino y pensé efectivamente hace falta el dolor, la dulce ternura de una mujer desgonzada, descuadernada para contagiarse de ánimos para luchar por algo a lo que muchos “varones ilustres” consideran un juego político en el que poner el palo a la rueda es toda una hazaña para descarrilarse de la risa.


[1] Los dos primeros son de la CORPORACIÓN HUMANAS.

[2] de la Universidad de los Andes  

[3] del Ministerio de Salud y Protección Social

[4] el programa EQUIDAD CON LA MUJER para la Presidencia De La República.

[5] (Citado de: htp:// sostetnibilidad.semana.com./EL 'LUJO' DE SER MUJER  IMPACTO | 2015/05/13)

[6] Programa “Palabras más”, emitido el 16 de septiembre de 2016.

[7] GILLIGAN Carol, “La moral y la teoría. Psicología del desarrollo femenino”. Ed F.C.E.  México, 1994. Pag 38.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Profesor de ética y religión colegio Divino Maestro, Distrito de Bogotá. Catedrático de humanidades de la Universidad de la Salle. Nominado y finalista del Premio Compartir en 2004 y 2013.
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