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Excelencia educativa y carreras técnicas

Aspecto crucial de las aspiraciones de muchos padres de familia en Colombia se relaciona con graduar a sus hijos de “doctores”. 

Marzo 23, 2016

Aspecto crucial de las aspiraciones de muchos padres de familia en Colombia se relaciona con graduar a sus hijos de “doctores”. Para ello, en un contexto heterogéneo de ofertas de calidad, acuden a centros de educación superior costosos que, al cabo de los años, otorgan grados que no necesariamente contribuyen al desempeño exitoso profesional. Pérdida de tiempo irrecuperable y de dinero son dos de las consecuencias lamentables.

Como se sabe, la educación superior es un término que incluye las carreras técnicas, las tecnológicas y las profesionales universitarias. El imaginario  de la sociedad asociado con las premisas del ascenso social y económico supone que las dos primeras categorías, las opciones técnica y tecnológica, pertenecen a una categoría inferior.

De lo anterior han surgido, desde hace lustros, expresiones como “El Sena, la universidad de los pobres”, que, en realidad, denigran de la educación superior, de las universidades y, por supuesto, de la población más desfavorecida en Colombia.

La realidad es diferente: en las modernas sociedades del conocimiento, es decir, aquellas en las que la educación de alta calidad representa la condición indispensable para el mejoramiento del bienestar y la mejor productividad de una sociedad, la excelencia de sus sistemas educativos debe ser holística.

La recuperación de economías como la alemana y la japonesa, después del devastamiento ocasionado por la segunda guerra mundial, guarda relación estrecha con la disciplina y la fomación de millones de ciudadanos alrededor de las carreras técnicas y tecnológicas. Por supuesto, en épocas de paz, son motor imprescindible del desarrollo económico. De ahí que el grado de madurez social en naciones de alto ingreso per cápita se asocie a la alta valoración social y económica que se reconoce a los técnicos. Es, además, una de las razones implícitas de los flujos migratorios internacionales motivados por razones económicas.

Colombia, razonablemente, ha puesto interés en el mejoramiento de oportunidades de acceso a la educación profesional universitaria. Programas como “Ser pilo paga”, son buen ejemplo. Sin embargo, debe extenderse la busca de la calidad y las oportunidades a los tramos de la formación técnica y tecnológica.

El “chip” de considerar que la formación técnica y tecnológica representa una escala para una eventual graduación posterior de “doctor” debe ser sustituído por la certeza de le excelencia y las oportunidades de especialización en los ámbitos técnicos. Ello es válido tanto para una carrera técnica en el campo de las telecomunicaciones como en el ámbito de la cocina. Innovación y creatividad técnica y tecnológica son requisito a la hora de querer pertenecer al club de las economías avanzadas, la OECD.

De forma similar a como son medidas las universidades, la sociedad debe contar con un “barómetro” que le permita estudiantes y padres de familia contar con criterios válidos acerca de dónde y qué carreras técnicas y tecnológicas elegir.

En conclusión, la excelencia en la calidad de la educación debe incluir, obligatoriamente, poner la mira en las carreras técnicas y tecnológicas. Debe ser un orgullo para quien se gradúe, ser un técnico de primera calidad.

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