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¿Cuándo podemos hablar de maestras y maestros investigadores?

Qué tan cierto es que los maestros no pueden hacer investigación en y desde su lugar de trabajo. Un punto de vista a ese cuestionamiento.

Abril 20, 2018

Con estas reflexiones quiero desmitificar aquellas posturas radicales, bastante lejanas de la realidad desde mi punto de vista, que afirman que los maestros no pueden hacer investigación en y desde su lugar de trabajo, y dejar abiertas algunas pistas para su reconocimiento.

Para situarlas, me refiero a la investigación educativa y pedagógica que es el campo propio de reflexión y del quehacer de los educadores y que se enmarca en los cánones de la investigación en ciencias sociales. Parto de reconocer que existen diferentes formas y niveles de profundización y de alcance en la producción de conocimiento, y que dicha producción así como la investigación misma y la formación para su ejercicio, son procesos continuos y permanentes.

Es claro, que no se llega a un nuevo conocimiento de forma inmediata sino después de largos esfuerzos de indagación, exigencia, rigor, conjeturas y reordenación de ideas y teorías, y que para llegar a ser investigador es necesario pasar por experiencias que potencien simultáneamente el desarrollo de la actitud y práctica investigativa.

Si el investigador social no es un sujeto aislado del mundo, sino metido en el mismo, en contacto con la cultura, con la educación, con la historia, con la política, y a su vez, se asume como constructor de las mismas, entonces al leer, valorar o juzgar la producción pedagógica de los y las maestras que investigan sus realidades, sus prácticas, sus experiencias, y que producen saber sobre las mismas, es pertinente que nos preguntemos: ¿Cuál es el valor educativo o pedagógico de dichas producciones para el contexto en que se originan y para los mismos sujetos-productores-autores? ¿A quién o a quiénes beneficia esta producción? ¿Qué es lo nuevo? ¿Qué eventos o nuevas investigaciones podrían continuarse a partir de los hallazgos?

Con estas breves precisiones, dejo a manera de premisas y con fines provocadores las siguientes reflexiones:

Los y las maestros actúan como investigadores cuando amplían su mirada para leer textos y contextos más allá de lo que es visible.

Cuando buscan descubrir los invisibles que obstaculizan su labor, por ejemplo, las razones que hacen desertar a niños y jóvenes del aula escolar. En esa indagación, el maestro hace uso de herramientas y procesos investigativos: se obliga a consultar, a estudiar, se pregunta, se abre al diálogo, a la crítica, al disenso y al consenso, a revisar lo que hace para rediseñar el cómo de su acción pedagógica a fin de conjugarlas con las exigencias que sus estudiantes y el contexto le demandan.

Los y las maestros actúan como investigadores cuando asumen como propia la expresión de Goethe: "si no pretendiésemos saber todo, puede que conociésemos mejor las cosas". Cuando aprenden a delimitar los objetos y las preguntas sobre aquello que quieren conocer y se convierten en observadores permanentes, registran datos y detalles de todo aquello que les ayude a entender el problema y a configurar las nuevas respuestas.

Cuando mantienen vivas sus preguntas, intensifican sus dudas, hacen evidente la necesidad de ampliar su saber y asumen una actitud de siempre aprender.

Pero, actuar como investigadores no es un deseo lejano en el quehacer de los maestros y maestras porque ya están actuando como tal; algunas de estas evidencias se expresan en su postura crítica frente a las realidades socioeducativas y en su decisión de asumirse como Co-constructores de las mismas; en sus capacidades para leer críticamente la información que circula, para dudar de los contenidos y de los currículos preelaborados que se imponen como preceptos y adoptar su rol de constructores.

En estos procesos los maestros son lectores y escritores autónomos, realizan producciones académicas, son rigurosos con las fuentes, adoptan rutas y métodos que a la vez que les posibilitan cualificar su quehacer, producen saber pedagógico.

Los maestros y maestras ya se están formando y están actuando como investigadores investigando, arriesgándose a reflexionar sobre lo que hacen, a escribir para compartir con sus pares. Al investigar están comprobando que uno más uno no son dos sino cinco, veinte, o más, porque su producción se multiplica y llega a beneficiar a muchos y porque en ese proceso sienten la necesidad de crear grupos, colectivos y redes productoras de saber y de nuevas formas de hacer pedagogía.

En suma, posibilitar que los y las maestras investiguen es la mejor inversión porque se produce una doble potencia: se transforma el sujeto que produce saber y se cualifica el saber pedagógico que se produce. La tarea entonces es continuar apoyando las iniciativas autónomas o cogestionarias de los maestros y maestras que asumen la investigación como su herramienta de trabajo, de cualificación y de producción intelectual.


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*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en Madrid, España.
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Martial Heriberto Rosado Acosta
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Sembré una semilla en la tierra de cada estudiante para que florecieran los frutos del trabajo campesino en el campo que los vio nacer