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Rodrigo Fábrega, director del programa Inglés abre puertas

El idioma por excelencia hoy en día es el inglés

Enero 5, 2011

Los maestros de Inglés: Los alquimistas de la educación en Chile

La última encuesta que se hizo de educación superior en Chile revela que entre las diez carreras más solicitadas por los jóvenes, está pedagogía en inglés. ¿Cómo se ha logrado esto? Rodrigo Fábrega, quien ha estado al frente del Programa Inglés Abre Puertas prácticamente desde su origen en 2003 responde a esta pregunta a la par que da pistas para comprender por qué este programa se ha constituido en referencia obligada en los países de la región en lo que a la enseñanza del inglés se trata.
 

Palabra Maestra: ¿Cómo justificar la presencia del Programa Inglés Abre Puertas en un país como Chile?

Rodrigo Fábrega: Chile es un país muy pequeño y hace mucho tiempo nosotros decidimos tener una economía abierta; puesto que el mercado chileno es muy chico las posibilidades de mejorar la calidad de vida de toda la gente en Chile están relacionadas con la posibilidad de hacer negocios para afuera. Hace cuarenta años éramos productores y hemos ido especificando lo que producimos, así que en uno de los estudios de competitividad que encargó el Gobierno en conjunto con el sector privado y la sociedad civil, nos dimos cuenta que una de las formas de crecer era competir fuera de las fronteras, en otros países, es decir que en ello éramos una potencia rudimentaria. Pero, si no teníamos una fuerza de trabajo con un nivel de idioma suficiente, íbamos a ver disminuidas nuestras posibilidades para poder hacer esto.

A su vez entendimos que, desde el punto de vista moderno, un ciudadano tiene que saber idiomas y el idioma por excelencia hoy en día es el inglés. Así como nadie puede ejercer su ciudadanía de verdad si no sabe el alfabeto tampoco lo podrá si no lo domina en otro idioma, así como si desconoce el alfabeto digital.

 

P. M.:   ¿Qué se soñaban alcanzar ustedes cuando lo echaron a andar en 2003 y hasta dónde han llegado?

R. F.: El inglés en Chile se ha enseñado desde hace por lo menos 250 años. Estamos adelantando una investigación sobre cómo se enseñaba desde Bernardo O’Higgins, nuestro libertador. En 1858 cuando Gregorio Víctor Amunátegui, un prócer de la educación chilena, entró a la academia de ciencias de la Universidad de Chile, dijo en un discurso, que un profesional no debería egresar si no sabía francés, italiano, alemán y muy bien, por supuesto, su lengua materna. Estamos hablando que esto fue 150 años atrás. Vale decir que en Chile siempre ha habido un interés por aprender idiomas, pero era un privilegio de una elite y lo que nosotros estamos haciendo es una alfabetización para el siglo XXI. El sueño era que para educar hacia el siglo XXI teníamos que tener dos pies más para caminar: uno era la informática (ser “nativo digital”) y otro el idioma no solo para ir por el mundo y buscar las oportunidades de becas, sino para también para recibir en Chile gente que viene de turismo, gente que viene a hacer inversiones, que viene a estudiar, etcétera.

 

P. M.: ¿Cómo inicia el Programa Inglés Abre Puertas en Chile?

R. F.: Primero nos preguntamos si teníamos la cantidad de profesores de inglés para enfrentar este desafío. Y, haciendo cálculos entre la cantidad de profesores que teníamos y los que se estaban preparando para enseñar inglés, solamente en el año 2037, tendríamos la cantidad suficiente de profesores y profesoras de inglés para enseñar en todo Chile. Era entonces necesario mostrar la relevancia, la importancia que tenía para el país formar más y mejores profesores de inglés.

El ministro de Educación de la época lideró el asunto y a cuanto acto asistía en las universidades, hacía las preguntas del caso: “A ver, ¿cuánta gente están ustedes preparando en pedagogía en inglés? ¿Cómo es la pedagogía en inglés en esta universidad? ¿Cómo están aprendiendo inglés aquí? ¡No es posible que tengamos profesionales del siglo XXI, sin que nos manejen el inglés a un nivel profesional!”. Con esto se logró que los rectores pusieran atención a la enseñanza de pedagogía en inglés y generó inmediatamente carreras en las universidades. Mientras en el 2003 teníamos apenas 500 personas estudiándola, hoy en día hay 13.800, es decir que nosotros vamos a cerrar la brecha de la carencia de profesores de inglés en el año 2014.

