Menospreciar a la familia, un mal mayor del maestro

La corte Constitucional ha definido la familia como “aquella comunidad de personas emparentadas entre sí por vínculos naturales o jurídicos, que funda su existencia en al amor, el respeto y la solidaridad y que se caracteriza por la unidad de vida o de destino que liga íntimamente a sus integrantes más próximos” – Sentencia C-271 de 2003 y C-577.

Dentro de esta definición cabe todo tipo de parejas incluidas las del mismo sexo, ya que lo fundamental es la concurrencia de una relación de solidaridad y ayuda mutua tal y como lo establece la corte Constitucional y no el sexo de quienes la conforman.

Sin embargo, en el ámbito educativo y en especial en las relaciones maestro - familia, no siempre se da esa apertura mental y por el contrario son los maestros quienes descalifican la familia del estudiante por no estar conformada de la manera tradicional esto es papá, mamá e hijos.

Lo fundamental es la concurrencia de una relación de solidaridad y ayuda mutua tal y como lo establece la corte Constitucional y no el sexo de quienes la conforman.

Hoy en día es común ver familias conformadas por distintos miembros entre los que se destacan padrastros, madrastras, medios hermanos, tíos, abuelos y demás personas que podríamos catalogarlas ligeramente en los tuyos, los míos y los nuestros.

La familia juega un papel importante en la educación de los niños, niñas y jóvenes y cuando el maestro la menosprecia por razones de su composición o en el peor de los casos porque están muy pendientes de su hijo, cuestionan las actividades del profesor, piden cuentas de las calificaciones que le colocan a sus hijos, exigen menos tareas o que estas tengan sentido o por lo menos que las retroalimenten, entre otras, en nada contribuyen a consolidar unos magníficos aliados para la labor formativa de los educandos.