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Estética y política en Schiller

Belleza y libertad: la investigación filosófica de las cartas sobre la educación estética del hombre de friedrich schiller.

Julio 25, 2016

Autores

Federico López
Profesor del Departamento de Español
[email protected]

 

Resumen

Las Cartas Sobre la educación estética del hombre de Friedrich Schiller, figura cumbre del romanticismo alemán, abrieron paso a una manera distinta de concebir la estética dentro del panorama filosófico del siglo XVIII hasta nuestros días. Así, alrededor de esta obra han surgido distintas posiciones y debates que aún se mantienen, centrándose en lo propiamente conceptual, pero han dejado a un lado la importancia que tiene la forma dentro de la investigación filosófica en las Cartas Sobre la educación estética. Por ello, la validez que adquiere el presente trabajo, radica en que aborda los conceptos trabajados por Schiller, a partir de la experiencia investigativa que lo acompaña durante la escritura de las Cartas.

 

Introducción

Cuando nombramos un autor como Schi- ller, solemos creer que nos vemos limitados a  un campo como la estética; no obstante, y para sorpresa de un lector corriente, adentrarse en su pensamiento supone internarnos en el terreno político, en cuanto la preocupación recurrente es la consecución de la libertad humana [1].

Ahora bien, es importante mencionar que lo político no sólo es concebido como un factor que permita la organización de una sociedad, puesto que desde el sentir schilleriano, la política es vista como la realización del ideal de humanidad en la propia experiencia del hombre. De allí que ante tal problema político, Schiller nos muestre su posición, que no es sólo la de un artista que busca comunicar su punto de vista  a los demás; la cuestión es más de fondo, porque la intención de Schiller estriba en demostrarnos que la fijación en las maneras o modos en que se desarrolla el curso de los acontecimientos, no obedece a un mero asunto de gusto, sino a una preocupación que ocupa a aquellos que desean pensar por sí mismos.

He aquí la importancia de lo estético a partir de la mirada schilleriana, que nos permite darle curso al problema político que las circunstancias deparan.

Esto significa que lo estético, desde esta perspectiva, no se reduce a lo accesorio u ornamental, sino que implica la esfera que permite, en primera instancia, dar cuenta de la totalidad del ser humano. La pregunta que surge es: ¿por qué se aborda una obra como las Cartas sobre la educación estética del hombre, dentro del ánimo de darle curso a las inquietudes planteadas? Creemos que en esta obra se da una feliz coincidencia de lo “teórico” y “práctico” que podríamos sintetizar en el siguiente enunciado: la unidad de lo especulativo con lo sensible desde la índole misma de lo temático; afirmación que sintetiza el propósito esencial de esta investigación, si nos atenemos a la concepción que Schiller tiene de lo estético.

En tal forma, las Cartas sobre la educa- ción estética del hombre, dentro de los diferentes escritos de Schiller alrededor de la estética, poseen una singular importancia no sólo por la coyuntura ideológica y programática [2] en la cual están inscritas, sino por lo que significa dentro de la producción del filósofo-poeta. En tal forma, hacemos de las Cartas nuestro objeto de investigación, porque en ellas Schiller supera la concepción de belleza, que por ejemplo en el Kallias se centra más en la forma artística; así como también en ellas se abre el panorama de lo humano, que en Sobre Poesía ingenua y sentimental, otro de los escritos de Schiller, se reduce a proponer el regreso a lo natural, sin que haya una reflexión atenta a las otras facultades de lo humano.

En cambio, las Cartas constituyen un texto mucho más complejo por las distintas dimensiones que en ellas se ven implicadas, tanto de orden social como filosófico. Allí, el pensamiento  de Schiller se consolida, gracias a las innumerables tensiones que lo recorren, llevando la estética a un nivel que va más allá de lo puramente conceptual para llegar a una concepción en la que tal dimensión pueda tener una realización efectiva en la experiencia. Con las Cartas, Schiller hace de lo estético algo operativo que pueda tener incidencia en la realidad. De esta suerte, la intención de este trabajo, ante todo, es poner en evidencia la manera en que la investigación filosófica se lleva a cabo en las Cartas.