 

P. M. Y respecto a la calidad para asegurar que los estudiantes realmente aprendan el idioma, ¿qué principios orientaron sus acciones?

R.F.: Para empezar, partimos de la creencia de que la única institución en la sociedad que puede enseñar masivamente inglés, es la escuela. Y ya allí tuvimos que empezar rompiendo el paradigma de la época subyacente en la educación, que era enseñar acerca del inglés en español, dicho de otra manera, vimos que nuestros profesores y profesoras de inglés podían hablar acerca del inglés, de cómo estaba conformado, de cuál es su estructura, etc., pero no podían ellos mismos hablar, escribir, leer en inglés, y mucho menos tenían la visión de que sus alumnos tenían que conversar en inglés, que es la transformación de un curso, de una asignatura, a algo vivo. Lo que nosotros hemos dicho es que el inglés es vida.

En alguna ocasión le preguntamos a Humberto Maturana, un destacado biólogo chileno que ha obtenido varios reconocimientos, qué teníamos que hacer para que Chile fuera un país bilingüe y que no nos respondiera ni como profesor universitario, ni como una persona que había hecho su maestría en Estados Unidos, ni como académico, sino como biólogo. Su respuesta fue esta: “eso es muy sencillo, si queremos que la gente aprenda inglés, la única manera es aprender de alguien que sepa inglés, y por lo tanto, los profesores de inglés tienen que saber inglés”. Por lo tanto nosotros hemos sido muy enfáticos en que los profesores de inglés no solo deben saber inglés, sino sentirse cómodos con el idioma, que no estén preocupados por cosas accesorias del idioma, sino que sean capaces de comunicar.

A la vez, entendimos que si nosotros seguíamos formando profesores de la misma manera como veníamos haciéndolo, no íbamos a lograr lo que queríamos, así que tendríamos que renovar a los profesores que estaban activamente haciendo clase. Tomando como referencia la escala de uno a cinco del Marco Común Europeo, soñamos con que en el año 2010 todos los docentes de nuestro país tuvieran al menos el nivel tres [equivalente al B2 en Colombia] y que todos los alumnos tuvieran el nivel dos [que sería el B1]. Desde el punto de vista de los profesores lo vamos a lograr totalmente; desde el punto de vista de los alumnos nos va a faltar más tiempo, pero en materia de políticas públicas uno tiene que mostrar desafíos grandes. Hoy día nos hemos fijado la meta de tener en el 2015 70% de la gente dentro del Programa y para el 2020 deberíamos tener a todas las personas con los niveles que hemos establecido. Si uno no se pone ese tipo de metas es muy difícil poner a toda una sociedad detrás.

 

P. M.: ¿Cómo emprendieron el cambio?

R. F.: En marketing social se habla de cuatro niveles: los no creyentes, los creyentes, la gente que actúa y la sociedad que valora. Si en el 2003 se le preguntaba a la gente en Chile, ¿usted cree que el inglés es importante? el 95 % respondía que sí. Bien, teníamos creyentes, así que pasamos a la siguiente pregunta para ver si había acción y se valoraba efectivamente: “¿usted sabe o no sabe inglés?” y la respuesta fue “no, no sabemos inglés”, ante lo cual se hizo una contrapregunta: “entonces ¿usted está estudiando inglés?”. Y de nuevo la respuesta fue, “no, no estamos estudiando inglés”. Era claro, allí lo que teníamos que hacer era pasar de los creyentes a la acción, y después de la acción a la valoración social que es cuando la sociedad se ha organizado en función de ello. En términos de política educativa, es necesario verlo así, pues es distinto lo que se hace si se está con creyentes o con no creyentes, o cuando las personas ya han llegado a la acción o la sociedad valora el asunto. El Programa Inglés Abre Puertas se diseñó teniendo como base social a personas que creían que era importante hacer esto. Puede que en otros países la situación sea distinta y en consecuencia la manera de actuar.

