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¿Qué significa ser un profesional competente?

Nos estamos preocupando mucho en incidir en la generación de profesionales técnicamente profesionales, pero emocionalmente analfabetos, carentes, muchas veces, de valores como la empatía y el compromiso que deben asumir en el ejercicio laboral.

Septiembre 28, 2016

Como bien apunta Goleman, en la actualidad parece que nos estamos preocupando mucho en incidir en la generación de profesionales técnicamente profesionales, pero emocionalmente analfabetos, carentes, muchas veces, de valores  como la empatía y el compromiso que deben asumir en el ejercicio laboral.

Debemos cambiar el entorno donde se están formando los futuros profesionales, así como revisar los estándares de lo que debería ser entendido como un profesional competente, en los diferentes sectores productivos dispuestos socialmente.

La creciente búsqueda de la calidad educativa, tanto a nivel nacional como internacional, muchas veces se ha centrado en garantizar la adquisición de competencias técnicas, orientadas al saber hacer en detrimento de la búsqueda de profesionales más afines con definiciones más polimorfas, complejas y difíciles de concretar a través de estándares de mediciones.

Si tomamos como base la definición que el propio Ministerio de Educación Nacional de Colombia tiene en torno a la Calidad Educativa, podemos ver lo complejo que resultaría garantizar el marco apropiado para la gestación de un profesional competente (más allá del sentido económico), bajo este concepto:

Una educación “que forma mejores seres humanos, ciudadanos con valores éticos, respetuosos de lo público, que ejercen los derechos humanos, cumplen con sus deberes y conviven en paz. Una educación que genera oportunidades legítimas de progreso y prosperidad para ellos y para el país” (http://www.mineducacion.gov.co/1621/article-259478.html)

Un profesional competente, por tanto, no debería guardar únicamente relación con los diferentes conocimientos, habilidades, aptitudes, actitudes afines a los sistemas de producción donde terminarán asumiendo los estudiantes, una vez finalizado su ciclo formativo, a nivel de educación superior; sino también con conceptos igualmente complementarios, como por ejemplo: valores y ciudadanía.

Si en verdad creemos que el concepto de la Educación de Calidad está orientada más allá del desarrollo de profesionales, es decir: a formar ciudadanos productivos, en sentido holístico (no solo desde el punto de vista económico), deberíamos garantizar el acompañamiento de la formación de los futuros trabajadores con un marco de enseñanza y laboral más acorde con este reto. En otras palabras, debemos cambiar el entorno donde se están formando los futuros profesionales, así como revisar los estándares de lo que debería ser entendido como un profesional competente, en los diferentes sectores productivos dispuestos socialmente. Si no hacemos esto, difícilmente el propósito de la educación se concretará, dado el entorno desfavorable que trae consigo el hecho de contar con profesores y jefes analfabetos emocionalmente, a cargo de la formación o dirección de estos.

Lo que aquí planteo va más allá de lo que sucede dentro de los salones de clase, sino que implica la revisión de quienes están al frente de todos los procesos al interior de las organizaciones, con el fin de evitar que se pierdan profesionales que quizás se formaron para ser competentes, técnicamente y cuentan con un desarrollo emocional acorde con los roles para los cuales se formó, pero que tuvieron que lidiar con jefes que nunca supieron ejercer como líderes, sino que fueron esclavos de su rasgo analfabeto dicho al comienzo.

Hasta no hacer una revisión integral de quienes están asumiendo roles relevantes de la formación y el surgimiento de profesionales competentes, resultaría interesante plantearse si solo vale la pena plantearse la pregunta que titula esta columna o más bien resultaría también pertinente cuestionarse si nuestras sociedades y organizaciones ¿están reconociendo,  valorando y teniendo en cuenta el plano emocional como un elemento central la transformación significativa de nuestro entorno, desde la formación y el ejercicio profesional?

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Profesor titular de la Facultad de Educación de la UNIR (España).
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Henry Alberto Berrio Zapata
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