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Los colombianos pedimos ‘ñapa’ para todo, menos para educarnos con calidad

Múltiples factores pueden explicar las causas de la deserción, pero en este escrito nos centraremos en el estudiante y su propia responsabilidad.

Mayo 22, 2017

Bajar la deserción es un reto para los centros de educación superior. Aunque hay esfuerzos, aún no son suficientes. Según datos del Ministerio de Educación Nacional de Colombia (MEN), la tasa de deserción en 2015, en el nivel universitario, fue del 46,05 % (frente a un 56,9 % del 2014) y para los niveles de formación Técnico Profesional y Tecnológico fue del 52,1 %.

Una razón que explica la alta de deserción, es la relacionada con el nivel de ingreso de la familia, es así que los que tienen más de 7 Salarios Mínimos Mensuales Legales Vigentes (SMMLV) alcanzan una deserción del 41,08 %, mientras aquellos que provienen de familias con menores ingresos alcanzan cifras cercanas al 50 %.

Otro dato que aporta a la reflexión de las causas es la relación con las pruebas Saber 11; pues la tasa de los que obtienen puntajes altos la deserción es del 35,2 8%, mientras que los que obtienen puntaje bajo es del 54,34 % y, sí hablamos de hombres y mujeres, la tasa de deserción para los hombre es de 50,36 % frente a un 42,04 % de las mujeres.

Múltiples factores pueden explicar las causas de la deserción, pero en este escrito nos centraremos en el estudiante y su propia responsabilidad, ya que hemos constatado como profesor y como estudiante, que algunos jóvenes ingresan a la educación superior a cumplir un requisito que les exige la sociedad pero no por el amor al conocimiento o por uno de los retos del siglo XXI,  que es aprender a conocer.

"Cuando la preocupación de los estudiantes se centra más en lo que pasa con la farándula nacional, que en los problemas del país, la esperanza de transformar el mismo para que sea menos inequitativo se va cada vez más lejana.."

Literalmente no son pocos los que llegan a la educación superior a calentar un puesto y centrar su atención en un artefacto electrónico, cuya consulta continua se convierte en una falta de respeto para el profesor, quien pone todo su empeño y dedicación para que sus estudiantes aprendan, pero estos prefieren desperdiciar la oportunidad de aprender.

Como decía un grupo de estudiantes, poco o nada ponemos de nuestra parte para sacar el mejor provecho de las clases ya que por lo general nos limitamos a dar lo mínimo pues queremos todo fácil y rápido. El profesor los interpeló con tristeza, pues “los colombianos pedimos ‘ñapa’ para todo, menos para educarnos con calidad”.

En un país donde el índice de lectura es de 1,6 libros per cápita al año, los estudiantes deberían mejorar esos índices leyendo e investigando más, así se evitarían buscar culpables de su deficiente formación.  

Cada biblioteca es una bóveda que guarda una riqueza infinita, ya que cada libro que se lea enriquece el punto de vista que tenemos sobre ciertos los temas y materias.

Pero cuando la preocupación de los estudiantes se centra más en lo que pasa con la farándula nacional, que en los problemas del país, la esperanza de transformar el mismo para que sea menos inequitativo se va cada vez más lejana.

Nuestro país ocupa el segundo lugar con mayor biodiversidad en el mundo y es uno de los más felices del planeta, si a eso le agregamos el amor por el conocimiento o la capacidad de aprender a conocer, tendremos el mejor país del mundo.  

En conclusión, esperamos que cada estudiante que llega a la educación superior replantee su rol, pues tienen una oportunidad que la mayoría de colombianos no poseen. ¡Aprovéchenla al máximo! 

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Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.