Considerado así el asunto, lo escrito aquí debe tomarse como la narración de la experiencia de escritura de un problema político que de acuerdo con el  pensamiento schilleriano, necesita de la vía estética que viene  a ser una propuesta pedagógica. El punto de partida de estas páginas consiste en cómo un problema de investigación en el campo filosófico exige el género que permite abordar la problemática a tratar. Por eso, la experiencia de investigación nuestra  a lo largo de las Cartas nos permitirá no sólo conocer los conceptos, sino ver la manera en que surgen y relacionan entre sí.

Queda sólo enunciar la ruta de investigación que en las próximas páginas recorreremos de acuerdo al curso  que van tomando las Cartas. En la primera parte, el punto central es exponer las condiciones tanto anímicas como el lugar de enunciación desde el cual habla Schiller. La segunda parte se centra en determinar la manera en que nuestro filósofo-poeta hace el diagnóstico de su época, trayendo a discusión la imagen que tiene de los griegos, como la categoría de fragmentación  y la necesidad de una educación estética, que sería la conexión con el objeto de estudio planteado en las primeras cartas.  El tercer segmento pone el énfasis en el camino o método que Schiller emplea en su ascenso a la belleza, que parte desde una experiencia de mundo. Por último, el cuarto apartado en estrecha relación con el anterior, muestra la manera en que la belleza, de acuerdo con la concepción que de ella se tiene desde el pensa- miento, debería tener una incidencia en nuestra cotidianidad.

En fin, nosotros hemos querido que este trabajo sea una voz que invite a dejarnos fascinar por el modo en que Schiller elabora su investigación filosófica sobre la belleza, lo que nos lleva a la realización de lo humano en la experiencia política. Bajo este sentido, en las siguientes páginas, podríamos darnos por bien servidos, porque nada puede ser más gratificante para el pensamiento humano que estemos ansiosos de una verdad que nunca nos es entregada de manera completa y definitoria, sino siempre paulatina e inminente; y es allí en ese pequeño y breve resquicio en el que estas páginas se desenvuelven.

Consideraciones preliminares acerca del estilo en la investigación filosófica

En la investigación filosófica la atención suele estar centrada en la parte concep- tual de la problemática que se quiera abordar, fijándonos en las proposiciones que tal o cual autor nos plantea. Así, en reiteradas ocasiones, existen elementos que pasan desapercibidos dentro de las consideraciones que se hacen sobre algún tema. La atención exclusiva en los conceptos, tal vez hacen que perdamos de vista aquellos elementos que en un rápido vistazo no tendrían mayor importancia, precisamente por ser tan visibles, dando su existencia por descontada, o simplemente, considerándolos accesorios dentro de la problemática a la que se pretende enfrentar. Decía Oscar Wilde que el misterio de las cosas suele estar en lo visible, no en lo invisible; de ahí el carácter errante del hombre, quién en el trato continuo y cotidiano con las cosas, termina por considerarlas fortuitas. De esta suerte, la investigación en el campo filosófico no puede desatender otras dimensiones como el afecto y el sentimiento que también están presentes en el conocimiento.

El estilo, es entonces, dentro de la investigación filosófica, el mejor modo de hacer aparecer las cosas, que busca demostrar la forma en la que un pro- blema de investigación es observado. En tal medida, el estilo hace aún más comprensible ante el ánimo humano la investigación que se realice, puesto que privilegia no sólo una perspectiva parcializada del problema a tratar, sino el conjunto del mismo. No obstante, tal preocupación no puede hacernos perder de vista que en las Cartas, detrás de la cuidadosa escritura de Schiller, existen serios planteamientos filosóficos que no podemos dejar a un lado. Es decir, si bien nuestro interés principal se centra en lo que hemos dado en llamar estilo, no por ello, descuidaremos la intención filosófica de Schiller en sus Cartas. Por ello, las palabras de Frederick Beiser, al advertirnos del riesgo que se corre cuando se escoge dicho énfasis:

Hay dos problemas fundamentales y fatales en este enfoque retórico. En primer lugar, va completamente en contra de las intenciones schillerianas y de su propia concepción filosófica de sus escritos. En segundo lugar, no puede proporcionar y, más bien, en última instancia presupone, un análisis filosófico del texto (Acosta& López, 2008, p.143).

