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Una mirada crítica al aprendizaje invertido

Desde hace mucho tiempo, los buenos maestros han tratado de hacer que las aulas sean un lugar de discusión y de actividades de aplicación, no solo de cátedras.

Febrero 2, 2019

El Aprendizaje invertido no debe ser considerado como un remedio para resolver todos los problemas educativos, aunque tiene el potencial de crear un ambiente propicio para el aprendizaje activo, comprometido y centrado en el estudiante (Hamdan, et al, 2013, p. 16). Dicho esto, existen planteamientos y desafíos a los que necesita responder el modelo.

Herencia de una educación tradicional

Un ejemplo de la opinión y reacción poco favorables de los estudiantes al experimentar el Aprendizaje invertido es el caso del Dr. Persky [1]: El Dr. Persky es un gran partidario del modelo y en una de sus recientes pláticas, en The Flipped Classroom in Health Professions Education: Expanded Interactive Learning at UNMC, compartió algunos de sus hallazgos encontrados en sus implementaciones, especialmente los relacionados a la renuencia al cambio que viven los estudiantes. Este modelo no permite que los estudiantes se sientan cómodos pues, por naturaleza realizar de una forma diferente las cosas, siempre causará molestia. Señaló que aunque los estudiantes aprenden más, no les gusta el curso y en su caso particular, mientras más utilizó Aprendizaje invertido en sus clases, más bajó su evaluación de docente (Simpson, 2014).

Extracto de una conversación con sus estudiantes:

  • Estudiante: “No sé si estoy aprendiendo cosas a causa de todo este aprendizaje activo”
  • Dr. Persky: “Pero, ¡obtuviste 99 en el último examen”
  • Estudiante: “No siento que me enseñó. Lo aprendí todo por mi cuenta”
  • Dr. Persky: “Sí, ¡lo hiciste!” (triunfalmente)

No todo el aumento en la carga de trabajo recayó en los estudiantes ni fueron los únicos que sufrieron “incomodidades”, todos los involucrados se sintieron incómodos por el cambio (incluyendo al propio profesor). A pesar de los hallazgos desconcertantes, el profesor Persky concluyó su participación en la conferencia afirmando: “Hay evidencia de que esto funciona”.

El descontento y reacción desfavorable de los estudiantes se puede deber a una herencia inherente del modelo tradicional de enseñanza en el que el profesor es el responsable de “enseñar” y “transmitir” los conocimientos. La expectativa del estudiante “tradicional” es depositar en el profesor la responsabilidad de adquirir nuevo aprendizaje y conocimiento.

Esta situación tiene dos caras: por un lado, el desajuste de los estudiantes a un nuevo diseño de clase y, por el otro, el manejo de su reacción negativa. Hay cosas que el profesor puede hacer para ayudar a los estudiantes y hay cosas de las cuales los estudiantes son responsables de su aprendizaje. Es necesario lograr un equilibrio entre ambas partes para lograr experiencias de aprendizaje verdaderamente enriquecedoras. El Aprendizaje invertido por sí mismo no proporciona de forma automática ese tipo de experiencias de aprendizaje excepcionales, lo que ofrece es el espacio y el tiempo para que profesores diseñen y realicen actividades de aprendizaje cruciales y retadoras que ofrezcan experiencias sin las cuales no se podría decir que se ha aprendido un tema determinado. Este modelo no funcionará si no hay valor real en el tiempo de la clase, en dicho caso, los estudiantes tendrían razón de resentir que están aprendiendo por su cuenta (Talbert, 2014a).

“Si el maestro pudiera ser reemplazado por un video de YouTube, debería ser reemplazado. Si un maestro solo disemina contenido entonces no está agregando valor alguno porque el contenido ya se encuentra libre y disponible para que cualquier persona lo pueda obtener”. -Jonathan Bergmann, Profesor de Química , entrenador educativo, escritor y conferencista. Pionero del movimiento aula y aprendizaje invertidos.

