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Profesores robots, inteligencia artificial y otros asuntos en las Facultades de Educación

La responsabilidad de las Facultades de Educación es clara: allí se forman profesionales encargados de transformar los espacios escolares y se desarrollan procesos que definen cómo comprender el ejercicio pedagógico.

Agosto 13, 2019

El desarrollo tecnológico es exponencial y propone una serie de herramientas y recursos encaminados a la exploración de nuevas formas de comprender los escenarios pedagógicos, a partir de su integración y adaptación se proyectan procesos eficientes e innovadores. Este tipo de demandas otorga un nuevo sentido a la forma de comprender el sistema educativo, indudablemente la función del profesor implica una deconstrucción del saber pedagógico y sus abordajes metodológicos; nuevas orientaciones en términos de gestión del currículo, la creación de climas de aprendizaje, el diseño de innovadores recursos didácticos y sistemas de evaluación alternativos inspiran formas de acción, a su vez se consolidan como retos y preocupaciones de las instituciones educativas. En este escenario es importante cuestionar las formas de pensar y proyectar la labor del pedagogo, y esto implica entrar a un territorio colmado de pasiones; para unos es motivo de admiración, para otros de resignación, algunos consideran el temor frente a la incertidumbre de la alta probabilidad de desempleo producto de la automatización (OCDE,2018), en cambio, otros desde el optimismo hablan de la evolución tecnológica, están aquellos que viven expectantes frente a toda nueva posibilidad, e incluso los hay indiferentes.

Discursos que transitan en el plano de los tecno-escépticos, los tecno-utópicos y aquellos que se dan a la tranquilidad de oscilar entre uno y otro, definen los hemisferios de un mismo sistema que se nutre de respuestas y preguntas concebidas en el cine y la literatura, cuyas propuestas aparentemente ficcionales cobran mayor sentido y abren los espacios académicos. Oppenheimer propone “Si los jóvenes ya ahora prefieren interactuar con una tableta que con un ser humano en los restaurantes, ¿por qué pensar qué sería diferente con su aprendizaje?” (2018, p.28), existe una invitación abierta a resignificar formas de ser, estar, pensar y establecer relaciones con el mundo en el marco de nuevas habilidades, reflexión, adaptabilidad y flexibilidad.

El crecimiento de proyectos encaminados a probar la eficiencia de la robótica en el proceso pedagógico está a la orden del día, un recurso con potencial y beneficios que resignifica la función del docente; “Los robots educativos y otras máquinas inteligentes se propagaron en las aulas y en los hogares. Aunque no desplazarán a la mayoría de los docentes, reemplazarán varias de sus funciones actuales” (Oppenheimer, 2018, p 37). Existe una discusión latente frente a la extinción del profesor como parte del proceso pedagógico, no obstante, el debate no se puede quedar en la precariedad de pensar los beneficios y perjuicios de esta posibilidad, el ejercicio se debe concentrar en validar la pertinencia de las formas actuales de comprender la pedagogía, el tipo de dinámicas y prácticas , en muchos casos anacrónicas, que se desarrollan y reproducen; frente a las cuales la robótica ofrece soluciones que van desde asistentes de enseñanza hasta infinidad de gadgets.

Así mismo, el diseño de climas de aprendizaje forjados con herramientas propias de la inteligencia artificial y la realidad virtual, términos como Cloud Computing, Big-Data, Machine Learning cada día suenan más cercanos a las prácticas pedagógicas; se abren paso en las aulas de clase y determinan nuevas tareas y posibilidades para el profesor; un terreno fértil que resignifica conceptos al mejor estilo de aquel “soma” propuesto por Huxley: “la creatividad artificial” que según Haddad (2012) tiene como finalidad que las máquinas ayuden al cerebro humano a desarrollar esta actividad. Las invenciones avanzan a ritmos avasallantes, y ¿nuestra función?, no se puede reducir a la contemplación, ni restringir a cavilar respecto a quien enseña y quien aprende, nuestra tarea amerita el desarrollo de juicios críticos, el fortalecimiento de habilidades para establecer asociaciones y un compromiso social para tomar decisiones en un mundo de múltiples realidades.

En este sentido, la responsabilidad de las facultades de educación es aún mayor, porque es precisamente en estas donde se forman profesionales encargados de transformar los espacios escolares y se desarrollan procesos que orientan y definen la forma de comprender el ejercicio pedagógico. Así mismo, es en estas donde se debe debatir la importancia de la intervención del profesor en el marco de un contexto que inicialmente se nutría de la tecnología como recurso, y ahora, se proyecta como el proceso mismo. Debe existir un compromiso con la creatividad, el análisis, la responsabilidad social y el intercambio de discursos interdisciplinarios, en virtud de explorar nuevas formas de comprender el ser y el hacer del profesor, indudablemente es un ejercicio que debe proponer más preguntas que respuestas, ya que “He oído la analogía de que los sistemas educativos son como los grandes trasatlánticos. Cambiar su curso es difícil, porque hay que superar su enorme inercia. Pero nos guste o no, ya estamos en el viaje” Sneider (2018) citado por Botero (2018, p. 13).

Referencias bibliográficas

  • Botero, J. (2018). Educación STEM. Bogotá, Colombia: Stem Education Colombia.
  • Haddad, G. (2012). Los desafíos de la creatividad: UNESCO DOCS. Recuperado de: http://cort.as/-MHU3
  • Huxley, A. (1932). Un mundo feliz. Barcelona: España: Cátedra.
  • OCDE. (2018). Perspectivas del empleo de la OCDE
  • Oppenheimer, A. (2018). Sálvese quien pueda. Ciudad de México: Debate.

Photo by stem.T4L on Unsplash

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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