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Renacimiento femenino a través de la educación

Mujeres en ejercicio de la prostitución, madres cabeza de familia, víctimas del conflicto armado interno y de violencia intrafamiliar, regresan a la escuela para empezar de nuevo.

Diciembre 28, 2018

“‘Mamá, qué rico que esté estudiando, envíeme fotos de los trabajos y los boletines de notas. Haga el deber de hacer todas las tareas’. Esas fueron las palabras de mi hijo cuando se enteró  que volvería a estudiar a mis 47 años”, recuerda Teresa Rodríguez Nieto. Su único hijo, quien vive en el Valle del Cauca, fue el motivo principal para regresar a un aula de clase después de 30 años.

Teresa es una de las 50 estudiantes de Casa de Todas, un espacio de la Secretaría Distrital de la Mujer situado en la localidad de Los Mártires, en donde varias entidades ofrecen servicios de asesoría jurídica, salud, orientación y en el que la Secretaría de Educación del Distrito ofrece oportunidades para construir su nuevo proyecto vida a través de estrategias educativas flexibles.

El regreso a la escuela ha hecho realidad su sueño de niña. Según cuenta Teresa, a su mamá nunca le gustó la idea de que ella estudiara. No tenían una buena relación y se alejaron antes de que Teresa cumpliera los 15 años. “Empecé a pasar noches en la calle y a ejercer la prostitución”. Entonces, la idea de culminar sus estudios de bachillerato se hizo cada vez más difusa.

Teresa llegó a Casa de Todas hace cerca de un año, por una amiga que le habló de su experiencia allí. Cursa el ciclo 6, correspondiente a grado 11º. Su anhelo es recibir el título de bachiller.

“Me di cuenta de que no pude aprovechar muchas cosas cuando era joven. La prostitución no es fácil, a veces consigo para pagar el lugar donde vivo y a veces paso hambre. Espero que mi hijo venga a verme graduar en diciembre. Luego, me gustaría estudiar veterinaria, soy amante de los animales”, precisa.

 

Un colegio para mujeres que vuelven a soñar

Las mujeres que llegan a Casa de Todas provienen de contextos e historias diversas, pero tienen en común la esperanza de tomar un nuevo proyecto de vida. Cuando se inscriben en la institución, el colegio Panamericano recibe sus certificados de estudios o, mediante una prueba de suficiencia, ubica a la aspirante en alguno de los seis ciclos existentes. El primero corresponde a alfabetización, el segundo a básica primaria, el tercero a 6º y 7º, el cuarto a 8º y 9º, el quinto a 10º y el sexto a 11º.

En esta institución la modalidad educativa es semipresencial. De acuerdo con Clara Liliana Rodríguez Bejarano, docente de ciencias sociales, “ellas realizan 400 horas por cada ciclo. El objetivo es completar cada ciclo en seis meses, tanto con trabajo presencial, como extramural”, explica.

Esta estrategia educativa inició en el segundo semestre de 2017. Hasta el momento, se han graduado 24 estudiantes en dos cohortes y se espera que en diciembre próximo otra promoción de 16 mujeres culmine satisfactoriamente sus estudios de secundaria.

Sin embargo, el trabajo de la Secretaría de Educación del Distrito no se detiene allí. En el marco de la educación para el trabajo y el desarrollo humano, mediante una alianza con la Fundación Telefónica y el proyecto social Piensa en Grande, estas mujeres asisten a talleres de emprendimiento relacionados con pintura y belleza.

Adriana Obando tiene 43 años. Es lideresa de un colectivo de mujeres y madre cabeza de familia. Tiene dos hijos y una nieta que también hace parte de la educación oficial de la ciudad. Para ella, regresar al colegio hace parte de su crecimiento personal, que apenas comienza.

“Nosotras cuidamos los hijos, nos dedicamos al hogar y por eso descuidamos la educación. Mis hijos crecieron y me quedó más tiempo, pero sobre todo las ganas de volver a la escuela. Casa de Todas lo es todo para mí. Es el lugar donde me dan orientación, apoyo, ayuda y compañía. El hecho de venir a estudiar y tener compañeras y maestros con los que sostengo una buena relación nutre mi vida”, afirma.

Adriana se ve en unos años como abogada y escritora. Siempre le han apasionado las letras y la defensa de los derechos humanos. Recibir el título de bachiller, es un compromiso que asumió cuando pisó, luego de 30 años, el aula de clase.

“La mayoría de mis familiares y amigos me apoyan, pero siempre habrá alguien que comente ‘usted tan vieja para qué estudia’ o ‘abogados hay muchos, literatos hay muchos’. Pero la verdad es que quiero hacerlo por mí. Además, mis hijos están felices y ese apoyo es esencial”, añade.

 

“Las enamoramos para que vuelvan a estudiar y nos convertimos en una familia”

En Casa de Todas hay estudiantes entre los 18 y los 65 años de edad. No todas residen en la localidad de Los Mártires. Muchas de ellas se trasladan desde Rafael Uribe Uribe, Usme, San Cristóbal o Engativá para recibir las clases que alternan con el cuidado de sus familias y los trabajos que desempeñan en la tarde o en la noche.

¿Cómo prevenir la deserción y garantizar que estas mujeres culminen sus estudios? La docente Clara Liliana Rodríguez tiene una respuesta contundente.

“Estas son mujeres de un caparazón fuerte, pero con un corazón hermoso. Aquí hacemos un acompañamiento completo para volver a enamorar a las estudiantes y así lograr que permanezcan en el aula”.

Y es que la profe Clara, junto con otros tres docentes de esta estrategia de educación flexible, se han convertido en una familia para las mujeres de Casa de Todas. Esta ha sido una oportunidad para dar y recibir.

“Aquí trabajamos para transformar la vida de ellas, pero poco a poco nos damos cuenta de que ellas también nos cambian. Es inevitable no involucrarse en sus vidas, no conocerlas y apreciar que son madres ejemplares, mujeres valientes y soñadoras”, señala.

Por ello, el reto de enseñarles a mujeres que dan fe de que nunca es tarde para aprender, es constante. “El fracaso es más fuerte para ellas que para otros estudiantes, pero maestras y maestros siempre les mostramos que la deserción no es una opción”, finaliza la docente Rodríguez al señalar que, para 2019, el equipo de Casa de Todas espera que al menos a 80 estudiantes hagan parte de un completo proceso de formación académica y humana.

“Como mujer siento que, si nosotras nos empoderáramos, transformaríamos realidades, porque somos grandes líderes. Creo entonces que mi desafío es seguir enamorando a mis compañeros, a mis directivos y a estas estudiantes. Es convencerlos de que la inclusión sí es un camino”, añade.

La Secretaría de Educación del Distrito desarrolla estrategias educativas flexibles para responder a las necesidades de grupos poblacionales determinados que, por diversos factores, no acceden o han abandonado la escuela. De acuerdo con el subsecretario de Calidad y Pertinencia, Carlos Alberto Reverón Peña, la meta es avanzar hacia una educación de calidad para todos.

“La educación de calidad es la principal herramienta para el proyecto de vida de nuestros estudiantes y su felicidad. Por eso, con estos modelos flexibles se espera que los niños y jóvenes en extraedad, así como las personas adultas que no han culminado sus estudios, puedan hacerlo con estrategias educativas que son de calidad y pertinentes en horarios y lugares para su situación particular. Estamos transformando vidas y brindando oportunidades educativas de calidad para todos”, explica.

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Jaqueline Cruz Huertas
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