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Metodología dalcroze para el desarrollo de la inteligencia musical

Conozca el origen del método, sus principios fundamentales y los aspectos didácticos del manejo del aula de clase que contribuyen al desarrollo de la comprensión sonora.

Julio 12, 2018

La educación musical, como aporte esencial en la formación integral del niño, es fundamental en el currículo escolar desde la primera infancia. Por esto, en el ámbito académico han surgido diferentes propuestas, en torno a cómo debe ser esta aproximación a la música, y qué aspectos debe contemplar desde lo pedagógico y lo didáctico. 

Este tema se ha abordado años atrás, a partir de un análisis de lo que significa el desarrollo integral y la educación del niño como un todo, y cómo el aprendizaje se da al involucrar las diferentes dimensiones en cada experiencia. De esta manera, se le ha dado al cuerpo y al movimiento un papel preponderante en la educación a nivel infantil, como herramienta de acercamiento a ese mundo que le rodea, para que las percepciones hagan parte de su experiencia, a través de todos los sentidos.

El método Dalcroze, aunque es conocido y aplicado desde la primera década del siglo XX, es una propuesta fundamental innovadora de la educación musical, pues plantea una didáctica basada en el aprendizaje activo y significativo, donde el niño, expuesto al ambiente sonoro que lo rodea de manera consciente (a través del oído, de la vista y también del cuerpo en movimiento), puede llegar a apropiarse no solo del conocimiento musical, sino además de las habilidades que la música exige para poder convertirse en una forma de comunicación propia.

Aproximación al concepto de inteligencia musical 

Su adquisición se expresa a través del desarrollo de una sensibilidad y entendimientos particulares hacia aspectos de la música como el ritmo, la melodía, la armonía y el timbre. 

Desde el punto de vista educacional, su desarrollo comprende la adquisición de habilidades auditivas, motoras, expresivas y cognitivas, por medio de la experiencia, con los elementos que conforman la música. Estos elementos son el reconocimiento del propio cuerpo y del entorno, el desarrollo del sentido rítmico, el reconocimiento de la relación espacio temporal de los sonidos, la interiorización del pulso y de las alturas, la discriminación auditiva, el desarrollo vocal en el canto, la experiencia interpretativa de instrumentos, la creación musical, la improvisación y la adquisición del código universal de la música.

Origen del método 

El método Dalcroze surgió como respuesta a la falta de vida que encontró su fundador en la educación musical, que se reducía a frías clases teóricas y a desarrollar hábitos interpretativos mecánicos, cuyos resultados eran, en muchos casos, la falta de emoción, expresión y energía en las interpretaciones musicales de sus estudiantes.

De esta manera, propuso una manera de abordar la enseñanza de la música buscando el perfeccionamiento de la audición, la sensibilidad nerviosa, la adquisición de sentido del ritmo, el desarrollo del oído interno, la relación entre el movimiento en el tiempo y el movimiento en el espacio y, por último, la facultad espontánea de exteriorizar sensaciones internas (Bachmann, 1991). 

Así fue como desarrolló una forma activa y sensitiva de abordar los elementos teóricos de la música a través del cuerpo, para que se volvieran experiencia, de lo perceptivo a lo expresivo. De esta forma, creó ejercicios que estimulaban al máximo la capacidad perceptiva de los estudiantes, ayudándoles a captar los conceptos, por medio de esta experiencia fisiológica y emotiva, promoviendo no solo el entender sino el hacer, y de igual manera, a superar obstáculos y barreras de aquellas ejecuciones que solo podían alcanzar aquellos que habían nacido con ese “talento innato”.

Su propuesta pedagógica se dividió en tres disciplinas concretas:

  • La rítmica
  • El solfeo
  • La improvisación, que planteó no como fines, sino como medios para la adquisición de las competencias de la inteligencia musical.

Educación musical a través del movimiento y el ritmo 

Dalcroze, apasionado por la formación de sus estudiantes, evidenció la dificultad que tenían muchos en el control del ritmo y de sus movimientos en la ejecución instrumental y vocal y se dio cuenta del valor de las sensaciones corporales para intervenir adecuadamente en estos procesos.

De esta manera, en contraposición con el enfoque puramente académico de la enseñanza de la música a través de libros, concibió al estudiante como un sujeto vivo que hace experiencia, transmitiendo mediante el cuerpo y el movimiento, conceptos que la mayoría de las veces sólo se habían adquirido en el curso de una formación técnica intelectual (Bachmann, 1991).

Dalcroze entendió que la comprensión de aspectos de la música como el ritmo y la melodía requieren que la totalidad de la persona las identifique en sus detalles desde lo propioceptivo. Esto se da desde la estimulación de la inteligencia corporal kinestésica, pues las sensaciones musculares tienen la capacidad de percibir la sensación de tensión-distención, alto-bajo, corto-largo, la amplitud de movimiento en el espacio y la sensación de la dirección de la música (Riveiro & Martins, 2007).

 

Lea el contenido completo en la Página Web de la Editorial Magisterio.

 

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