Vale la pena detenernos en la palabra que emplea Beiser refiriéndose al enfoque retórico que presupone un análisis filosófico del texto; palabra que nos hace pensar en que el estilo, no tiene como intención apartarnos de lo filosófico de un texto, puesto que precisamente lo que buscaría es aspirar a una unión con lo conceptual.

El espíritu de una época: entre el diagnóstico y el deseo de una nueva cultura

La noción de un hombre ideal no puede separarse de las circunstancias inmediatas, que en el caso concreto de Las Cartas sobre la educación estética del hombre están ancladas en un momento histórico preciso que se respiraba por la Revolución Francesa; un acontecimiento en el que se depositaron muchas esperanzas en cuanto a la conformación de un nuevo orden político, pero que terminó por desencantar debido a la anarquía y terror de los hechos que se dieron. Lo importante es resaltar la manera en que Schiller, ateniéndose a tal momento histórico, pero a la vez sin verse limitado a tal circunstancia, se relaciona con el objeto de estudio de las Cartas, en la medida, en que, como ya planteábamos en el anterior capítulo, la experiencia de mundo inevitablemente trae consigo una experiencia estética de las cosas.

De ahí la importancia que en este momento de nuestra investigación, acorde con el desarrollo de las Cartas, toma la elaboración del problema político desde el diagnóstico que hace Schiller en la carta V, al observar el espíritu de su época; para pasar, en la carta VI, a hacer un contraste entre su época con la Grecia Clásica, presencia inevitable en sus obras, trayendo a discusión una categoría filosófica que atraviesa a la Modernidad: la fragmentación. Y por último, lo que sería el puente de unión con el objeto de estudio, en torno a la necesidad de una educación estética, en palabras del propio Schiller.

El camino sin meta: la belleza y la humanidad en la vía trascendental

Ahora bien, nos dispondremos a obser- var la manera en que Schiller pretende aportar a la determinación teórica  del problema político que permite entrever una incidencia práctica en la existencia del hombre. La tarea pues, no consistirá sólo en determinar teóricamente dentro de cuál método filosófico podríamos inscribir a Schiller con sus Cartas, sino en develar cómo las formulaciones conceptuales hechas en torno a la belleza y la humanidad, parten de una estrecha relación con la propia experiencia del mundo.

Así, en primera instancia, la belleza es condición necesaria de la humanidad, lo que marca las Cartas restantes, proyectándonos a la visión del propio hombre, quién es expuesto como una naturaleza sensible-racional desde dos maneras de proceder del propio Schiller frente al problema político que le da curso, con las siguientes categorías: el principio de acción recíproca y el impulso de juego, las cuales nos llevan a una definición de la belleza como unidad entre sentimiento y entendimiento, que viene a conjugar las indagaciones tanto teóricas como prácticas hechas.

El reino estético desde su existencia teórica y práctica

En este último apartado  de acuerdo al curso de investigación de las propias Cartas, nuestra intención se centra en analizar cómo la belleza se concibe a partir del pensamiento, más precisa- mente desde la vía trascendental —que ahondamos en el anterior capítulo— para llegar a un terreno práctico de la existen- cia humana. De este modo, la belleza no quedaría solamente relegada a un ámbito meramente teórico, sino que acorde al sentir de Schiller, encontraría la manera de existir en la propia cotidianidad de los hombres, gracias a ese carácter de la belleza que suscita no sólo reflexiones sino también sensaciones.

Por otro lado, es importante anotar que en este último bloque de Cartas,  están basadas gran parte de las lecturas que se han hecho sobre ellas, en el sentido en que allí están consignadas las ideas de Schiller sobre una supuesta utopía, que tomando la lección de los desmanes de la Revolución Francesa y en términos generales de lo que se denomina como Ilustración, propugnaría por una estética que tendría asignada de entrada deter- minadas funciones y atribuciones. Pero allí radica el problema, puesto que se desconoce el conjunto total de las Cartas [3] con el fin de centrarse en distintas temáticas de interés personal [4], más no del propio Schiller.

