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Se habla español

En Colombia, a veces nos gusta pensar que somos bilingües. Usamos vocablos en inglés a diario para nombrar restaurantes, conjuntos residenciales y diferentes establecimientos con palabras que vienen de este idioma. Pero la realidad es que, en cuanto a bilingüismo escolar, nos falta un largo camino por recorrer.

Mayo 24, 2015

Según un estudio de la Universidad de La Sabana, solo el 1% de los bachilleres en Colombia es bilingüe: un 90% de los estudiantes se encuentran en el nivel A1, de acuerdo a los resultados de la más reciente edición de las Pruebas Saber. Es decir,  según los estándares del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas, esto significa que el estudiante es capaz de utilizar frases sencillas, presentarse, preguntar por direcciones y en esencia, tener interacciones simples. Muy simples, quizás. Un nivel básico que le es útil para decir cómo se llama, pero que no es suficiente para lograr interacciones más complejas o inclusive, trabajar en habla inglesa.

La cifra, bastante preocupante, también es acompañada por un bajo nivel de bilingüismo en los docentes en las escuelas públicas. De acuerdo al mismo estudio, solo un 43% de los profesores de inglés oficiales sobrepasan el nivel C1 o C2. Ese nivel es el mínimo requerido para enseñar una lengua y equivale a un dominio operativo y eficaz del idioma.

Solamente en Bogotá, la capital y la ciudad más grande del país, ninguno de los docentes oficiales alcanza el nivel C1 o C2: “De los 34.413 docentes del Distrito, solamente 782 están certificados en nivel A2, B1 o B2 (conocimiento intermedio alto de la lengua) y ningún profesor alcanza la categoría C1 o C2 (dominio operativo y eficaz del idioma), que son los niveles mínimos permitidos para enseñar esta lengua” afirmó para El Espectador Ivonne González, directora del Departamento de Lenguas y Culturas Extranjeras de la Universidad de La Sabana. Nuestros estudiantes son el claro reflejo de la mala preparación de gran parte del gremio docente en esta área.

Aunque nos cueste aceptarlo, la enseñanza del idioma inglés es algo que aún está en pañales en el país y las estadísticas hablan de una situación crítica que merece acciones más contundentes. Contrario al escenario de las naciones europeas, donde un país hispanohablante colinda con países que hablan otros idiomas como portugués, francés y alemán, la interacción con la diversidad del idioma no se ve con tanta frecuencia en Latinoamérica.

Nuestro contexto cultural no propicia el aprendizaje de otros idiomas, más allá de quizás saber pronunciar correctamente el nombre de la canción de moda o de la actriz hollywoodense del momento. Debido a que el esañol es un idioma que se habla en casi todo el continente y que se encuentra ampliamente difundido, no parece ser tan necesario hablar inglés.

Teniendo en cuenta lo anterior, es importante que se generen mecanismos de formación apropiados para los docentes de inglés, especialmente los de las escuelas públicas, pues es en el grueso de la población colombiana donde está la mayor falencia y este es el sistema educativo de mayor acceso para los estudiantes. Se debería motivar y formar más ampliamente a los maestros, por ejemplo con becas y programas de intercambio cultural para que aquellos que ya están en el sistema, actualicen y mejoren sus conocimientos en inglés e inclusive, en otros idiomas.

Por otra parte, los docentes deben también motivar a los estudiantes al aprendizaje de una nueva lengua de una manera dinámica e innovadora. Atrás quedaron las canciones monótonas al mejor estilo del clásico ‘one little, two little, three little indians’ y se imponen maneras que tengan más que ver con la verdadera utilidad del inglés en la vida diaria. Música, películas, libros, animaciones, páginas web, videos y aplicaciones, son solo parte del amplio repertorio de los recursos que la modernidad tiene a disposición para innovar en el aprendizaje de un nuevo idioma. Falta ver qué tanto forman parte esos recursos en el aula y si por supuesto, existe la infraestructura apropiada para prestar una clase entretenida y creativa.

Es importante también analizar la intensidad horaria a la que se enfrentan nuestros estudiantes para aprender inglés. El sistema educativo oficial debería repensar seriamente su currículo para incluir más horas y tener así, un mayor énfasis a la importancia y utilidad de saber inglés para la vida profesional. Desde mi experiencia, debo decir que para todos mis empleos, dominar el inglés ha sido una ventaja que me ha puesto en una posición privilegiada con respecto a muchos de mis colegas. Pero no sé con precisión si esa noción está siendo difundida en las aulas.

El proceso de aprender un idioma no es inmediato y requiere tiempo, paciencia y dedicación, por eso, se vuelve aún más importante incluir desde temprana edad una enseñanza del inglés. Las ventajas de saber uno o más idiomas son innumerables a nivel intelectual y cultural, ya que al entender cómo funciona una lengua y cómo está estructurada, se puede comprender, de cierta manera, el modelo mental, historia y cultura de aquellos representantes del idioma.

Más que aprender inglés (o cualquier otro idioma que le llame la atención), ser bilingüe es más importante que nunca por la clase de mundo en el que habitamos hoy en día. Nuestras interacciones son cada vez más globales, las distancias son cada vez más cortas y las migraciones de un lugar a otro se vuelven cada vez más usuales. Un nuevo idioma le abrirá la mente a nuestros jóvenes para entender más su propio mundo y comprender mejor el contexto internacional que les rodea. Finalmente, ya no solo somos habitantes de cierto municipio, sino que formamos parte de la famosa ‘aldea global’ de la que Marshall McLuhan habló.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Comunicadora social y periodista
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Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.