Usted está aquí

Luis Miguel Bermúdez, desde la visión de la Secretaria de Educación de Bogotá

El Gran Maestro del Premio Compartir ya está en Dubái, donde este domingo 18 de marzo se entrega el Global Teacher Prize, conocido como el ‘nobel de la educación’.

Marzo 17, 2018

Aunque su vida ha cambiado desde que el pasado 13 de febrero el filántropo y empresario estadounidense Bill Gates dijo su nombre como uno de los 10 maestros finalistas de este premio otorgado por la Fundación Varkey, y al que se postularon más de 30 mil docentes de 173 países, Luis Miguel Bermúdez sigue siendo el mismo. Quizá la única diferencia sustancial es que, desde entonces, su celular no para de sonar.

Recibe hasta 3 mil mensajes de Whatsapp en un solo día y aunque dedica gran parte de su tiempo a responder correos y mensajes en redes sociales, las horas del día ya no le alcanzan para contestarlos todos.

Se podría decir que es “el hombre del momento”, pero toda la algarabía con la que se ha tenido que acostumbrar durante los últimos meses, se detiene cuando entra al lugar donde todo comenzó: los salones de clase del colegio distrital Gerardo Paredes de la localidad de Suba en Bogotá.

Allí, frente a sus estudiantes, es el mismo profe que desde hace cuatro años transformó la clase de ética en un exitoso proyecto de ciudadanía sexual. Un maestro que habla sin tapujos de temas que a muchos adultos les incomoda hablar con los jóvenes.

Temas que él explica con facilidad, con la firme convicción de que las nuevas generaciones deben arriesgarse a reescribir los clásicos cuentos de princesas y príncipes encantados, por unos donde mujeres y hombres estén en igualdad de condiciones y nunca tengan miedo de tomar decisiones frente a su cuerpo, sus relaciones y su vida.

“Yo crecí con mi mamá diciéndome que las mujeres debían estar en la casa, pero el profe cambió la forma en la que veo el mundo. Es que él hace entrar en razón a las personas. Lo creo porque lo viví con mi mamá, antes era imposible hablar de sexualidad con ella, pero ahora tengo la confianza de compartir con ella mis dudas y temores”, comenta Brenda Cantillo, una de las estudiantes del colegio Gerardo Paredes, quien desde hace siete años es alumna del profesor Luis Miguel.

Reducir de 70 a 0, el número de embarazos en el colegio Gerardo Paredes para también disminuir el porcentaje de deserción escolar en los últimos 4 años, es apenas un resumen de la gran hazaña por la que este maestro ganó el Premio Compartir al Maestro en 2017. La misma que hoy le da la vuelta al mundo y que ha puesto su nombre y el de su colegio en medios como la BBC, la NBC, el Latinamericanpost y en portales de países como Holanda, Panamá, Rusia, China, Inglaterra y Suecia.

Sus logros también son reconocidos en Colombia, el país que hace 36 años lo vio nacer y que ha tenido la oportunidad de recorrer gracias a este proyecto que lo ha llevado a lugares como Barranquilla, Bucaramanga, Sogamoso, Neiva, Rionegro, Marinilla y Sonsón. Ciudades y municipios heterogéneos y diversos que, además de haberle permitido redescubrir el territorio en el que vive, le ha ratificado su genuina convicción de entender la educación y la labor docente como una poderosa herramienta de transformación social.

Porque, como cuenta Nataly Vargas, docente y una de sus amigas más cercanas, además de pasión, Luis Miguel les ha enseñado a defender la educación, especialmente la educación pública.

“Pensamos que son los expertos o los grandes investigadores los que van a transformar la educación, pero no es así: somos los maestros, los que vivimos día a día con los muchachos, los que diariamente estamos ayudando a construir nuevo conocimiento para pensar de una manera diferente la forma en la que estamos enseñando y aprendiendo”, reflexiona la profe Nataly.

A primera vista, Luis Miguel es un hombre serio, de mirada afable y cuerpo menudo que se mueve ágilmente entre los salones de clase y la oficina donde funciona la emisora, el espacio en el que los estudiantes siempre van a buscarlo y donde comparte con Carlos Rodríguez, su colega y “compañero de aventuras” en la travesía que ha significado crear y darle fuerza al proyecto ‘La integración curricular de la ciudadanía sexual y el enfoque diferencial y de géneros’.

“Si yo tuviera que confiarle mi vida a alguien, sería a Carlitos, entonces pueden hablar con él con total confianza”, dice el profe Luis Miguel a sus estudiantes de décimo grado que le preguntan ansiosos sobre su viaje a Dubái.

El hombre a simple vista serio, esboza sonrisas que iluminan sus ojos marrones. Su menuda figura crece, se impone y capta toda la atención de su audiencia que ha dejado de lado el parloteo, los celulares y la atención dispersa propia de la adolescencia.

Con sencillez les explica que Dubái es una ciudad que, antes de descubrir sus extensos pozos de oro negro, no tenía mayor riqueza. Que allá funciona una monarquía, pero a su líder no le llaman ‘rey’ sino jeque y que decidieron invertir en turismo de élite porque el petróleo se acaba y ellos aspiran a seguir siendo uno de los países más poderosos del globo terráqueo.

“Profe, ¿pero sí va a regresar?”, pregunta un estudiante después de la explicación. Luis Miguel sonríe y responde “claro que sí”.

Una vida dedicada a transformar pensamientos y tocar corazones
“Luis Miguel fue el tercer profesor con el que hablé antes de llegar acá. Me acerqué a hablar con él porque teníamos la misma corbata. Yo le pregunté, ¿tú de qué área eres? y él me contestó:  soy capricornio”, recuerda entre risas Carlos Rodríguez, más conocido como “Carlitos”, el mismo a quién el profesor Luis Miguel le confiaría su vida sin pensarlo dos veces.

