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¿Cuándo llegarán los maestros que faltan?

No puede seguir pasando que los niños de las Instituciones públicas del país sigan padeciendo la indolencia de los lentos procedimientos.

Marzo 21, 2016

Pico y placa para estudiantes, plantones, denuncias por radio y televisión, derechos de petición, tutelas, cierre de vías; son la principales acciones que estudiantes y padres de familia de todo el país han tomado ante la falta de profesores. Al finalizar el primer periodo académico hay una gran cantidad de estudiantes que no han tenido ni una hora de clase y otra cantidad que han tenido solo un mínimo porcentaje de ellas.

Sin duda, este es un problema estructural de la escuela que afecta directamente la calidad de la educación, pero cuya solución no parece estar cerca, porque año tras año se presenta la misma situación sin que haya acciones reales para evitar que siga ocurriendo.

No se entiende cómo en un país que tiene entre sus metas mejorar la calidad de la educación, un número indeterminado, pero sin duda significativo de niños y jóvenes, pase 3, 4, 5, 6, 7, 8 y más semanas de clases sin profesor por cuenta de la burocracia administrativa y la desidia de los responsables de participar de una o de otra manera en el nombramiento de los maestros.

El Ministerio de Educación Nacional (MEN), las Secretarias de Educación y la Comisión Nacional del Servicio Civil se pasan la responsabilidad de unos a otros, mientras los salones de clase de muchos establecimientos educativos permanecen vacíos, esperando la designación de nuevos docentes para empezar las clases y cumplir con las demás tareas educativas en condiciones normales.

No tiene sentido que año tras año, y con mucha anterioridad a la finalización del año lectivo, las instituciones educativas deban presentar una proyección de los cursos que tendrán el siguiente año, si esta información no se usa precisamente para nombrar los maestros de forma oportuna; al parecer las proyecciones que ocupa largas jornadas de trabajo de directivos docentes son un culto a la bandera y un papel más que no tiene ninguna utilidad, más allá del diligenciamiento de un registro, porque siempre toca esperar hasta el nuevo año lectivo para definir el número de profesores que deben ser nombrados; esto, sin mencionar las estrictas relaciones técnicas que se han convertido en un suplicio para directivos y docentes en las que, generalmente y de manera lamentable, se concluye que exceden maestros con respecto al número de estudiantes, y en donde se confirma que prima la cantidad a costa del detrimento de la calidad.

Entre lo que demoran las aprobaciones del Ministerio, la lentitud y los amaños politiqueros de las Secretarias de Educación y los lentos procedimientos de la Comisión Nacional del Servicio Civil, pasa el tiempo y los estudiantes pierden clases.

El llamado a estas entidades es a ponerse la mano en el corazón, en el considere, o donde sea necesario para acabar definitivamente la demora en el nombramiento de los maestros, estableciendo unos protocolos o procedimientos que, de manera eficaz y eficiente, permitan que los docentes lleguen a las aulas cuando corresponde: al inicio del año lectivo. 

No tiene presentación que un país que quiere ubicarse en el selecto grupo de aquellos que tienen las mejores prácticas de gestión y ejecución de las políticas públicas, niños y jóvenes, pase tiempo indefinido sin profesores. Este es un asunto que no da espera. Hay que solucionarlo ya y de manera definitiva.

No puede seguir pasando que los niños de las Instituciones públicas del país, que son además los más pobres, sigan padeciendo la indolencia de los lentos procedimientos administrativos y de los manejos clientelistas que llevan a que deban estar largas temporadas sin clase, por no tener un profesor.                                                                             

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Gran Maestra – Premio Compartir (2015)
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Diego Fernando Barragán Giraldo
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Invitó a sus estudiantes a armar pieza por pieza un rompecabezas mental cuya imagen final dejaba ver la realidad del país.