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Ya hicimos el plebiscito con una pregunta diferente

El plebiscito en las escuelas se propuso como posibilidad para que niños y adolescentes carguen el país un poco y asuman la responsabilidad de pensar una decisión.

Septiembre 13, 2016

Desde el mes de febrero de este año, en el Centro Educativo Quebrada de Becerras (Quebec), ubicado en el área rural de la ciudad de Duitama –Boyacá-, le propusimos el reto a docentes y directivos pilos del país de asumir el diálogo sobre el conflicto armado interno y sobre el proceso de paz con las FARC. Decidimos que un plebiscito era la estrategia más adecuada para consolidar una voz firme, dirigida a esos distintos frentes de poder que insisten en mantener la guerra y desangrar la esperanza. El plebiscito era la posibilidad de construir una voz capaz de intervenir en ese diálogo extraviado que ha sido nuestra historia.

La pregunta que construimos era un precepto, un mandato a los responsables del discurso del odio, quienes a lo mejor aún vislumbran como nosotros un proyecto de país digno. Desde entonces guardábamos la esperanza de que se acordara un plebiscito que validara los acuerdos en La Habana, aún a sabiendas de que un buen porcentaje de la sociedad colombiana persistiría en su oposición al proceso de negociación con las FARC, y conscientes de que nuestro humilde acto de paz sería una luz mínima en medio del mar de oscuridad en el que llevamos metidos hace más de 100 años: una guerra más entre las tantas que se han librado en los países de Colombia.

La pregunta que planteamos fue la siguiente:

¿Está de acuerdo en ordenarle a todos los políticos y a todos los frentes de violencia que tiene nuestro país que cesen las hostilidades y los enfrentamientos y se sienten a dialogar hasta que logren llegar a acuerdos que nos permitan vivir en paz?[1]

SÍ      NO

El proyecto lo compartimos con algunos funcionarios del sindicato, con la Secretaría de Educación Municipal y con algunos funcionarios del MEN. En la Secretaría se socializó con los demás colegios mientras que en el MEN respondieron que no podían difundir este tipo de iniciativas. Aun así el proyecto se encuentra en nuestro blog: http://quebecmnemosine.blogspot.com.co/2016/07/mnemosinequebec-plebiscitopor-la-paz-1.html por si algún docente se anima a plantear en sus aulas una reflexión al respecto.

Para sorpresa nuestra hubo maestros pilos que escucharon el llamado y desarrollaron la idea. En Popayán el Señor Rector Jhon Sandoval Rincón (Premio Compartir 2015) lideró el proceso; no sólo en su colegio, la Institución Educativa Liceo Alejandro de Humboldt, sino en 22 planteles más de esa ciudad. ¡Qué lección de liderazgo! Mientras que en Duitama, el profesor Félix Pérez desarrolló la actividad en el Colegio la Presentación (uno de los mejores colegios de la ciudad y de la región). Incluso desde la Guajira y desde Villavicencio, los profesores José Omar Parodi y Mauricio Mora Rodríguez, compartieron la iniciativa y escribieron sus reflexiones al respecto. Por su parte, Luis Alfonso Ramírez Castellón, Rector de la Institución Educativa Soledad Acosta de Samper, se propuso sacar el saber a la calle, y alfabetizar a su comunidad sobre el plebiscito de este 02 de octubre.

Quizás hubo más docentes pilos que replicaron la iniciativa pero no nos enviaron sus impresiones; aún pueden hacerlo al correo [email protected].

Ahora, más allá de los resultados obtenidos, -aunque el voto por el Sí fue abrumador-, se trata, en primer lugar, del llamado que se hace a los directivos y docentes del país para que asuman el Aula como un espacio de construcción de una convivencia sana y pacífica, en el que se deben analizar las causas de la guerra y señalar los sectores que se benefician de la muerte.

Esta sería una manera de poner en evidencia el notable activismo en las Escuelas, que ha vuelto las aulas un espacio demagógico, en el que prima el afán de mostrar actividades que no van más allá del protagonismo sin contenido, pero que poco impactan en la construcción de una visión de mundo crítica y moderna.

Son pocos los docentes que se atreven a ir más allá del discurso de su clase y encuentran productiva la relación de ese saber específico con un escenario social lleno de pobreza, desigualdad, intolerancia, exclusión y muerte; no vislumbran la inserción de su saber especializado, en un entorno que supone la construcción de lo humano; como si ser docente consistiera en solo cobrar, posar, tinto, queja, papeleo y volver a cobrar, y de aquello nada, cuando “aquello” es el conocimiento ético que resguarda nuestro saber específico y que es necesario para una formación integral de los ciudadanos del mañana.

En segundo lugar, se trata de darles la palabra a los niños y a los jóvenes, quienes al enfrentarse a la historia de violencia del país en el que viven, dimensionan un rostro de nación distinto, alejado de la visión oficial o del país inmóvil y desesperanzado que nos han heredado las generaciones que nos precedieron. Una nación que se debe construir desde las aulas, los hogares, los barrios y las regiones, y en la que el ciudadano se proponga proteger al Estado de los parásitos de siempre quienes consideran que Colombia es un botín.

El plebiscito en las escuelas se propuso como posibilidad para que niños y adolescentes carguen el país un poco, y asuman la responsabilidad de pensar una decisión. Esto por supuesto requiere preparación y diálogo, y aquí precisamente es donde el maestro, “el correo de lo esencial y de la trascendencia” -al decir de Steiner- debe asumir su responsabilidad, enfrentar sus prejuicios (por lo general producto de vacíos intelectuales) y liderar discusiones en el aula que propicien la elucubración de sentido. La democracia se resguarda en las aulas, y el Maestro, sin importar la asignatura para la que se haya preparado, debería ser consiente de esa realidad.  

Desde Quebec, nuestra humilde Escuela, ubicada en el área rural de Duitama –Boyacá-, la tierra de Pirry y del gran Nairo Quintana, invitamos a los docentes de Colombia a debatir los beneficios del SÍ o del NO en el plebiscito que se acerca, luego de leer los acuerdos (hay tiempo) y de rastrear información sobre el origen de nuestros conflictos; invitamos a los directivos a que se apropien del discurso del respeto y la esperanza -porque son ellos los que guían las naves a buen puerto-, y lideren en sus Escuelas actos de paz que nos eduquen y sirvan de lección al resto de la sociedad. Porque de lo que se trata, Maestros, es de lograr sacar el colegio a la calle; esta es una forma didáctica de espantar la demagogia que ha hecho de nuestras escuelas lugares parecidos a parqueaderos para niños, en los que la burocracia y las nefastas relaciones de poder, se han impuesto sobre los saberes que humanizan.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Docente Licenciado en Ciencias Sociales, magíster en Historia y doctorando en Lenguaje y Cultura en la UPTC. Profesor del colegio Quebec y catedrático de la UPTC Duitama
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Irma María Arévalo González
Gran Maestro Premio Compartir 2002
Ofrezco a cada uno de los alumnos un lápiz mágico y los invito a escribir su propia historia enmarcada en los cuentos y leyendas de su cultura indígena.