 

P. M.: ¿Cómo incidió ello en el modelo mismo del Programa?

R.F.: Esto es interesante, la creación del programa no tuvo en su inicio una perspectiva educacional y eso marcó una diferencia en el énfasis curricular que se le había dado al área anteriormente. Aquí había una necesidad de país y era necesario asumirlo como tal. Fue entonces cuando nos dijimos: “vamos a tener tres clientes: primero, los docentes, segundo, los docentes, y tercero, los docentes”. O sea, todo nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, está orientado a hacer que los docentes de inglés sean considerados los nuevos alquimistas de la educación. Decíamos, “un profesor de inglés tiene que sentirse orgulloso de serlo, es una persona que está haciendo una contribución enorme al país y está ayudando a formar una generación completa que va a poder tener una mejor calidad de vida, mejores oportunidades de trabajo”.

 

P. M.: ¿Cual fuel el modelo que los inspiró o que les sirvió de base para construir su propuesta?

R. F.: Hicimos bastante investigación, pero no nos acogimos a un programa determinado. Nuestro primer mandamiento fue, “no lo puedes hacer solo”. Entonces nos dijimos: “vamos a buscar a las mejores personas en el mundo que sepan enseñar inglés y vamos a tener alianzas. Hay que hacerlo con las instituciones que tienen conocimiento de esto y lo han visto hacer en otras partes. Eso no forma un programa como este, pero sí la experiencia de cómo se aprende el idioma”. Entonces buscamos al British Council, a la embajada de los Estados Unidos, a la embajada de Australia. Después comenzamos a mirar quiénes eran las personas que habían estudiado cómo se aprenden los idiomas. A Chile han venido Penny Ur, Michael McCarthy con todo el tema del lexical approach, ha venido una cantidad de gurús. Hemos tenido el privilegio de podernos juntar con muy buena gente, con muy buenas instituciones. No hay ninguna posibilidad de hacer esto solos.

 

P. M.: ¿Institucionalmente cómo se organizaron?

R. F.: El Ministerio de Educación chileno funciona, la verdad, un poco fragmentado: por un lado está lo curricular, por otro la evaluación, en otra parte la capacitación, etc. Así, los costos de transacción para un docente de inglés que desea entender qué tiene que hacer, cómo va a ser evaluado, cuál es la normativa, cuáles las alternativas de capacitación, cuáles las oportunidades para sus alumnos, cuáles las oportunidades para su municipalidad, para su escuela, etc., son altísimos. Lo que hizo el Programa Inglés Abre Puertas fue crear una gerencia del inglés. Por lo tanto, los docentes, los alumnos, los directores saben que todo lo que tiene que ver con el inglés está radicado en el programa. Eso ha generado, aparte de una disminución en los costos, mucha credibilidad.

A la vez, también nos dimos cuenta de que no nos podríamos beneficiar institucionalmente si no involucrábamos a aquellos que están a cargo de la educación a nivel local. Por eso, en conjunto con la Comunidad Europea, seleccionamos a 70 municipalidades de Chile, donde vive casi el 60% de la población chilena, para que sus administradores de educación municipal fueran a ver durante una semana cómo se estaba haciendo esto en otros países, para que le preguntaran a sus contrapartes, “¿cómo es que aquí en Finlandia, aquí en Suecia, todo el mundo habla inglés, qué hicieron?”. Y luego fueron una semana a las universidades de España donde hay una cultura de multilingüística donde hicieron un diplomado de cómo hacer programas de enseñanza de idiomas a nivel local.

Nada se puede hacer de la noche a la mañana, los idiomas no se improvisan y estos países han hecho un esfuerzo de 30 años de trabajo para poder ser países bilingües y multilingües y con todo y eso, en un diario finlandés apareció en esos días una noticia en la cual los propios finlandeses pensaban que ellos tenían que mejorar todavía más su nivel de inglés, cuando todo el mundo en las calles, en los taxis, en los aeropuertos, en los hoteles, habla inglés. Nosotros podríamos hablar mejor español, siempre se puede saber más. En lo que respecta al inglés nosotros tenemos que fijarnos una meta mínima por alcanzar y esa es aquella cuyo nivel nos permita ser autónomos.

 

P. M.: ¿Qué enfoques sobre la enseñanza y el aprendizaje del inglés han guiado el programa?

R. F.: Hicimos un diseño basado en teorías de política educacional, con lo que dicen David Baker y William Boyd, que es como hablar de las políticas educacionales y aplicamos el conducto teórico de la lingüística aplicada en sus múltiples facetas. Aquí hay una especie de guerra fraticida entre los que enseñan la gramática, los que dicen que el léxico es lo vital, los que dicen que lo importante es la pronunciación; hay en el mundo académico muchas disputas entre qué funciona y qué no funciona; una disputa que hay que usar a favor del programa, no en contra. No hemos excluido a nadie, solamente hemos dado espacio para que todos desarrollen una muy buena difusión de su investigación. Hemos tomado prestado de la economía, por el tema del costo-transacción; hemos tomado prestado de la sociología, entendiendo que el modelo institucional y la institución que realmente puede hacer que este país sea bilingüe es la escuela; hemos tomado prestado de la biología.

