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Un mal ejemplo del uso de la educación en la justicia transicional

20 años después del final del conflicto entre los países de la antigua Yugoslavia, los grupos religiosos y étnicos están más divididos que nunca. 

Agosto 11, 2017

La publicación Learning peace: Transitional justice and education (Aprender paz: Justicia transicional y educación) está disponible de forma gratuita en ingles en los portales de UNICEF y del ICTJ. En los próximos meses, Palabra Maestra publicará semanalmente un resumen de algunos de los capítulos de cada sección de la publicación que exploran la relación entre la justicia transicional y la educación.

A continuación, el resumen del capítulo “Construyendo un legado: El programa de difusión a jóvenes del Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia” de la tercera sección de la publicación, titulada “Programas de difusión a jóvenes, educación y sostenibilidad”.

En este capítulo, Nerma Jelacic analiza los diferentes retos a los que se enfrentan las organizaciones con programas de difusión e involucramiento de jóvenes en los procesos judiciales transicionales. Entre estos está la opinión que puede llegar a tener la comunidad con respecto a un tribunal internacional y, por ende, que esta percepción influya en la opinión de la comunidad a la hora de implementar programas para reconstruir la memoria histórica de un conflicto.

Contexto

Dos décadas después de la desintegración de Yugoslavia y las guerras que la prosiguieron entre Bosnia y Herzegovina, la República de Croacia, Kosovo, la antigua República de Macedonia, Montenegro y la República de Serbia, todavía no existe u consenso entre sus habitantes de cuáles fueron las causas y las consecuencias del conflicto. Tras dichas guerras, que se disputaron entre 1991 y 2000, y en las que murieron más de 130,000 personas, la población continúa dividida según religiones, etnias y nacionalidades.

En gran parte, las consecuencias y las causas de las guerras no han sido elucidadas ante el público gracias a un discurso político polarizado y a las divisiones que fomentan los medios de comunicación. Los únicos interesados en enfrentarse al pasado de estos territorios son actores internacionales y organizaciones de la sociedad civil.

La generación de jóvenes de los Balcanes Occidentales de hoy no creció en la antigua Yugoslavia y nació al final de las guerras entre Bosnia y Croacia. Aun así, continúan viviendo segregados de acuerdo a sus grupos étnicos y su religión y sus oportunidades para interactuar por fuera de esas comunidades son escasas. Los materiales escolares que utilizan en sus escuelas narran versiones sesgadas de los efectos que tuvieron la primera y la segunda guerra mundial en el territorio y las graves violaciones de derechos humanos y de derecho internacional que se llevaron a cabo en ese territorio durante la década de los 90.

Por lo tanto, las nuevas generaciones desconocen en su mayoría la historia reciente de sus países. Lo poco que saben lo aprenden a través de canales informales como los medios de comunicación, sus familias y sus pares. Ese hecho no impide que estas generaciones hayan formado opiniones inamovibles acerca del pasado de sus países basadas en mitos nacionalistas populares.

Aunque algunas ONG han hecho esfuerzos por involucrar a nuevas generaciones en programas de memoria histórica y de reconciliación, hasta hace poco el sistema formal de educación de estos países no había demostrado ningún interés por adoptar dichas estrategias.

El Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia (TPAY)

Este tribunal fue establecido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 1993 para investigar y judicializar a los responsables de las violaciones de derechos que ocurrieron tras la desintegración de la antigua Yugoslavia. Es el primer tribunal internacional que estableció desde los juicios de Núremberg y Kioto al acabar la segunda guerra mundial. Como tal, durante las últimas dos décadas se ha convertido en un referente en lo que se refiere a procesos judiciales que hacen parte de procesos de justicia transicional.

Este tribunal ha investigado a 161 sospechosos y hasta hoy ha condenado a 74 autores intelectuales de las violaciones de derechos humanos más graves del conflicto. Aunque a nivel internacional los expertos reconocen que el trabajo del TPAY ha sido ejemplar, dentro de los países que conformaron la antigua Yugoslavia su trabajo no es reconocido y en muchos casos es sujeto de críticas sin fundamento. En general, las encuestas demuestran que los distintos grupos étnicos tienden a sobredimensionar los crímenes que cometieron las otras partes del conflicto y a omitir su propia culpabilidad.

El programa de difusión a jóvenes del TPAY

Es en este contexto es que opera el programa de difusión del TPAY para jóvenes. Al implementar el programa, los investigadores que acompañaron el proceso se sorprendieron al ver que los jóvenes, aunque manteniendo su posición sesgada, estaban dispuestos a involucrarse en el programa con tal de que se les presentaran datos y materiales históricos que corroboraran los materiales del programa.

Este programa está dirigido a jóvenes entre los 16 y 18 años de edad y jóvenes universitarios y busca promover el trabajo, los logros y el legado del TPAY en el contexto general de justicia transicional en la región. El programa se enfoca en las regiones que fueron más afectadas por el conflicto y se ha vuelto una herramienta para expertos e investigadores tanteen las actitudes de los jóvenes y las oportunidades para fomentar la reconciliación.

El proyecto fue diseñado para el sistema formal de educación por lo que su implementación ha sido demorada al verse obligado a coordinar con las autoridades locales. En muchos casos, países enteros o grandes regiones de ciertos países han rechazado la legitimidad del programa por lo que su alcance, y por ende su éxito, es cuestionable.

En los sistemas educativos donde ha logrado entrar, el programa ofrece materiales contextualizados y flexibles de acuerdo a grupos de edad y ubicación geográfica. En el caso de la educación media, el programa está compuesto por cátedras que ofrecen una mirada amplia de los conceptos de justicia, responsabilidad, crímenes de guerra y crímenes internacionales y pasa a temas más puntuales relacionados con el TPAY, como los casos y los investigados más pertinentes para la región específica. El programa emplea una serie de estrategias para fomentar el pensamiento crítico y la reconciliación.

Aunque los jóvenes han demostrado interés en el programa, sus percepciones del trabajo del TPAY varían de acuerdo al país y a la región. Jelacic sostiene que aun así el programa ha sido exitoso, pero que sería mucho más significativo para los procesos de reconciliación en otros países si no se deja pasar tanto tiempo después del final del conflicto.

 

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Escrito por
Abogado con experiencia en derecho internacional y derecho internacional de los derechos humanos. Becario de derechos humanos en el Centro Vance para la Justicia Internacional en el Colegio de Abogados de la Ciudad de Nueva York
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