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Las familias del colegio Julio Garavito Armero, en Bogotá, ahora son artistas clown

Una propuesta en el que participan más de 70 jóvenes y adultos, entre estudiantes del colegio Julio Garavito Armero, maestros, padres de familia y vecinos del barrio Muzú.

Julio 11, 2016

Familiares con narices rojas. Gentes del mismo barrio que se descuelgan por telas y muestran sus mejores dotes de acróbatas. Estudiantes que aman la danza y el teatro. Así es la escuela de artes que impulsa la profesora Iris Cervantes en el colegio Julio Garavito Armero: un ejemplo del impacto que tienen las escuelas para transformar el territorio.

Con la cara pintada de blanco, un overol azul y una escoba, un hombre espera sentado en el centro del escenario, ante las miradas expectantes de niñas y niños, estudiantes de primaria del colegio Julio Garavito Armero. Se trata de Pompilio, un soñador, un artista sin consumar que, por no perseguir sus metas, terminó convertido en barrendero.

Quien interpreta a este personaje es William García, un padre de familia que, a diferencia del barrendero, siguió sus sueños como artista y hoy sigue construyéndolos junto a su hijo Johan Felipe, en la Escuela de Formación en Artes de este colegio de la localidad de Puente Aranda.

Hace cuatro años, cuando Johan Felipe ingresó al colegio, William se llenó de entusiasmo al conocer la idea de la profe Iris Cervantes quien, recién llegada a la institución también, quería que estudiantes, padres, maestros y vecinos pudieran divertirse, expresarse y aprender artes en un proyecto que tuviera como centro la institución educativa.

Convencidos de la necesaria dosis de locura y expresión que trae el arte a la vida del ser humano, William recuerda que con la profe soñaron con “hacer una escuelita, empezar a enseñar artes y descubrir los talentos”.

Parecía un experimento pequeño, pero cargado con el entusiasmo y la energía de Iris, que empezó a buscar y a formar talentos en baile, teatro, gimnasia, acrobacia y danza aérea, entre muchas otras formas de expresión artística.

La idea tuvo tal acogida, que hoy es un proyecto en el que participan más de 70 niños, jóvenes y adultos, entre estudiantes del colegio Julio Garavito Armero y de otras instituciones educativas de la localidad, maestros, madres y padres de familia, y vecinos del barrio Muzú.

Una escuela de artes que, además de formar grandes talentos, se convirtió en un laboratorio comunitario de ciudadanía, en el que todos los participantes aprenden respeto, tolerancia y comunicación asertiva, al mismo tiempo que estrechan los lazos con los habitantes de la localidad dieciséis de Bogotá.

Lea la experiencia pedagógica completa aquí.

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Invitó a sus estudiantes a armar pieza por pieza un rompecabezas mental cuya imagen final dejaba ver la realidad del país.