 

P. M.: ¿Cuáles son las bases conceptuales del programa, desde el punto de vista curricular qué hay de fondo?

R. F.: Una cosa importante es que tenemos un área de política pública y otra curricular. El mensaje que hemos lanzado es que el inglés se habla, por lo tanto hemos dicho a los docentes que tienen que hablar inglés. Como país tenemos que importar inglés, porque no tenemos inglés disponible en las calles. En Santiago hay en algunas partes turísticas, por supuesto en la Isla de Pascua, en las Torres del Paine, en el sur; lo mismo que me imagino ocurrirá en Colombia, pero no hay un inglés en la calle, entonces decidimos que, si vamos a dar ese mensaje sobre la importancia de hablar inglés, tenemos que tener un centro nacional de voluntarios. Partimos con quince voluntarios en el año 2004 y hoy en día tenemos 820. La gramática ayuda, el lexical approach ayuda, la inversión ayuda, los colegios bilingües ayudan, todo ayuda, pero el mensaje de entrada es que el inglés es para hablarlo, y tenemos que ser capaces de tener personas autónomas. Nosotros incentivamos competencias de debates, sketches, una radio en inglés, incentivamos que haya voluntarios. Lo que hemos hecho es llevar el inglés a las escuelas. Veamos un ejemplo muy sencillo que puede ayudar a entender mejor lo que queremos. Supongamos que llegamos a una escuela con un extranjero, que se nota que es extranjero, y un niño le pregunta a uno “oiga, y cómo se llama el señor?”. “Bueno, pregúntele usted”, respondería uno y entonces el niño, tímidamente, se le acercaría y le diría “what’s your name?” y el norteamericano, o inglés o de una país europeo o japonés, respondería “My name is John”. Allí, en ese momento, ese niño se da cuenta de que sí sabía preguntar el nombre y sí se le respondió. Eso se llama actualizar el idioma, porque lo que ha ocurrido es que a uno le enseñaban un montón de cosas pero nunca ha sabido, si cuando se las va a decir a alguien le van a entender o no. Lo que hemos hecho es tener un currículo sólido que hemos actualizado permanentemente.

 

P. M.: ¿Ha logrado Chile un desarrollo profesional docente en esta área?

R. F.: De una parte, nosotros usamos la escala Alte que permite saber cuánto sabe alguien de pedagogía en inglés mediante un test. Hay dos ejes: uno vertical, que mide lo que yo sé de pedagogía en inglés, y uno horizontal que dice lo que sé de inglés. Lo que hicimos, y seguimos haciendo, fue medir a los profesores en estas dos dimensiones; si sabe pedagogía pero no inglés, la ponemos en un curso de inglés. Si sabe inglés pero no pedagogía, le enseñamos pedagogía. A la vez le dijimos a las municipalidades: tienen un déficit de docentes, por lo tanto tiene que contratar más gente.

Ahora, cada profesor individualizado tiene un plan de desarrollo profesional. Hemos hecho una evaluación de ellos; si está en un nivel Alte 2 [equivalente al B1 en Colombia] y necesita tener confianza con el idioma, le ofrecemos un programa que se llama English Summer Town, donde en dos semanas esa persona que llega con precariedad para comunicarse, adquiere fluidez. Cuando están con ese nivel le ponemos un voluntario, y empieza entonces a tener una continuidad en el manejo del idioma. Por otra parte, tenemos profesores de inglés a los que hay que reentrenar. Hay gente en los sectores rurales obligados por ley a enseñar inglés, entonces hemos hecho un set de clases pregrabadas y ellos aprenden con sus alumnos. Ellos tienen una capacitación para usar este material desarrollado por nosotros.