Desde que se conocieron, Carlos, profesor de filosofía y líder de la emisora escolar, ha apoyado incondicionalmente a su colega y amigo que describe como una persona humilde, alegre y bondadosa.

“Algo que admiro de ‘Luismi’ como maestro, es su resistencia y fortaleza porque, sin ser agresivo o grosero, es muy fuerte en sus convicciones y en lo que ha venido trabajando con el proyecto. A pesar de la oposición tan fuerte que vivió, que sigue viviendo y que, así como le ha traído cosas buenas, también hay cosas poco gratas”, comenta el profe Carlos.

Y es que, así como Luis Miguel trata de organizar su agenda para cumplir con conferencias en la Universidad de Harvard y visitas a Canadá o Francia, donde el embajador lo llamó para invitarlo expresamente a las fiestas tradicionales de este país, en la pantalla de su celular también se leen mensajes amenazantes.

La voz de este licenciado en educación básica con énfasis en ciencias sociales, magíster en investigación social interdisciplinaria y a punto de terminar un doctorado en educación, se entrecorta cuando recuerda todo lo que ha vivido. Sin embargo, las lágrimas solo aparecen cuando un grupo de estudiantes lo sorprenden con una bolsa llena de cartas, un ponqué donde se lee “Para nosotros siempre serás un ganador” y una pizza para celebrar su viaje.

“Definitivamente para mí esto es más emocionante que el premio, porque si yo soy uno de los mejores profesores del mundo, es porque todos ustedes están detrás de mí. Yo me alimento de sus sonrisas y son ustedes los que me motivan a ser lo que hago”, le dice Luis Miguel al grupo de estudiantes que no pueden evitar que una u otra lágrima se escape.

“Para mí es como un papá”. “Él hizo que mi autoestima subiera”. “El profe siempre nos dice que los sueños se hacen realidad y yo le creo”. “Si no lo hubiera conocido, yo no sería capaz de alzar la mano y decir lo que pienso”. “Me enseñó a sentirme orgullosa de ser mujer”. “Él es maravilloso, siempre nos escucha”. “En sus clases entendí que todos merecemos respeto”. “Con él comprendí el poder que tiene la educación por eso creo que hasta el último hombre del mundo debe ir al colegio a aprender porque de lo contrario, no va a haber futuro”.

En estas frases, los alumnos del Gerardo Paredes describen al profesor Luis Miguel Bermúdez que decidió estudiar licenciatura a pesar de la oposición de su familia, pero es que la vocación se lleva en la sangre o cómo él mismo lo dice, “ser profe se lleva hasta el tuétano”.

Por eso se emociona cuando son los mismos estudiantes los que aplauden emocionados en sus conferencias, lo paran en la calle para pedirle un autógrafo o le cuentan que, en lugares como la Universidad Distrital, su alma máter, él es su héroe.

“A mí me gusta hablarles a los estudiantes porque cuando ellos se emocionan sé que estoy haciendo bien las cosas. Trabajo para educarlos, yo soy pedagogo, esa es mi función y el día que no pueda lograr que usted aprenda, apago la luz y me dedico a hacer otra cosa”, dice Luis Miguel quien está decidido a encarnar la “nueva imagen del profesor colombiano” para dejar de lado la displicencia con la que la sociedad trata a los docentes y demostrar que, en Colombia, los maestros son profesionales intelectuales, supremamente preparados y conocedores de lo que hacen.

Cuando el profe Luis Miguel tiene cinco minutos para descansar y tomar un café, recuerda que aún no ha completado la estricta regla de etiqueta que debe cumplir en todos los eventos a los que asistirá en Dubai. A duras penas logró conseguir un smoking para la gala de premiación que será el próximo domingo 18 de marzo a las 8 p.m. en Dubai (11 a.m. en Colombia).

Y, aunque ansioso por el viaje, Luis Miguel está tranquilo porque va a estar acompañado por los docentes colombianos que en años anteriores han sido nominados al Global Teacher Prize.

Desde que inició este reconocimiento de la Fundación Varkey en 2015, solo cinco maestros colombianos han obtenido el privilegio de estar en el top 50 de los mejores profesores del mundo: Katherin Franco de Medellín, Jhon Echeverry de Envigado, Carlos Sánchez de Santander y Alexander Rubio y Luis Miguel Bermúdez de Bogotá. Todos ellos, docentes de la educación pública. Solo Luis Miguel ha alcanzado la lista de los 10 mejores.

Así de grande es su logro y aunque él mismo no se alcanza a imaginar lo que su compromiso y genuina pasión por la docencia han alcanzado, sí lo tienen claro sus colegas que se sienten orgullosamente representados, sus estudiantes que le cuentan a todo el mundo que ellos, “estudian con el mejor profesor del mundo” o los cientos de desconocidos que le escriben cálidas palabras de agradecimiento por dejar en alto el nombre de Colombia.

13,621 kilómetros distancian a Bogotá de Dubái, pero Luis Miguel Bermúdez siente más cerca que nunca a su ciudad. Especialmente a sus estudiantes, a quienes lleva en las cartas que empacó en su maleta y en las que le dicen con cariño “Desde que llegaste aquí, a nuestro colegio, empezaste a hacer lo necesario, lograste lo posible y te encontraste con lo imposible. Por eso, para nosotros, ya eres el mejor profesor del mundo”.

Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Escrito por
No hay votos aun
Estadísticas: .
Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.