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¿Cómo descubrí mi vocación para ser maestro?

Un docente es poderoso, puede hacer que los ciegos vean y los sordos oigan, hacer hablar a los tímidos y muchas veces es el apoyo de aquel que no sabe por cuál senda caminar. 

Septiembre 21, 2018

Hace unos días me formularon las siguientes preguntas: ¿Qué me apasiona en mi vida y las razones del por qué? y ¿Cuál es el estilo de vida que quisiera tener de acuerdo con mis creencias, afectos y deseos?

Para responder a estas preguntas, acudo a mi memoria para encontrar las razones del por qué el ser maestro me apasiona.

Yo no era un niño que disfrutara de jugar fútbol o practicar algún deporte en específico, no me gustaba correr para jugar a “la lleva” o a las escondidas, aunque confieso que cuando lo hacía me divertía. Tampoco me emocionaba jugar a ser médico y menos aún el juego de asumir el rol de papá y mamá. Los juegos en el computador tan de moda hoy en día no lograban centrar mi atención y cuando me decían “bailemos”, al poco tiempo me aburría. En ese ese entonces me daba pena cantar, aunque en la actualidad es algo que disfruto bastante.

Al dibujar siempre quería hacer casas y edificios increíbles como los que aparecían en las revistas de la constructora donde mi abuela ha trabajado toda su vida, por alguna razón me fascinaban los planos de los edificios, pero suponía que mis manos no están hechas para plasmar imágenes en el papel, perdía fácilmente la paciencia y me frustraba, conmigo mismo quedaba en que no iba a insistir más, pero hoy en día reconozco que esa idea me seduce y me sigue dando vueltas en la cabeza.

En esos recuerdos que me vienen a la memoria está el de jugar a la tienda y recibir cuantiosas sumas de dinero por la venta de los productos imaginarios que mis compañeros me compraban, era interesante pero no apasionante, para los adultos estaba bien pero no para mí, a quien le parecía muy fácil tomar el teléfono y dar la orden: “quiero dos bultos de naranja ahora mismo, por favor, gracias, la gerencia”, colgar y que la imaginación acomodara todo para que el negocio funcionara tal vez esa es una de las razones por lo que me decidí hace tres años estudiar contaduría, pero admito que no es lo que me apasiona.

¿Por qué mencionar todos estos juegos y no responder las preguntas de una vez? Es tal vez mi manera de decir que había algo que prefería hacer sobre cualquier cosa y que con el paso del tiempo se consolidó como aquella profesión que quiero ejercer hasta el fin de mis días; entonces aquí viene nuevamente la pregunta ¿qué vamos a jugar? y la respuesta siempre era la misma: “Juguemos al profesor”.

No era fácil convencer a mis compañeros de juego (mis primos) a jugar al profesor, ya que habíamos estado nueve horas al frente de un profesor, donde nos calificaban hasta la manera de sentarnos, pero lograba salirme con la mía la mayoría de las veces. Es así como asumía el rol principal y sacaba mis apuntes de cualquier materia, aunque por lo general era geografía y les enseñaba sobre Colombia, hoy en día esa es la razón por la que ellos se aprendieron todos los departamentos del país junto con sus respectivas capitales. También les enseñe inglés, español, matemáticas, lo único que no, fueron ciencias naturales, pues no se me han dado muy bien.

Fueron muchos años jugando al profesor, incluso creamos un colegio al que llamamos “Casa de las Tías” porque todo pasaba en la casa de las tías, que se maravillaban de la manera en la que disfrutaba ser profesor, hasta el punto de que varias veces me encargaron tareas especiales como la de reforzarle a mis primos aquellos temas que tenían flojos, así fueran de niveles superiores, fue útil para nosotros y me lo disfrutaba sin cansancio. Esto es lo que realmente me apasionaba y me apasiona hoy en día, entre otras cosas porque me apasiona brindarle las herramientas a alguien para que comprenda y aprenda algo nuevo, me conmueve pensar que el conocimiento que se lleva es un tesoro que le durará toda la vida.

Mi inspiración son todos mis docentes, los buenos, porque me enseñan que lo que dicen tiene significado, y que son como un director de orquesta, moviendo los pensamientos en la mente de un grupo de individuos y en ocasiones tocando incluso su corazón. También lo hacen aquellos que no son tan buenos, porque son el reflejo de que siempre hay cosas en el quehacer del maestro que se pueden mejorar. He aprendido que hay que innovar para no caer en un juego aburrido, hostil o en el que la formación en valores brille por su ausencia.

En cuanto a mi estilo de vida, quiero que sea el de aquel que comparte sus experiencias y conocimientos, sin importar la raza, las creencias, el sexo, la nacionalidad, pues creo que el propósito de un docente es el de brindar las herramientas para que sus alumnos entiendan el mundo, se hagan preguntas, se motiven a perfeccionarse a sí mismos y adquieran un nivel más agudo de sensibilidad social.

Un docente es poderoso, puede hacer que los ciegos vean y los sordos oigan, hacer hablar a los tímidos y muchas veces es el apoyo de aquel que no sabe por cuál senda caminar. Me gusta transmitir lo que tengo en mi mente, hacer que los demás lo entiendan y escuchar a los otros para aprender de ellos.

Tal vez sea bueno aprovechar la carrera que elegí para buscar ejercer la docencia, aunque admito que me llama especialmente la atención enseñar idiomas o ciencias sociales, pues creo que rompen las fronteras y dan una visión más amplia a las personas acerca de lo que es el mundo. Sería grato llevar el conocimiento a todos los rincones del mundo y llenarse de cada espacio.

Cuando era niño y daba clases a mis primos, siempre aprendía cosas nuevas, creo que así es la vida de un docente, están en todas las áreas de la sociedad, expuestos a distintos tipos de alumnos, captando de primeras manos las problemáticas sociales de cada entorno y aportando al desarrollo vital de todas las personas, dando algo que nadie podrá arrebatar al otro y sin dejar de adquirir aquello que les da valor a las personas: el conocimiento.

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Estudiante del programa de Contaduría Pública de la Universidad de La Salle en la asignatura Ética en las Profesiones.
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Diego Fernando Barragán Giraldo
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Invitó a sus estudiantes a armar pieza por pieza un rompecabezas mental cuya imagen final dejaba ver la realidad del país.