 

P. M.: ¿El Programa cubre al sector privado también?

R. F.: En Chile tenemos tres sectores en la educación, según el financiamiento. El 10% es privado, al 40% el Estado da un voucher, y ese colegio se paga con él, a veces no es suficiente para pagar esa colegiatura y por lo tanto la escuela le pide a los padres que hagan otro aporte. Y el tercero son los colegios municipales que tienen una subvención estatal completa y la educación es gratuita. Por ley solo trabajamos con los colegios de los últimos dos grupos, no con los privados. Sin embargo es un problema porque muchos profesores de los colegios privados quieren meterse en nuestros cursos, quieren aprovechar las oportunidades que hay acá y lamentablemente, por un problema legal, no lo podemos hacer.

 

P. M. ¿Cómo seleccionan los maestros para acceder a programas o proyectos de mejoramiento profesional?

R. F.: Hay una asignación de excelencia pedagógica, hay unas redes de maestros, hay proyectos de innovación y todo esto lo hemos dirigido para que llegue a los docentes. Una crítica es que si uno lee el manual para poder postular un proyecto de mejoramiento educativo, es muy difícil que alguien quiera hacerlo. Lo que hace el Programa Inglés Abre Puertas es reducir ese manual a cuatro, cinco páginas claves, hacer una aplicación en la web para que lo puedan hacer, informar a todas nuestras redes, nos preocupamos de hacerle un curso on line de preparación de proyectos, de evaluación de proyectos. Hemos hecho que un profesor de inglés esté para promocionar y para enseñar más inglés, y por tanto los mismos profesores están haciendo sus propios proyectos y después a nosotros nos mandan aquellos que han sido exitosos. No hay que creer que esto es solamente inglés sino que el profesor se conceptualice a sí mismo como una persona clave en este desafío, que se conceptualicen como profesional, igual que un arquitecto, que un médico, que un ingeniero; ellos son profesionales, y como profesionales tienen acceso a esta capacitación continua, a esta generación de conducta de mejores prácticas entre pares, a participar de eventos en otras partes, a poder organizar sus propios eventos en las escuelas, etc.

 

P. M.: ¿Cómo han podido incidir en la valoración social de la labor del docente de inglés?

R. F.: Cuando una presidenta, Bachelet, que tiene el 74% de popularidad, que nunca en Chile alguien había tenido eso, dentro de las 36 medidas que impulsó su gobierno incluyó dos que tenían que ver con los profesores y la enseñanza de inglés, la señal es que esto es muy importante para el país. Si usted estudia pedagogía en inglés, el Gobierno le va a dar una beca para que vaya a estudiar un semestre en el extranjero, a cualquier universidad del mundo que le convalide los cursos, y eso no está disponible ni para los médicos, ni para los ingenieros, ni para los abogados, ni para nadie. Cuando la autoridad política pone una vara, generalmente la sociedad se quiere ajustar a esa vara.

Acá en Chile en el 2004 tuvimos la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico –Apec–, entonces se revolucionó esto y todo el mundo hablaba en inglés y qué sé yo, se generó una hambre por decir “esto es lo que tenemos que hacer”. Esto no sólo lo tenemos que hacer sino que lo podemos hacer, y esto no es solamente lo que tenemos que hacer sino que se puede hacer. Es un sueño realizable. Es fundamental que la autoridad política máxima de la nación esté detrás de un esfuerzo como éste, que los ministros estén detrás de un esfuerzo como éste, que por ejemplo el ministro de Hacienda vaya a visitar los campos de verano de inglés. Hay poca posibilidad de que un ministro de Hacienda vaya a ver qué se está haciendo en educación, bueno, el ministro Andrés Velasco va a ir, la propia presidenta ha ido varias veces; hay un interés genuino y una vocación decidida por hacer las cosas.

Y por otro lado dentro de la escuela los docentes de inglés empiezan a despertar envidia entre sus colegas pues ven que tienen un contacto muy directo con el Programa y las oportunidades que este le ofrece. Un profesor cualquiera de otra área para poder hablar con una persona dentro del Ministerio necesita dar una cantidad de pasos grandísimos, mientras que nosotros los hemos reducido. Al día, nosotros les respondemos a unos doscientos, o trescientos profesores de cualquier parte de Chile, ellos saben que si nos buscan, tienen una respuesta inmediata; un profesor de inglés sabe que si quiere hacer algo y nos presenta una idea, nosotros la vamos a tomar como un desafío propio y los vamos a apoyar. Eso ha generado que dentro de la escuela los profesores de inglés han empezado a tener mayor poder, y ya tenemos que muchos profesores de inglés los han ido contratando para que sean directores. Eso quiere decir que son personas entusiastas, que han tomado cursos, que están preocupados por su quehacer, que han estado dispuestos a evaluarse, han estado dispuestos a estudiar en las horas, en los días fuera de clase, fuera del horario de trabajo, que son lo mejor que tenemos en Chile.

