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Colegio España llevó luz y color al barrio Cundinamarca, en Bogotá

El arte también hace parte del Programa Integral de Mejoramiento de Entornos Escolares. Vida, color y paz que llega a los barrios de Bogotá con el liderazgo de estudiantes y maestros.

Diciembre 8, 2018

El barrio Cundinamarca tiene un paisaje predominantemente gris. Los cerros orientales se observan a lo lejos mientras que las grandes bodegas, fábricas e industrias se sienten muy cerca porque están ahí, adentro del sector.

Esta zona alberga a un número importante de población proveniente de diferentes regiones del país. Allí, por ejemplo, está ubicada la emblemática Plaza de la Hoja, donde construyeron una urbanización que alberga a 457 familias víctimas del conflicto armado.

Buena parte de las niñas, niños y jóvenes de esas familias son estudiantes del Colegio España IED. A esa institución educativa llegan muchos desplazados, no todos necesariamente por el conflicto, sino por otros tipos de violencia. Ney Alexander Hernández es uno de ellos. Tiene 11 años y vino del Quindío de la mano de sus padres, buscando un futuro más estable y con mejores perspectivas de trabajo.

Ney confiesa que su color favorito es el verde de la montaña, que extraña mucho desde que llegó a Bogotá. “En Quindío vivía en una montaña. A mí me gustan mucho porque allá el aire es más fresco”, comenta.

En estos días, el mural creado en la fachada de su colegio le trajo grandes sonrisas a Ney, a sus compañeros, a los docentes, a las directivas de la institución, y al barrio en general.

En medio del asfalto duro y pesado de esa zona industrial, al interior del Colegio España IED, el verde de las plantas, junto a los colores de los dibujos que adornan las instalaciones del centro educativo, hacen la alegría de las niñas, niños y jóvenes del lugar. Por eso ellos quisieron regalarle un poco de ese gozo al barrio.

El artista encargado de plasmar esos sentimientos en la fachada del colegio fue Juan Andrés Matiz. “Muchos estudiantes vienen del campo, todos me hablaban de las montañas y los colores naranjas y violetas de los atardeceres”, cuenta.

Además de las montañas, también hay notas musicales y palabras como “respeto”. Juan Andrés Matiz señala que, los colores y la composición que se logró gracias al trabajo de varios meses con los estudiantes, se convirtieron en un símbolo muy importante para el sector.

“Sí, es un barrio industrial y gris, pero este mural hace fluir la imaginación de los niños que lo ven, y también de los adultos”, indica.

Para el rector de la institución educativa, Germán Rodríguez Vega, el mural es una “gran alegría”,  como el título de la obra. Y a través de este se ha logrado “visibilizar al colegio en medio del entorno industrial”. Rodríguez además apuntó que la meta es “lograr que haya una mayor relación del colegio con su comunidad, que los niños cada vez propongan más y no dejen caer la obra de arte”.

A través de la línea estratégica de apropiación y resignificación del territorio, enfocada en intervenciones artístico- pedagógicas para la creación de murales, del Programa Integral del Mejoramiento de los Entornos Escolares de la Secretaría de Educación del Distrito, se han intervenido cerca de 8 mil metros cuadrados para cambiarles la cara a 35 colegios de la ciudad.

El proceso, que además busca que las niñas, niños y jóvenes se apropien de sus espacios y reflejen los valores de sus instituciones en las comunidades que los rodean, ha beneficiado a más de 50 mil estudiantes de Bogotá.

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Hoguer Alfredo Cruz Bueno
Gran Maestro Premio Compartir 2009
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.