Una vez que se está cobijado por la luz descuadernada, es difícil recordar que existe un afuera, excepto por el movimiento mesurado del carromato itinerante.
Consciente de la importancia del clima laboral para el bienestar y la salud de los educadores, el profesor Carlos Abril se propuso rastrear indicios de malestar e identificar sus causas.
Con el apoyo de las tecnologías logré que los estudiantes convirtieran el pasado de exclusión que vivió éste municipio lazareto en un pretexto para investigar, conocer la historia y conectarnos con el mundo.
El agradecimiento es algo profundo: es darse cuenta, es ver y reconocer. Es hacer visible nuestra gratitud y así ampliar nuestra capacidad de construir bienestar.
Tan pronto sale de la escuela de graduados, el sujeto debe empezar otra educación y tiene que aprender un nuevo curso: estudiar en la “escuela de la vida” en “la universidad de la calle”.