 

P. M.: ¿Puede señalar al menos tres aspectos que no pueden faltar en un país que quiere facilitar la enseñanza del inglés y tres que, por la experiencia de ustedes, no valen la pena experimentar?

R. F.: Primero, acumular conocimiento. Hay mucha gente que sabe cómo se hacen las cosas bien, y hay que acumular conocimiento. Nosotros contratamos con la Universidad de Cambridge en el año 2004 una prueba a la gente que estaba en octavo y a la que estaba en el último año de enseñanza media, y ahora le hicimos el año pasado la segunda prueba y ya sabemos cuáles son las cosas que funcionan y las que no funcionan, empíricamente, científicamente. Hay que acumular conocimiento de política pública y de teoría educativa en enseñanza de idiomas. Esto es de alta complejidad, no es enseñar idiomas, es transformar la capacidad de un país para poder estructurar el futuro, por lo tanto no es tan simple como hacer clases de inglés. Quien crea que puede hacerlo aumentando más de clase, aumentando más horas, cambiando los libros, la verdad no creemos que eso vaya a funcionar. Lo segundo son las alianzas. Solos no lo pueden hacer, se necesita el consenso, se necesita que el sector público, privado, nacional e internacional, local y regional se involucre y que cada uno aporte. La tercera, que yo diría que es muy importante, es pensar en el largo plazo. En política pública hay algo llamado la inconsistencia dinámica, significa que los períodos electorales no coinciden con los períodos de los proyectos. Si este proyecto hubiera terminado cuando terminó el presidente Lagos quien fue el que lo lanzó, estaríamos fritos, no habríamos hecho nada. Vale decir que hay que sacar esto del área de la contingencia, de los programas que evidentemente tienen un componente político. El largo plazo es absolutamente fundamental. Entonces yo diría que las tres cosas son: conocimiento, alianzas y largo plazo.

 

P. M.: ¿Y las tres que, por la experiencia de ustedes, no valen la pena experimentar?

R. F.: Lo que creo que no hay que hacer es, primero, creer que el inglés tenga que reemplazar al español. Cuando uno va a un lugar, donde un director, y llega con voluntad de angloparlante, y ese director no sabe hablar inglés, ese director queda desplazado, porque uno organiza unas reuniones de inglés y está dando una excelente demostración de que puede hablar inglés, pero está cerrándole las puertas a ese proyecto en esa escuela. No queremos reemplazar el español por el inglés, solo queremos saber inglés para cuando sea necesario utilizarlo de una forma productiva para entretenerse leyendo un libro, o ver una película, pero no hay que pensar que hay que reemplazar el español por el inglés. Cuando me preguntaron del New York Times, “what kind of English are you teaching: American style or British style?”, dije “Chilean style”.

La segunda cosa es que esto no puede quedar en manos del sistema educativo solamente. Es fundamental que esto no sea visto como un monopolio, sin duda alguna, en Chile tenemos el liderazgo técnico en esta materia, hemos tenido el privilegio y los recursos para aprender todo lo que hemos podido, e ir a todos los países que hemos querido a ir a ver cómo lo están haciendo, hemos acumulado mucho conocimiento en esta materia, hemos traído expertos etc., pero la educación funciona en general muy aislada. Lo que hemos hecho es crear condiciones, esto no es un negocio nuestro, esto es un problema del país en el cual nosotros vamos a construir, por lo tanto no hay que exceder la percepción de que esto es solamente una tarea educativa. Y la tercera cosa es que no hay que creerle a los que andan vendiendo soluciones fáciles. Hay industrias millonarias detrás de la enseñanza del inglés que hacen promesas que realmente no conducen a nada. Lo hemos vivido aquí en Chile; hay municipalidades que han decidido tomar su camino propio y después, a los tres años dicen, mire hemos gastado tanta plata y no se ve ningún resultado. Hay que tratar de desincentivar a aquellos que creen en el camino fácil, no hay atajos para aprender el idioma.

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Carlos Enrique Sánchez Santamaria
Gran Maestro Premio Compartir 2011
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