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“Primero muerto antes que cambiar mi estilo”: Lucas Ospina

Una charla con este profesor de artes de la Universidad de los Andes, quien responde a la pregunta: ¿Cómo evaluar la educación artística en la escuela?

Febrero 10, 2016

Una introducción relacionada con el tema del encuentro

Es bastante placentero oír lo que estaban discutiendo ustedes hace un momento, profesores “supuestamente de colegio”, sobre cómo evaluar la imaginación creativa de los estudiantes, sobre el valor que esto tiene para su formación. Yo soy sobre todo profesor de universidad y para mí es raro oírlos, porque estas cuestiones no se discuten abiertamente en el nivel universitario. Al parecer los profesores andan muy ocupados dictando clase o tienen otros intereses adicionales más allá de la enseñanza. Es raro oír hablar de cosas así y, sin embargo, estos son los mismos problemas que tenemos en la universidad; no hay jerarquías en este asunto de la creación. Ustedes lo dicen a veces con unas palabras más espontáneas, dicen, por ejemplo: “imaginación”; esa palabra no la oigo en la universidad hace cinco años. En este sentido me alegra oír hablar de esto.

Bueno, ¿cómo evaluar arte? Yo dicto varias materias: una materia de escritura, una de cine, dicto también asesorías en proyecto de grado, pero la materia que más me gusta dictar es una clase de dibujo. En parte me gusta dictar esa clase porque no me toca hablar, mientras en las otras clases me toca hablar muchísimo. En la clase de dibujo es donde menos siento que me toca  enseñar y donde puedo dejar más que los estudiantes aprendan, que creo que es lo que a veces no dejamos hacer los profesores: no dejamos que la gente aprenda. Queremos solamente enseñar para justificar nuestra posición.

Una frase de un libro que tal vez ya hayan leído, que se llama El maestro ignorante de Jacques Rancière, dice: “entendamos los riesgos, para eso expulsemos de nuestra mente las imágenes conocidas. El maestro atontador no es el viejo maestro obtuso que llena la cabeza de sus alumnos de conocimientos indigestos, ni el ser maléfico que utiliza la doble verdad para garantizar su poder y el orden social; al contrario, el maestro atontador es tanto más eficaz cuanto es más sabio, más educado y más de buena fe. Cuanto más sabio es, más evidente le parece la distancia entre su saber y la ignorancia de los ignorantes; cuanto más educado está, más evidente le parece la diferencia que existe entre tantear a ciegas y buscar con método, y más se preocupará en sustituir con el espíritu a la letra, con la claridad de las explicaciones a la autoridad del libro. Ante todo, dirá, es necesario que el alumno comprenda y por eso hay que explicarle cada vez mejor. Tal es la preocupación del pedagogo educado: ¿comprende el pequeño? No comprende. Yo encontraré nuevos modos para explicarle, más rigurosos en su principio, más atractivos en su forma, y comprobaré que comprendió. Noble preocupación. Desgraciadamente, es justamente esa pequeña palabra, esa consigna de los educados –comprender–  la que produce todo el mal. Es la que frena el movimiento de la razón, la que destruye su confianza en sí misma, la que la expulsa de su propio camino, rompiendo en dos el mundo de la inteligencia, instaurando la separación entre el animal que busca ciegas y el joven educado, entre el sentido común y la ciencia”.

Este libro realmente lo recomiendo, los otros libros de este señor no me interesan o no tengo tiempo para meterles el diente, la filosofía es trabajo. Es el filósofo de moda, ahora lo citan todos los teóricos en arte, pero este libro me parece un libro maravilloso en términos de educación, porque lo libera a uno de una cantidad de cargas. ¿Qué está diciendo el autor en esta frase? Está diciendo que a veces el peor maestro no es el “mal maestro", sino el maestro que mejor explica, que más se preocupa porque sus estudiantes comprendan, que más los fuerza a comprender. ¿Por qué? Porque los está acostumbrando a las explicaciones. 

Después una persona que no tenga ese maestro explicador no se va acercar a las cosas, porque va a necesitar que alguien le explique.  Por supuesto, uno lo hace de la mejor fe, uno lo hace de buena gente, uno lo hace porque quiere que todos comprendan, pero a veces entre uno más explique algo, más acostumbra a esas personas a las explicaciones. Todo el libro tiene que ver con eso, con eliminar esa jerarquía, esas distancias.

Material original.

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Gustavo González Palencia
Gran Maestro Premio Compartir 2008
ogré incentivar en niños y jóvenes el gusto por la música y la ejecución de instrumentos musicales.