Usted está aquí

“Decir y hacer lo que se debe en el momento preciso y justo”

Abril 22, 2015

Aún recuerdo al rector de ese prestigioso Colegio arquidiocesano, diciéndome: profesor Fernando,  con el ánimo e interés de mejorar la atención a nuestros estudiantes, se ha decidido, reorganizar administrativamente  el colegio, y  crear una nueva sección con los grados de los estudiantes más pequeños, para que usted  la coordine.

Lo primero que pensé  fue: ¡Pero si yo de administración educativa no sé nada¡ Sin embargo,  por la emoción del momento lo primero que atiné a decir fue que aceptaba,  tal vez por lo que pensaba hasta ese instante de manera un tanto desdibujada de lo que era ser un docente directivo: alguien con oficina y escritorio propio encargado de dar órdenes a docentes y de “sancionar” estudiantes.

Ya son casi quince años en los que empecé en esta quijotesca tarea de direccionar, planear, administrar y programar todas esas acciones que se mencionan en la ley  de educación de nuestro País.  Sin embargo, aún dichas acciones sólo se comprenden, algunas se minimizan, y otras ni se tienen en cuenta cuando se labora como coordinador de  un centro educativo.  

Meses después de haber aceptado la propuesta que me hizo el Sr. Rector años atrás  empecé a ejercer en el cargo y ya inmerso en mi tarea de coordinador es que fue apareciendo la verdadera cara del quehacer directivo, no la que está escrita en leyes y decretos, que de hecho a mi parecer es la mas fácil de realizar, sino aquella que consiste en decir y hacer lo que se debe en el momento preciso y justo con estudiantes, docentes y padres de familia. Es decir, responder a todos los llamados de auxilio que a diario se presentan en el quehacer educativo. Y digo llamados de auxilio porque en cierta forma los coordinadores vamos tomando un carácter de superhéroes (algo que no debería ser así) para mediar y  solucionar situaciones que son producto de la normal interacción que se da entre los distintos miembros de una comunidad, la educativa.

Tales “S.O.S” que comúnmente se escuchan vienen  de los docentes e incluyen: situaciones en las que los estudiantes no siguen indicaciones  o se niegan a cumplir  con normas básicas y sencillas para estar en clase, a padres de familia quienes con el ánimo por el piso me dicen: coordinador  mi hijo (a) ya se me salió de las manos, y a estudiantes -sujetos primeros de toda la intencionalidad formativa de la escuela-, que  con la tranquilidad y sinceridad propia del adolescente revelan sus inconformidades con algunos métodos de enseñanza,  hablan de la buena o regular relación con sus docentes y compañeros de clase, y de cómo es su vida familiar en lo ordinario de la vida. 

Y así sucede por cerca de las cuarenta semanas de un año escolar normal, y es ahí en donde me he dado cuenta que el imaginario que yo tenía de lo que era un coordinador en un colegio no era lo que pensaba: lo menos importante son las ordenes y las sanciones, lo importante es  saber responder a esos continuos llamados de auxilio de la manera más sensata, coherente y asertiva: “decir y hacer lo correcto en el momento justo”.

La norma técnica curricular y la legislación educativa  la aprendí  en mis estudios de Magisterio y me sigo actualizando en ello, pero aprender a ser coordinador  de una institución educativa ha sido un proceso  de todos estos años, y han sido mis estudiantes y compañeros docentes quienes me lo han enseñado.  Qué bueno fuera que todos los que hacemos parte del sistema educativo como directivos sigamos creyendo que lo que hacemos, educar, así no estemos en el aula,  es uno de los actos mas  valiosos  para construir la paz y la equidad por una nueva sociedad, por un nuevo País tal como se menciona en el Plan Nacional de Desarrollo.

Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Escrito por
Licenciado en Ciencias religiosas. Pontificia Universidad Javeriana
Promedio: 5 (2 votos)
Estadísticas: .
Henry Alberto Berrio Zapata
Gran Maestro Premio Compartir 2007
Empaqué en el equipaje de viaje de los estudiantes la herramienta más importante para cualquier destino: los argumentos.