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El arte de fingir felicidad

La felicidad artificial de las redes sociales genera ideas equivocadas en los adolescentes que conducen a comparaciones negativas y percepciones distorsionadas de la realidad.

Noviembre 6, 2015

Cuando cualquiera hace scroll down en una red social, se topa con miles de imágenes y posts relacionados con la felicidad y la perfección. Vacaciones soñadas, noches divertidas, amigos perfectos, noviazgos amorosos, niños sonrientes, familias afectuosas, cuerpos perfectos, belleza infinita. Sin embargo, poco nos hemos cuestionado sobre lo que se esconde detrás de esas imágenes de aparente perfección. ¿Es posible que realmente alguien tenga una vida tan ideal?

Los adolescentes hoy en día se encuentran expuestos a un sinnúmero de redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram, Tumblr, Snapchat, entre muchas otras que ya no logro recordar. El objetivo de estas redes es, acercarnos a seres queridos, mantener una red de contactos que puede ser beneficiosa y compartir fácilmente información de todo tipo con personas que son de nuestro interés. Sin embargo, en el caso de muchas de ellas, es posible que existan cientos de contactos de los que no se tiene idea de dónde vienen y que en realidad no se traten de amigos, sino de una audiencia más a la que solo hay que mostrarle lo mejor. Es entonces cuando ese deseo de gustar, impresionar y complacer se convierte en una angustia insana.

No es perjudicial chatear o compartir contacto con amigos, pero el problema es estar tan sumidos en lo que se dice y se publica, dejando de lado lo que en verdad pasa a nuestro alrededor.

Essena O’Neil, una modelo australiana de 18 años tomó la decisión de abandonar Instagram, eliminar 2.000 de sus fotos y dejar a un lado a sus 712.000 seguidores. En una confesión que ella publicó en su canal de Youtube, afirmó estar agobiada por una cultura que crea validación e inseguridad y dijo sentirse miserable a pesar de sus seguidores y de su exitosa carrera como modelo. Decidió eliminar sus cuentas de Tumblr y Snapchat y en Instagram, editó la descripción de muchas de sus fotos con lo que en verdad estaba pasando al momento de tomarlas. Evidentemente, la realidad de las fotos es más dura y menos estética que la belleza de la imagen en sí misma.

Las acciones de Essena son un llamado a vivir la realidad lejos de un teléfono móvil. No es perjudicial chatear o compartir contacto con amigos, pero el problema es estar tan sumidos en lo que se dice y se publica, dejando de lado lo que en verdad pasa a nuestro alrededor. Nuestros adolescentes cada vez están más sumergidos, e inclusive ahogados, en la ‘magia’ de las redes sociales y se dejan llevar por las apariencias. Un estudio realizado recientemente en el Reino Unido, encontró que los adolescentes que utilizan las redes sociales en la noche podrían estar comprometiendo su calidad de sueño y estar aumentado su riesgo de sufrir ansiedad y depresión[1].

Por supuesto, los resultados no sorprenden, ya que la comparación desmedida con la vida de otros desde la óptica de una pantalla no podría ser más dañina para la autoimagen de un adolescente, e inclusive de un adulto. Es importarte compartir, comunicarse y conectar, pero no centrar todas las manifestaciones de acontecimientos importantes por medio de un “post”. No porque algo no esté en una red social, no significa que sea positivo, real y feliz.

Por lo tanto, actos como los de Essena nos recuerdan todo lo que se esconde detrás de una felicidad artificial. Y por eso, es trabajo de los padres y docentes recordarles a nuestros estudiantes que no todo lo que es oro brilla. Y menos si está en una red social.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Comunicadora social y periodista
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Irma María Arévalo González
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