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¿Corrupción hasta cuándo?

Los casos de corrupción en el Programa de Alimentación escolar deben generar una reflexión con respecto a lo escasa transparencia y honestidad de nuestra sociedad

Abril 8, 2016

Por estos días en Facebook, circula un texto muy popular que hace alusión a la corrupción: “Cuando usted tiene la oportunidad de robar 0,30 € (treinta céntimos) sacando fotocopias personales en la fotocopiadora del trabajo, usted no pierde la oportunidad”[1]. En el post, se mencionan más ejemplos similares de situaciones cotidianas donde existe cabida para pequeños robos, inofensivos en apariencia. Por supuesto, la conclusión del texto lleva a reflexionar sobre esos pequeños actos de corrupción que dejan huella: “Nuestro problema no son solo los políticos en el poder porque ellos son solo el reflejo de nuestra sociedad de más de 40 millones de oportunistas educados en la permisividad e incluso justificación del pillaje. Los políticos de hoy, fueron los oportunistas de ayer. Va a ser difícil cambiar esto, pero empieza por cada uno de nosotros. Por no hacerlo y por recriminar a quien nos cuente lo que hace”[2].

Al leer ese texto, no pude evitar pensar en el caso más reciente de corrupción del Programa de Alimentación Escolar. En el controversial video, se puede ver como niños posan con un plato de comida para una foto en una especie de prueba de transparencia del programa. Luego, ellos reciben un refrigerio ínfimo, tan pequeño como su mano. Una evidencia más de la corrupción que invade Colombia, como un cáncer que devora sus recursos, su paz y su estabilidad.

Hay algo en nuestra cultura que nos hace pensar que robar está bien. La infame frase “El vivo vive del bobo”, ilustra este pensamiento que favorece el aprovecharse del otro, el tomar ventaja, el sacar beneficio siempre de las situaciones sin importar a quién o qué se perjudica. Hay algo egoísta en nuestra forma de ser como colombianos, que nos impide pensar como país o como un colectivo y nos tiene en una zozobra constante con el lema del “sálvese quien pueda”.

Hay algo en nuestra cultura que nos hace pensar que robar está bien. La infame frase “El vivo vive del bobo”, ilustra este pensamiento que favorece el aprovecharse del otro, el tomar ventaja, el sacar beneficio siempre de las situaciones sin importar a quién o qué se perjudica.

No entiendo realmente de dónde viene tanta corrupción y por qué cada vez siento que es más difícil detenerla. Lo que sí creo es que hay cambios pequeños que podríamos implementar en la educación de las nuevas generaciones, para evitar que las prácticas nefastas de nuestros antepasados sigan siendo la tendencia. Creo que la educación es el arma de cambio para que estas situaciones no se repitan.

En algo tiene razón el texto de Facebook ya mencionado y es que indudablemente, la corrupción empieza por acciones pequeñas. Inicia con “oportunidades”, que en realidad se traducen en daños a terceros, en actos inconscientes. La corrupción perversa de Colombia es un reflejo de una sociedad rota, desigual, sin rumbo fijo y sin sentido de pertenencia por el país. El día que nos veamos como un equipo y no como personas o familias aisladas, aprenderemos entonces que la corrupción no tiene sentido y que nos perjudica, eventualmente, a todos por igual.

No puede ser que estemos tan acostumbrados a ver cómo poderosos le roban la comida a niños pobres, que pueden ver una “oportunidad” en una situación que está tan mal a tantos niveles. Nuestros niños no merecen crecer en un país así. Espero que nuestras próximas generaciones, no tengan que indignarse cada semana porque cada acto de corrupción parece más grande e inverosímil que el anterior. Y que ellos, más que nosotros, puedan entender lo nefasto de la corrupción.

[1] Tomado de: verne.elpais.com/verne/2016/04/02/articulo/1459603821_626696.html

[2] Tomado de: verne.elpais.com/verne/2016/04/02/articulo/1459603821_626696.html

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Comunicadora social y periodista
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Rubén Darío Cárdenas
Gran Rector Premio Compartir 2016
Concibo al maestro como la encarnación del modelo de ser humano de una sociedad mejor. Él encarna todos los valores que quisiera ver reflejados en una mejor sociedad.