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Respetar y valorar a nuestros niños, niñas y adolescentes. Ahí está la respuesta de una educación diversa e incluyente

Todos los actores implicados en el proceso de educación, independientemente de su rol, deben tomar conciencia y entender las necesidades reales de los estudiantes.

Abril 8, 2015

En agosto de 2014 Sergio Urrego, un adolescente de 16 años que cursaba grado 11 en una institución privada en cercanías de la ciudad de Bogotá, decidió terminar con su vida por los frecuentes acosos que sufría en su colegio.

Nos preguntaríamos si este acoso era perpetuado por sus mismos compañeros y compañeras de grado quienes no comprendían o aceptaban que hubiera hecho visible su gusto por personas del mismo sexo. Esta pregunta sería fácil de responder si el caso hubiera sido así, es decir que a Sergio lo hubieran “matoneado” sus compañeros. Pero no, fueron su profesor de educación física, la rectora del colegio y un par de adultos más incluida la psicóloga de dicho plantel, quiénes jugaron un papel fundamental a la hora de tomar la decisión de suicidarse. Retomo este episodio, muy triste, de la vida y muerte de un adolescente colombiano, que por el hecho de develar su gusto por los hombres, fue acosado por la rectora, un profesor y la psicóloga de su colegio, literalmente hasta la muerte.

Me pregunto hoy, ¿qué hubiese sido de Sergio y su familia, si estos adultos implicados en la educación de este muchacho hubieran tomado una posición diferente ante el tema? Inventémonos la respuesta. Digamos que el colegio es un establecimiento que invita a que los niños, niñas y adolescentes que allí se forman sean quienes quieran ser. En sus estatutos y principios, se encuentra establecida la libertad en el desarrollo de su personalidad, de la misma forma como se encuentra consagrada en nuestra Constitución Política. Un plantel educativo donde a los y las estudiantes se les invita a pensar de forma crítica y pausada acerca de la importancia de la vida; se les permite ser críticos ante situaciones de injusticia social y se valoran, validan y afirman todas las expresiones de afecto entre las personas.

Si el profesor de educación física, quien encontró la foto de Sergio y su novio, devuelve la foto y se retira sin hacer ningún escándalo, probablemente Sergio estaría vivo. Si la rectora hubiera hecho de esto un episodio cotidiano y no un escándalo escolar, Sergio probablemente, estaría vivo. Si la psicóloga amparada en la ética de nuestra profesión y en el manejo adecuado del caso de dos adolescentes que se quieren, los acompaña y prepara para poder enfrentarse a un mundo lleno de prejuicios, Sergio hubiera podido seguir adelante con sus sueños.

Más allá de hacer una denuncia a la muerte de Sergio, que por demás ya es anacrónica (no su muerte sino la denuncia), hago un llamado a las personas adultas que velamos por el bienestar de niños, niñas y adolescentes. Directivas, maestros y maestras, padres y madres de familia y todas las personas que componemos las comunidades educativas: debemos velar por entender a profundidad las necesidades de nuestros estudiantes. Son PERSONAS, no objetos de modelamiento a nuestro antojo; son SUJETOS de derechos, aquellos que priman por sobre los nuestros. ¿Qué tan garantes somos de aquello que llamamos libertades personales? ¿Qué tanto comprendemos sus mundos y sus intereses? ¿A quiénes y cómo les estamos formando?

Invito a los adultos a que ofrezcamos una educación que propenda por el bienestar; invito a los y las estudiantes a que nos demuestren que sus vidas son ejemplos de libertad

Instituciones educativas, por favor, ¡abran sus ojos, sus colegios y universidades serían nada sin sus estudiantes! Aquellos que aman la vida y están ávidos de conocer lo que nosotros como adultos ya hemos conocido, ya hemos errado y ya hemos tratado de entender. Dejemos de cegarnos ante las posibilidades que nos muestran nuestros niños, niñas y jóvenes. Vayamos de la mano de los cambios, permitámonos crecer junto con ellos, dejemos que sean ellos nuestros maestros, que nos muestren qué quieren, a qué le temen, cómo entienden lo que sucede en este pedazo de historia de la humanidad que nos tocó. Dejemos de creernos “los que sabemos” y convirtámonos en aprendices de nuevas formas de entender y de existir.

Invito a los adultos a que ofrezcamos una educación que propenda por el bienestar; invito a los y las estudiantes a que nos demuestren que sus vidas son ejemplos de libertad; invito a las comunidades educativas a que valoremos a nuestros niños, niñas y adolescentes como son, no como nosotros queremos que sean.

La inclusión y la diversidad -como base de la educación- nos permiten acompañar a nuestros niños, niñas y adolescentes en su formación como futuras personas adultas, enseñando, primero que todo, que somos nosotros (las y los adultos) quienes nos reconocemos como diversos, como únicos e irrepetibles. La lección mas larga de la vida, la evaluación que todos los días debemos presentar, es la de respetar y validar la diversidad, la inclusión, la igualdad y la equidad.

 

 

 


Miguel Rueda Sáenz: Psicólogo egresado de la Universidad de la Sabana. Especialista en los fundamentos de la psicoterapia y la consejería del School of Psychotherapy and Counselling, de Regent’s College, Inglaterra. Igualmente, especialista en Sexualidad, Cultura y Sociedad del IHSS de la Universidad de Ámsterdam, Holanda. Docente universitario en las áreas de sexualidad, diversidad y comunidades LGBTI de la Universidad de Los Andes, Colombia. Certificado en psicoterapia con diversidades sexuales y de género en el Pink Therapy Institute, Inglaterra.

Psicoterapeuta particular con más de 15 años de experiencia. Participó en el primer grupo de profesionales del Centro Comunitario Distrital LGBT de Chapinero en 2006, donde fue psicólogo asesor y director durante 2 años. Coautor del libro Experiencias familiares de madres y padres con orientaciones sexuales diversas, de la Universidad de los Andes.

Actualmente, continúa ejerciendo la psicoterapia particular, es Director General de Pink Consultores y se encuentra culminando sus estudios de Doctorado en la Universidad de los Andes, siendo su tema de investigación el desarrollo de las orientaciones sexuales diversas (LGB) y el significado que el prejuicio por orientación sexual tiene en las personas. Adicionalmente, asesora al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en la construcción del referente nacional de asuntos LGTBI para la política pública de salud sexual y reproductiva de niños, niñas y adolescentes.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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