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Transformar el patio escolar: 3 ejes para reflexionar

¿Qué necesidades de juego tienen los niños y niñas en un patio escolar que ahora mismo no están cubiertas? Conózcalas en este artículo.

Octubre 24, 2018

Son muchos los centros educativos que, por diferentes motivos, se plantean realizar mejoras en sus patios escolares. Una primera idea que surge con frecuencia es pintar juegos en el patio: es fácil encontrar ideas por la red.

Pintar es una solución asequible, barata y vistosa. Las dudas suelen ir encaminadas a resolver cuestiones técnicas como la preparación del pavimento o cuál es la pintura más adecuada para el exterior. Sin embargo, pasada la novedad inicial, al cabo del tiempo los niños no suelen jugar con rayuelas, tres en raya o twisters.

Para ellos sería quizá más divertido disponer de unas tizas de colores y poder dibujar aquello a lo que les apetezca jugar o, simplemente, pintarrajear el suelo. Las tizas son elementos sueltos que ofrecen multiplicidad de combinaciones de color, cambio de estado, mezcla con agua o arena, etc., permitiendo al niño jugar de manera creativa y experimentar texturas, causa-consecuencia y otras habilidades para la vida.

Así pues, ¿qué necesidades de juego tienen los niños y niñas en un patio escolar que ahora mismo no están cubiertas? Propongo aquí tres ejes pedagógicos para iniciar la reflexión sobre los cambios en un patio escolar:

EJE 1: Necesidad de movimiento y de reposo

Cuando la situación habitual dentro de un aula es que los niños estén sentados, los maestros suelen afirmar que los niños en el patio necesitan moverse. El niño tiene necesidad tanto de movimiento como de reposo, y en ambos espacios: el interior y el exterior. El mismo niño a veces quiere reposo y, otras, movimiento, los cuales deberían ser facilitados desde el espacio y la organización pensadas por los adultos.

Para facilitar el movimiento en un patio, es necesario que existan espacios para practicar deportes variados, con su material básico: cuerdas, redes, pelotas, aros, raquetas, etc. Pero, sobre todo, en el patio hay que pensar en el movimiento como juego libre, con normas esenciales y simples como no hacerse daño o guardar turnos, donde los niños puedan unirse o marcharse con espontaneidad; no tanto en el juego deportivo, sujeto a un reglamento y un fin competitivo.

Estos juegos pueden ser: aprender a hacer el pino en una pared, jugar al escondite, al pilla-pilla, a las cuatro esquinas, a la goma, a la comba, a hacer puntería, a transportar objetos (hojas, bellotas o arena), a trepar, a hacer equilibrio en un bordillo, a colgarse y hacer volteretas en una barra, patinar… Un patio con árboles, irregularidades en el terreno como caminos o pequeñas cuestas y elementos sueltos como los mencionados son las condiciones necesarias para este tipo de movimiento.

El niño también necesita reposo. Quiere estar sentado para estar tranquilo, entre juego y juego, para charlar con otros niños, para un juego tranquilo: manipular arena con diferentes cacharros, hacer pulseras, cambiar cromos, escuchar o contar una historia, jugar a un juego de mesa… Estos lugares tranquilos pueden facilitarse en un patio con bancos, mesas de picnic, pequeños auditorios, troncos, neumáticos, cabañas…

EJE 2: Necesidad de socialización y de soledad

Aunque en nuestra sociedad predomina el valor de la sociabilidad por encima de la soledad, los niños necesitan tanto de la relación con el otro como de su propia intimidad, en el patio y en los demás espacios escolares.

Así, en un patio escolar debería facilitarse la socialización con niños de distintas edades, culturas y géneros, además de procurarse la integración de todos los niños. Esto se puede lograr con una intervención discreta de los adultos y con propuestas de juegos variadas.

Aquí tienen especial interés los juegos en los que no hay un número limitado de jugadores, como pueden ser el escondite (con sus diferentes variantes), el balón prisionero, la comba, el paracaídas, etc.  Para los niños que sufren una soledad no buscada es además interesante la iniciativa del banco de la amistad.

Los niños a veces necesitan estar solos: porque están cansados, porque quieren llorar, porque se han enfadado, porque han perdido en un juego, porque un adulto les regañó… Se debe respetar esta necesidad de tiempo en soledad. Cualquiera de los espacios para el juego tranquilo descritos en el eje 1 podría servir.

EJE 3: Necesidad de seguridad y de riesgo

Los niños necesitan jugar en un entorno seguro y para ello existen las normativas para minimizar los accidentes graves, así como los protocolos de actuación. Es necesario que todo el personal de un centro sepa cómo actuar en caso de accidente y que el centro cuente con protocolos actualizados.

Dicho esto, los accidentes pueden ocurrir, porque forman parte de la vida. Y es en la percepción del riesgo por parte de los adultos donde hay que abrir la mente y pensar que un riesgo razonable forma parte de cualquier juego. Cuando un niño tiene un reto por delante, valora el riesgo y siente miedo o incerteza. El niño primero observará detenidamente a otros abordar ese reto.

Se fijará en los pasos, medirá sus fuerzas probando algún paso. Cuando haya practicado varias veces con ayuda, se armará de valor y se arriesgará a hacerlo solo. Los retos forman parte de la vida y es a través del juego como se aprende a gestionarlos, a evitarlos o a superarlos. Haciendo un juego de palabras, es mucho más arriesgado que el niño no aborde riesgos en la infancia, ya que los correrá en la adolescencia y serán mucho más peligrosos para él porque no estará preparado.

Existen muchos “patios helicóptero” en donde los adultos prohíben hasta hacer el pino o saltar a la cuerda. En un patio escolar tiene que haber riesgos y normas razonables que permitan que los niños realicen los juegos descritos en este artículo y otros más que quedaron en el tintero de los juegos divertidos.

 

Lea el contenido original en el blog de Práctica Reflexiva.

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Consultora en el ámbito de la educación. Miembro del equipo de apoyo de la PIPR.
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Gustavo González Palencia
Gran Maestro Premio Compartir 2008
ogré incentivar en niños y jóvenes el gusto por la música y la ejecución de instrumentos musicales.