La resistencia estudiantil a un nuevo paradigma de aprendizaje no significa que este sea malo en sí, solo significa que los estudiantes no se sienten cómodos y están tratando de averiguar cuáles son las nuevas reglas. Tampoco tiene porque ser permanente, los estudiantes pueden cambiar de opinión, la clave está en la comunicación efectiva y el acompañamiento durante la transición (Talbert, 2014b). Los estudiantes entran en conflicto porque quieren seguir con el esquema de trabajo anterior: profesores impartiendo la clase e instrucciones claras sobre cómo obtener una buena calificación.

¿Nuevo modelo?... ¡Ya se debería estar haciendo!

Una de las principales críticas al Aprendizaje invertido es que no se trata de un modelo pedagógico como tal, puesto que únicamente ha sido el resultado de las prácticas de profesores utilizando diferentes herramientas para satisfacer las necesidades individuales de sus estudiantes (Hamdan, McKnight, McKnight, y Arfstrom, 2013, p. 15). Esta observación va de la mano con otros de los cuestionamientos importantes a la tendencia, por ejemplo Josh Stumpenhorts (2012), señala que el aprendizaje activo y lo que sucede en un ambiente de aprendizaje centrado en el estudiante es algo que ya debe o debería estar sucediendo en los salones de clase; si los videos “instruccionales” ahora dirigen la instrucción educativa, estamos hablando simplemente de un reempaquetamiento del modelo tradicional y no un paradigma o pedagogía de aprendizaje nuevo.

Desde hace mucho tiempo, los buenos maestros han tratado de hacer que las aulas sean un lugar de discusión y de actividades de aplicación, no solo de cátedras. Esto se aprecia en aquellas clases en las que los profesores utilizan elementos del método socrático, el método Montessori, entre otros. “Dar la vuelta al salón de clases” sugiere que la cátedra es el estándar de clase y hacer cualquier otra cosa es una reinvención (Bukola, 2012).

“Tarea invertida” y la sobrecarga de contenidos

Gary S. Stager (2013), educador, conferencista, periodista y además crítico del Aprendizaje invertido, sostuvo un debate con Aaron Sams en el canal de radio público de la Universidad del Sur de California. En dicho debate Stager expuso sus principales preocupaciones en la educación en general pero que también se conectan con esta tendencia:

  • El Aprendizaje invertido pone mucho énfasis en las clases y tareas; ninguna de las dos son productivas y este modelo consiste únicamente en invertir la posición de ambas. Adicionalmente, la asignación de tarea para realizarse en casa sigue interfiriendo en el tiempo libre del estudiante, tiempo que debería utilizarse para realizar actividades personales, relacionarse con amigos y familia, realizar deportes, trabajar, cuidar hijos, etc., idea que comparten Nielsen (2012) y Stumpenhorts (2013).
  • Por otro lado, la necesidad de invertir una clase también puede ser una señal de un currículo “inflado” o saturado, esto debido a que las escuelas tratan de cubrir demasiado contenido, parte del cual se tiene que enseñar fuera del aula.
  • En lugar de liberar el tiempo de clase para la enseñanza centrada en el estudiante, el modelo de Aprendizaje invertido requiere la estandarización de la experiencia del aprendizaje, favoreciendo la privatización de la educación y la eliminación de la mayoría de los profesores. Predice que se contratarán profesores mediocres para crear videos que no se adaptarán a las necesidades específicas de cada clase.

Sams y Bergmann (2012) comparten la preocupación de Stager en cuanto a la sustitución de profesores por videos genéricos. Sin embargo, también ellos siempre buscan dejar en claro que el Aprendizaje invertido no disminuye la importancia del profesor, sino todo lo contrario.

Referencia:

Tecnológico de Monterrey. Observatorio de Innovación Educativa. (2014). Introducción: Aprendizaje invertido. Edu Trends | Aprendizaje Invertido, 20 - 21. Recuperado de: observatorio.itesm.mx/edutrendsaprendizajeinvertido

 



[1] Dr. Persky, profesor clínico asociado de farmacoterapia y terapéutica experimental en la Escuela de Farmacia Eshelman de la Universidad del Norte de Carolina. Fue uno de los oradores en el evento reciente The Flipped Classroom in Health Professions Education: Expanded Interactive Learning at UNMC.

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Análisis a profundidad de las tendencias educativas con mayor potencial de impacto en educación superior dirigido por el Observatorio de Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey, México.
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