Aprendizaje híbrido: el verdadero reto del siglo XXI

Los constantes cambios que se vienen presentando en el ámbito educativo, nos llevan a replantear los métodos, técnicas, herramientas y estrategias de enseñanza, que estamos utilizando en el aula de clases.

Pardo Kuklinski, en su libro Opportunity Valley ‘Lecciones [aun] no aprendidas de 30 años de contracultura digital’, realiza una serie de planteamientos que de una u otra forma nos retan a asumir una actitud de verdadero cambio, donde es fundamental la “deslocalización del puesto de trabajo (para el docente) y del espacio de estudio (para el alumno)”.  

El llamado, entonces es que como docentes debemos asumir un papel más orientador y facilitador, con menor control del estudiante y de los grupos. Donde el verdadero protagonista sea el estudiante, siendo por ende el centro de la educación. Tal como afirma Littlewood (1996), “el profesor tiene que estar preparado para adaptar su comportamiento a las necesidades de aprendizaje de los alumnos, lo cual implica aceptar que el aprendizaje no sólo se da como resultado directo de su propia enseñanza”.

El planteamiento anterior, solo será posible en la medida  que como docentes estemos dispuestos a abrirnos a nuevas posibilidades y renovemos nuestra manera de pensar, actuar, enseñar y aprender, interiorizando en el proceso, el hecho de que cualquier espacio se puede convertir en un aula de clases, no necesariamente se aprende en una edificación de 4 paredes, posición con a que se concuerda, y como lo afirman Col y Moreno, quienes manifiestan que “las tecnologías, han posibilitado múltiples formas de enseñar y aprender, combinando espacios y tiempos síncronos y asíncronos. El futuro se visualiza extendiendo las opciones de aprendizaje a otros escenarios que no sean los típicos escolares; esto, gracias a la miniaturización e integración de las tecnologías y el desarrollo de soportes móviles y las conexiones inalámbricas; ello apunta a que los alumnos puedan seguir avanzando en su formación accediendo en todo momento a través de dispositivos móviles a documentos, portafolios, foros, chats, plataformas, etcétera (Coll y Monereo, 2008). 

Ahora bien en el Horizon Report, en la edición  Educación Superior 2016, nos muestra como el aprendizaje mixto o híbrido, se ha venido incrementado a un corto plazo, generando aceptación tanto en docentes como estudiantes, pues este tipo de aprendizajes incide de manera favorable en nuestra práctica profesional. Acorde con este planteamiento, González (2007), en su artículo sobre la evaluación de la relación de alumnos y docentes en un modelo mixto de aprendizaje para educación superior, donde compartió los resultados de un estudio de caso en el que se aplicó la modalidad b-learning y en el que se encontraron factores de éxito, como reconocer que esta modalidad brinda un grado de calidad a la educación; la creación y el seguimiento de estándares mejoran la funcionalidad del sistema de aprendizaje y facilitan la producción de materiales. La comunicación es vital para este tipo de entornos y el instructor debe asumir un rol distinto al tradicional. Concluye que el aprendizaje en línea representa una oportunidad para todos y que es necesario continuar alentando estudios en los que se aborden las actitudes y formas de aprendizaje mixto de los estudiantes.

Todo lo anterior, nos lleva a decir que hoy por hoy, la educación debe encaminarse cada vez más a procesos de enseñanza y aprendizaje híbridos, donde la interactividad que permea la vida social esté presente en los procesos educativos de los diferentes niveles.

Referencias bibliográficas

Islas Torres, Claudia, El B-learning: un acercamiento al estado del conocimiento en Iberoamérica, Universidad de Guadalajara, Revista de Innovación Educativa. 2003-2013http://www.udgvirtual.udg.mx/apertura/index.php/apertura/article/view/50...

Pardo Kuklinski, Hugo (2014). Opportunity Valley. Lecciones no aprendidas de treinta años de contracultura digital. Outliers School. Barcelona.