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Vulnerabilidad educativa: un estudio desde el paradigma socio crítico

Individuos que experimentan una serie de dificultades marcadas a lo largo de su trayectoria escolar que les impiden sacar provecho al currículo y a las enseñanzas dentro del aula de clase. 

Octubre 30, 2017

Las barreras que pueden presentársele a los jóvenes en su paso por la educación formal pueden ser de diversa índole: emocionales, familiares, interpersonales, relacionadas con el proceso de enseñanza y aprendizaje o con el clima de la institución educativa en la que están inmersos; usualmente éstas condiciones vienen acompañadas de factores o fenómenos mucho más complejos o profundos y, en la mayoría de los casos, desembocan en fracaso escolar.

El objetivo del presente estudio de casos múltiples fue analizar la Vulnerabilidad Educativa que presentan los jóvenes de una escuela secundaria técnica en el Estado de Yucatán, tomando como punto de referencia la teoría socio-crítica.

El paradigma socio-crítico surge en respuesta a las tradiciones positivistas e interpretativas que han tenido poca influencia en la transformación social (Alvarado y García, 2008). La explicación sobre qué es la teoría crítica supone cierta complejidad por varias razones, entre ellas porque no existe una sola teoría crítica ya que la tradición crítica siempre está cambiando e intenta evitar mucha especificidad; tiene como propósito interpretar y actualizar la teoría marxista originaria, ya que asume el conocimiento no como una simple reproducción conceptual de los datos objetivos de la realidad, sino desde su auténtica formación y constitución (Gamboa Araya, 2011).

El paradigma socio-crítico está fundamentado en la crítica social con un marcado carácter autorreflexivo y considera que el conocimiento se construye siempre por intereses que parten de las necesidades de los grupos; pretende la autonomía racional y liberadora del ser humano que se consigue a través de la capacitación de los sujetos para la participación y transformación social.

Utiliza la reflexión y el conocimiento interno y personalizado para que cada quien tome conciencia del rol que le corresponde dentro del grupo; para ello se propone la crítica ideológica y la aplicación de procedimientos del psicoanálisis que posibilitan la comprensión de la situación de cada individuo, descubriendo sus intereses a través de la crítica (Alvarado y García, 2008).

Por consiguiente, la teoría crítica analiza las formas productivas y en consecuencia sus productos derivados, superfluos, determinados por la construcción social y psicológica de las necesidades abstractas e irreales creadas por los grupos de poder, con la finalidad de perpetuar el círculo de producción, comercialización, consumo y explotación, tanto de recursos naturales como de las fuerzas productivas, siempre con el objetivo de mantener las estructuras sociales, políticas y económicas de desigualdad.

El significado de la teoría crítica radica en el análisis de las sociedades altamente desiguales e injustas. Es considerada una teoría actualizada y contemporánea ya que su objetivo consiste en explicar y superar las contradicciones profundas de las sociedades inmersas en el mundo de la producción y consumo de mercancías innecesarias, más si éstas reproducen estructuras injustas en todos los ámbitos de las relaciones e interacciones de los seres humanos de cada comunidad, por más pequeña que ésta sea (Mora, 2010).

Entre las características más importantes del paradigma socio-crítico aplicado al ámbito de la educación se encuentran: a) la adopción de una visión global y dialéctica de la realidad educativa; b) la aceptación compartida de una visión democrática del conocimiento así como de los procesos implicados en su elaboración y c) la asunción de una visión particular de la teoría del conocimiento y de sus relaciones con la realidad y con la práctica.

Toda comunidad se puede considerar como escenario importante para el trabajo social asumiendo que es en ella donde se dinamizan los procesos de participación. De acuerdo con este paradigma, la respuesta más concreta a la búsqueda de soluciones está en establecer acciones a nivel de la comunidad con una incidencia plurifactorial y multidisciplinaria, es decir, de todas las organizaciones políticas y de masas, además de todos los representantes de las instituciones de cada esfera de conocimiento, no sólo para resolver problemas, sino para construir una visión del futuro que contribuirá a elevar la calidad de vida de dicha comunidad o la calidad del desempeño de ellas en el ámbito de su acción particular (Alvarado y García, 2008).

Cuando este pensamiento se traslada al ámbito educativo la organización escolar es vista como un campo de lucha donde el conflicto, derivado del poder y de la propia interacción que se da en la organización, constituye la esencia de la propia vida organizativa (Fernádez Nares, 1995). La naturaleza dialéctica de la teoría crítica habilita al investigador de la educación para ver a la escuela no sólo como un lugar de adoctrinamiento, socialización o instrucción, sino como un terreno cultural que promueve la afirmación del estudiante y su auto-transformación.

Los educadores críticos sostienen que una teoría de la escolarización digna debe tomar partido, esto es, debe estar fundamentalmente ligada a una lucha por una vida cualitativamente mejor para todos mediante la construcción de una sociedad basada en relaciones no explotadoras y en la justicia social (McLaren, 1984).

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Publicación cuatrimestral del Instituto de Ciencias de la Educación para la Investigación Interdisciplinaria de la Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam, que integra el Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas.
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