Con esto en mente, podemos afirmar que la belleza es concebida desde el pensa- miento y cómo a su vez, es percibida por las sensaciones. Una relación entre pensamiento y belleza es la invitación que nos hacen las Cartas, llevándonos a la disposición estética que hay en el ánimo humano, donde se revela el horizonte que tal camino nos abre, para pasar a lo que Schiller concibe como educación estética, la cual, es una actividad de la razón que parte desde lo sensible y que nos lleva a esa realización estética en la existencia, que parte desde la apariencia y el sentido de la forma.

Consideraciones finales

Nuestra experiencia investigativa de las Cartas  se ha centrado en la forma de la investigación filosófica, la cual como quedó evidenciada, no se reduce a ser un mero adorno de lo conceptual. En esa medida, hemos comprobado que los conceptos no son entes fríos ni asépticos, puesto que ya en ellos existe una carga de lo vivencial, de lo anímico, dejándonos ver que en la investigación sobre la belleza, no es posible que el investigador sea neutral frente a lo estudiado; esto trae consigo la idea de la unidad entre lo investigado y quién investiga, que se establece en el estudio de la estética. Podemos así, aventurarnos a plantear que la belleza sólo se revelará cuando nos veamos nosotros mismos involucrados como investigadores en ella.

Conviene observar, sin embargo, que al centrar nuestro interés en la forma de la investigación filosófica, no nos limitamos tan sólo a dilucidar los rasgos que suelen ser considerados como meramente estílisticos, pues en esa medida, estaríamos en una instancia retórica. Por nuestra parte, el trabajo aquí hecho partió de una premisa fundamental: la forma en la investigación filosófica es la que produce los conceptos, porque en ella la razón se hace sensible y, a su vez, lo sensible se torna  razón. Una afirmación latente en las anteriores páginas, que ahora se vuelve manifiesta, en tanto fue ella la que guió el espíritu del presente trabajo, dentro de la intención de cómo Schiller realiza su investigación.

Bajo esta perspectiva, nuestra experiencia investigativa de las Cartas nos ha mostrado que la naturaleza de lo analizado requiere un género propio. Quiere  decir que lo estudiado se investiga de acuerdo con el género que permite el abordaje y exploración de los temas planteados. De allí que, una conclusión esencial de este trabajo sea que en el devenir de una indagación filosófica, importa tanto lo estudiado como la manera en que es estudiado; es decir, que una investigación que se mueva en terrenos estéticos, necesariamente tiene que ser estética, si es que pretende tener coherencia y legitimidad frente a lo estudiado.

Desde este punto de vista, es el momento oportuno para hacernos varias preguntas que inevitablemente salen a flote, al leer las Cartas; esas preocupaciones e inquietudes pueden sintetizarse en la siguiente pregunta: ¿Cuál es la relevancia de las Cartas hoy día para una sociedad como la nuestra? Lo primero es que las Cartas, a partir de nuestra experiencia estética de investigación [5], aún poseen relevancia respecto al espíritu de época que magistralmente Schiller describe y que persiste en nuestro tiempo. Más allá de la fragmentación en la relación Esta- do- Individuo, lo que resuena en nuestras mentes es la pregunta del filósofo-poeta, quién perplejo por los hechos que su época le muestran, nos interroga: ¿Por qué la humanidad ha optado por la sepa- ración individuo-especie? Una pregunta, que aparte del curso que le da Schiller, se convierte en el eje de las reflexiones sobre los tiempos modernos, en torno a la realización plena de las disposiciones que posee el hombre; esto es, de alcanzar la humanidad desde nuestra condición limi- tada pero a la vez absoluta de hombres.

Ahora bien, la respuesta de Schiller a esta pregunta, radica en la belleza, superando la fragmentación humana en el hombre concreto; así, la belleza se convierte en el lugar donde reside lo propiamente humano, aún cuando las circunstancias sean adversas. No es la armonía ni el idilio donde germina la belleza, sino en el peligro donde surge lo que nos hace reconocernos como hombres. La belleza es entonces una esfera que responde a la totalidad; parte desde aspectos parciales o locales para llegar a connotaciones universales y absolutas, propias de la especie no del individuo.

