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Experiencia educativa: Los misioneros por la paz de Puente Aranda, Bogotá

En el barrio Santa Rita, niñas y niños del colegio Cultura Popular se han convertido en multiplicadores de pensamientos de amor, respeto y tolerancia.

Octubre 28, 2016

Por las calles reparten mensajes a quienes se cruzan en su camino. También brindan abrazos y le cantan a un mundo mejor. Ellos son los misioneros por la paz de Puente Aranda, un grupo de niñas y niños de grado 2º del colegio Cultura Popular que está sembrando semillas de reconciliación en los corazones de estudiantes, maestros, padres y vecinos del sector.

Recorriendo el barrio Santa Rita, los estudiantes se acercan sin timidez a sus vecinos para ‘echarles el cuento’ de lo que hacen en su colegio: un proyecto que bajo el nombre ‘Soy cultura, soy paz, soy misionero por la paz ’los convirtió en multiplicadores de sentimientos de amor, respeto y tolerancia.

Los pequeños, que tienen entre 7 y 8 años, son pacificadores de su colegio y de su barrio. Hablan del valor de la amistad, del poder del perdón y de lo que significa, en su día a día, construir un mundo más pacífico.

Junto a ellos van también madres de familia que acompañan la jornada y la profesora Carolina Montagut, quien lidera esta iniciativa para implementar la Cátedra de la Paz con estudiantes de primaria, convencida de que la escuela y su entorno deben ser territorios de paz.

Mensajeros de paz

“Para mi es importante hablar de paz porque es la única forma de solucionar los conflictos”, dice con seguridad Valentina, una de las participantes de este proyecto. Minutos después se le acerca a dos señoras que caminan por el andén frente al colegio para entregarles una hoja de papel.

En la hoja, escrita y coloreada por ella misma, se lee claro: “la persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero”. Su compañera Michelle, mientras tanto, estira su mano con un papelito que trae varias palabras: cooperación, diálogo, amor, comprensión, solidaridad, igualdad. “Así se gana la paz todos los días”, dice orgullosa, luciendo una camiseta blanca que en la espalda resalta coloridamente estas frases.

“Es muy divertido hablarle a la gente de lo que se trata la paz”, señala Valentina, sin temor de acercarse a grandes o chicos, hombres o mujeres, trabajadores, vecinos o habitantes de calle, generando todo tipo de reacciones en las personas que transitan por el sector.

Mientras algunos las miran con sorpresa y ternura, otros parecen desconcertados ante este gesto. Incluso, en un lichigo que se ubica a pocas cuadras del colegio, la llegada de estos misioneros se transformó en un profundo debate luego de que Andrea, una de las vendedoras, preguntó que qué podían enseñarle estos estudiantes “si los niños no saben nada de paz”.

Al escucharla, Jesús, su hermano y compañero de trabajo, le respondió: “Al contrario, ellos son los que saben de paz porque no conocen la violencia. Se están formando para ser los ciudadanos del mañana, por lo que es muy bueno que el colegio tenga esta iniciativa”.

Así como Jesús y Andrea, otros vecinos también tuvieron la oportunidad de reflexionar y aprender de esta iniciativa de los niños del colegio Cultura Popular. Por ejemplo, Camila, otra de las pequeñas misioneras, se emocionó al escuchar a un trabajador de un taller. “Él me dijo que mi mensaje siempre va a estar en su corazón”, recordó.

Lea toda la experiencia pedagógica en este enlace.

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Comunicador social y periodista.
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Carlos Enrique Sánchez Santamaria
Gran Maestro Premio Compartir 2011
Con el apoyo de las tecnologías logré que los estudiantes convirtieran el pasado de exclusión que vivió éste municipio lazareto en un pretexto para investigar, conocer la historia y conectarnos con el mundo.