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El primer coro emberá katío de Bogotá está en el Colegio Agustín Nieto Caballero

20 pequeños desplazados del Chocó iluminan con sus voces las aulas de esta institución de la localidad Los Mártires, en la capital de Colombia.

Agosto 23, 2016

No hay música sin armonía. Eso lo tienen perfectamente claro los profesores de música del colegio Agustín Nieto Caballero, en Bogotá, Colombia, quienes encontraron en las niñas y niños de la comunidad indígena emberá katío un singular talento para el canto y para la interpretación de instrumentos. 

Por eso, la música se convirtió en una herramienta de inclusión de doble vía en esta institución de la localidad Los Mártires, pionera y referente en el ámbito distrital en atención escolar a poblaciones diversas, vulnerables o en condición de discapacidad. Mientras los niños de este pueblo indígena se integran a la vida cotidiana del colegio, sus compañeros y maestros conocen un poco más de esta cultura ancestral ejemplo de armonía y convivencia.

“Es que los emberá son uno. Tú ves a los niños corriendo por acá, a los padres y a los ancianos: ellos son muchos, pero se consideran uno solo. Esa unidad que mantienen las comunidades indígenas les permite vivir en paz, en armonía y con tranquilidad, porque ellos viven en conexión con el universo, con el todo”, explica la profesora Nelly Mosquera quien, durante los últimos 6 años, ha trabajado con los niños indígenas que llegan al Agustín Nieto Caballero y quien ha seguido muy de cerca el proceso que adelantan los profesores de la Orquesta Filarmónica de Bogotá con 20 niñas y niños de la comunidad emberá katío.

Nelly agrega que todos están conectados y en armonía, y la armonía es la base de la música, quizá por eso tienen un talento innato para practicarla. “Los indígenas, así como los músicos, entienden de ritmo y sincronía pues desde tiempos inmemoriales han vivido en sintonía con el universo, escuchando sus sonidos y silencios e interpretando su ritmo y melodía, tal como ocurre en la música”, asegura con una sonrisa la maestra.

Fue por este motivo y con el objetivo de aprovechar la afinación innata, el agudo sentido del ritmo y de la melodía, y la dulzura y la tesitura de las voces de los niños de este pueblo indígena, por la que los maestros de canto y música se le midieron al reto de formar el primer coro emberá de la educación pública de Bogotá.

Un experimento único en su tipo con el que se busca no solo fomentar el talento, sino fortalecer los procesos de inclusión de los pequeños de esta etnia con los otros miembros de la comunidad a través de la música.

Lea la experiencia completa en este enlace.

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Comunicador social y periodista.
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Hoguer Alfredo Cruz Bueno
Gran Maestro Premio Compartir 2009
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.