Sin embargo, la conjunción de facultades que significa la belleza, no es garantía absoluta que se pueda alcanzar el ideal de humanidad en la existencia práctica del hombre. Algo que podría conducir a la desesperanza, pero que antes nos invita a la puesta en escena de un horizonte que no ha sido alcanzado en su plenitud por el hombre, lo que tal vez estaría acorde con un ideal que es imposible que sea realizado a perfección en la realidad, pero que aún así, nos sirve de guía en el camino hacia la libertad.

La asediada libertad, la preocupación de Schiller, no puede entenderse sin la belleza; por un lado, porque permite encontrar la forma de exposición precisa en la carta, que como género propio en el estudio de la belleza, encarna las distintas posibilidades que pueden darse en la investigación estética sin estar atados a esquemas o fórmulas fijadas. Por otro lado, la libertad como problema político, o mejor, en la organización social de los hombres, nos permite entrever que su realización depende inevitablemente de la belleza, pues es ella quién conjura los deseos de la especie y la naturaleza del individuo. Esta libertad tiene incidencia en lo práctico, porque es la belleza quién guía y regula las relaciones entre los hombres, en un reino en el que el ejercicio de la libertad se da por medio de la misma libertad. Una dependencia que nos hace pensar que la libertad en la existencia práctica del hombre es belleza, no porque brinde un aspecto agradable a las cosas, sino porque en ella experimentamos una libertad que nos lleva más allá de nuestra condición de seres finitos y materiales.

Esto nos hace desembocar en la educación estética que nace como respuesta ante lo que el diagnóstico de su época le es mostrado: una ausencia de la totalidad de lo humano, en la que se ven separadas las facultades al interior nuestro. De este modo, la humanidad desvía su curso natural por el peso de una cultura que ha centrado su atención en un aspecto de lo que nos constituye como hombres; ahora, por medio de una nueva cultura, encarnada en la educa- ción estética, Schiller encamina el curso de los tiempos hacia el posicionamiento de la forma como la ley que permite las relaciones en sociedad de los hombres. Es decir, que a través de la propuesta de una cultura se intenta reemplazar otra; y es allí, donde la educación estética tiene un papel fundamental, ya que ella garantizaría que la belleza no quede reducida a una cuestión de gusto sino que sea  un principio de realidad legítimo para todos los seres humanos. Esta es pues la función de la educación esté tica: brindar una solución estética al problema político que las Cartas postulan, hacién- donos ver que el camino de lo estético es realmente lo natural, mientras que lo que usualmente solemos considerar bajo dicha categoría está bajo el influjo de la herida que la cultura moderna nos ha impuesto.

Finalmente, teniendo a Schiller como guía en la discusión estética y sin agotar lo que pueda decirse respecto a los problemas que en ella se dan, vale la pena hacer una reflexión sobre ese carácter de la estética que no se cifra en resultados definitivos, ni en metas impuestas por el imperativo de conocimiento, puesto que su valor se encuentra en el proceso mismo de la paciente indagación que se realiza; es el sendero que se recorre el que la define. Su historia está hecha a partir de los sobresaltos de la conciencia que recorren a los pensadores que, intrigados, se han puestos en la ardua labor de estudiarla. Contaba Borges una historia de Lessing, quién afirmaba que si Dios se apareciera ante él, con dos opciones en cada una de sus manos, en la que una fuera la respuesta definitiva a todas sus inquietudes, y la otra, si bien no la perentoria verdad, si la energía y ánimo que lo llevara por una vida sedienta de conocimiento, él , sencillamente, escogería esta última que nos conduce a la tarea de estar en una siempre y continua búsqueda de aquello que no poseemos, pero que siempre anhelamos.

Dentro de tal espíritu de investigación, hemos querido que estas páginas sean la exploración de un deseo que no se circunscriba a una mera posición teórica o conceptual, sino que es fiel a los complejos y delicados estados de un alma que veía en la belleza, la realización perfecta de lo que significa ser hombre; esperamos, así como el mismo Schiller lo esperaba, que estas páginas constituyan la prueba de un lector ideal, que hayan sido la compañía soñada por Schiller; ojalá que así haya sido.

