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La ilimitada transformación del maestro

El maestro espiritual depura su carácter en la vocación de transformar vidas para transformarse él de manera ilimitada.
Marzo 23, 2017

El rol del maestro se ha asociado a muchas dimensiones del ser, comenzando por la  ética, pasando por la intelectual y terminando con la social. Sin embargo, la dimensión espiritual es la que menos se señala, quizás por ser un concepto más relacionado con lo mágico-religioso que con lo académico. Pero es precisamente este concepto el que más se relaciona con la vocación del docente. ¿Pero qué supone esta relación?

Como las facultades del espíritu, el docente no tiene límites en su rol. Si una característica define al docente espiritual es la flexibilidad de sus acciones al comprender a sus estudiantes en sus contextos y diferentes ámbitos y problemáticas. El docente espiritual se forma y transforma en cada situación, porque, cualquiera sea ella, la hace suya para darle un tratamiento pedagógico. Este docente sabe que frente a un estudiante, por muy conflictivo que sea, lo último que se pierde es la esperanza. 

Así como el espíritu siempre está evolucionando, el maestro constantemente se está formando. Siempre está en proceso de crecimiento. Nunca es un producto terminado. En este sentido su compromiso no es con el estudiante, es con la evolución. Acaso no es la tierra un gran aula con buenos, malos y regulares maestros, con buenos, regulares, y malos estudiantes. El docente espiritual no utiliza el intelecto solo y crudo para transmitir y ser un explicador, sino que logra conectarse con el espíritu de sus estudiantes para formar una sola mente maestra que  les enseñe a todos. Al buscar la unidad se multiplica para darle mucho más fuerza a la intención pedagógica de combatir “las fuerzas del mal”.  

El docente espiritual, sabe, consciente o inconscientemente, que sus acciones, su práctica pedagógica, está direccionada por el saber, el intelecto, el conocimiento disciplinar, pero la fuerza, el impulso, la capacidad de persistencia, su condición utópica para hacer real lo ideal, se encuentra en su espiritualidad. Es decir, la espiritualidad, es el carácter que, al integrar todas las dimensiones del ser docente, lo hace coherente al expresar su vocación.

Es el espíritu quien convoca al amor para enseñar y aprender de una manera dialéctica y transversal, superando las diferencias, los prejuicios y modelos arcaicos y acartonados, incluso los de la misma educación, para resignificar la aparentemente simple acción de vivir.  

 

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Escrito por
Docente de la Institución Educativa Pontezuela de Cartagena (Bolívar)
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Carlos Enrique Sánchez Santamaria
Gran Maestro Premio Compartir 2011
Con el apoyo de las tecnologías logré que los estudiantes convirtieran el pasado de exclusión que vivió éste municipio lazareto en un pretexto para investigar, conocer la historia y conectarnos con el mundo.