Lista de referencias

Beiser, F. (2008). Un lamento: Sobre la actualidad del pensamiento schilleriano. En M.R Acosta López (Edt.). Friedrich Schiller: estética y libertad( pp.131-151). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

Berlin, I.(2000). Las raíces del romanticismo. Madrid: Taurus

Eagleton, T. (2006).Schiller y la Hegemonía. En La estética como ideología (pp. 161-180). Madrid: Trotta.

Marchán, S. (1982). La estética en la cultura moderna de la Ilustración a la crisis del estructuralismo. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.

Safranski, R. (2006). Schiller o la invención del idealismo alemán. Barcelona: Tusquets Editores.

Schiller, F. (2005). Kallias. Cartas sobre la educación estética del Hombre, Barcelona: Anthropos.

__________ . (2000). Escritos sobre estética, Madrid: Tecnos.

Stelingis, P.(1962). La idea de libertad como fundamento de su vida y de su obra. En La idea de libertad en la Obra Dramàtica de Schiller. (pp.73-77). Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

 


[1] Un lugar común al hablar de la obra de Schiller es la libertad que lo lleva a tener una posición muy distinta a la de su amigo Goethe, quién se sentía más atraído por la naturaleza que por la libertad. Respecto de este asunto, Paulius Stelingis, estudioso de la obra dramática de nuestro filósofo —poeta, señala lo siguiente: “( ) Todo lo contrario es el espíritu de Friedrich Schiller. Su alma se siente más atraída hacia el mundo espiritual que al de la naturaleza. Su vida entera es rebelión contra lo establecido y contra todo lo que oprime su espíritu. La libertad humana es la mayor pasión de toda su vida y el más alto ideal de toda su obra. Todas las obras de Schiller-dice el mismo Goethe— están penetradas de la idea de libertad, y esta idea se iba transformando a medida que Schiller avanzaba en su cultura y se hacía otro hombre. En su juventud, lo que le preocupaba era su libertad física, y esta es la que aparece en sus obras; más tarde fue la libertad ideal” (Stelingis, 1962, p.75).

[2] .Debe tenerse en cuenta que el proceso de escritura de las Cartas se dió en pleno furor de la Revolución Francesa, el cual fue un acontecimiento que desencadenó en distintos pensadores posiciones tanto a favor como en contra. Como suele suceder al decir algo en torno a Schiller, no es fácil encasillarlo en tal o cual postura, si tomamos en particular las Cartas, puesto que en algunos momentos de la obra puede ser realmente crítico con el optimismo desenfadado de algunos que ven en la Revolución Francesa la solución a todos los problemas de la organización social, como también en algunos fragmentos Schiller se reconoce partícipe de los principales legados de la Ilustración que en cierto modo permitieron la emancipación del poder reinante

[3] Un punto importante a tener en cuenta dentro de los propósitos de esta investigación, que sin ceñirse a una determinada lectura, busca indagar a través del curso de investigación de las Cartas, en qué manera están construidas sus ideas acerca de la belleza, siguiendo lo expresado por Jaime Troncoso, quién opta por recorrer las tensiones del pensamiento schilleriano  antes que inscribirlo en tal o cual interpretación.

[4] Son por ejemplo conocidas las lecturas de Habermas, quién se centra en el aspecto de la organización social de la belleza, específicamente en la manera en que esta permite una comunicación más plena entre los hombres; o la lectura que hace Eagleton de la contradicción que recorre a la estética schilleriana afirmando que por un lado alienta la creación de un sujeto apto para la sociedad burguesa, pero a la vez critica la penosa fragmentación a la que está sometida tal sociedad. El punto es que más allá de estar en acuerdo o en desacuerdo con tales interpretaciones, nuestra intención estriba en ahondar en la experiencia de investigación de Schiller durante las Cartas.

[5] Le llamamos experiencia estética porque en la manera de proceder de Schiller, es esencial que se involucre quién investiga con lo investigado, de modo afectivo y sentimental, dejando a un lado las fronteras que se delimitan entre los elementos de una investigación, para dar paso a una unidad que las reúne.

Este documento fue tomado de www.revistaelastrolabio.com

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