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Índice Global de Paz: una propuesta del Institute for Economics and Peace para Colombia

Un tanque de pensamiento que desarrolla a nivel mundial el Índice Global de Paz, con el fin de proporcionar una mayor comprensión de la conexión entre los negocios, la paz y la economía.

Junio 21, 2016

El año pasado conocimos la propuesta del Institute for Economics and Peace de crear un Índice Global de Paz aplicado al contexto Colombiano. Dicho Instituto creado en 2007 por Steve Killelea, es un tanque de pensamiento que desarrolla a nivel mundial el Índice Global de Paz, con el fin de proporcionar una mayor comprensión de la conexión entre los negocios, la paz y la economía, con un énfasis particular en los beneficios económicos de la paz. Con base en estadísticas oficiales de cada país, producen anualmente el Índice de Terrorismo Global, el Índice Global de Paz y el Índice de Paz Positiva.

El análisis parte de explicar cómo la violencia, el miedo que genera, y los recursos dedicados a su contención tienen un alto costo para el gobierno y para la sociedad civil. Uno de los principales objetivos de este tipo de estudios es trasladar la discusión tradicional enfocada en el crimen, las tasas de violencia y del conflicto armado, hacia una que profundice en sus causas, costos, efectos e implicaciones, como un punto de partida para una sociedad pacífica.

Un aspecto interesante para resaltar de esta metodología es la correlación existente entre entornos violentos y la carencia de recursos y oportunidades, factores relacionados con el problema de la desigualdad. Las personas al tener bajos niveles de ingreso, tienen dificultad para satisfacer sus necesidades diarias, afectando su salud, disminuyendo su capital humano e incrementando las posibilidades de vivir en comunidades violentas con conductas anti-sociales.

Por lo tanto, es necesario calcular los costos económicos de la violencia, y los beneficios generados por la transición hacia un entorno pacífico. Enfrentar estos problemas, muy característicos del Estado colombiano debe ser una prioridad de política pública nacional.

Dentro de este enfoque integral el índice de paz de Estados Unidos, puede servir de ejemplo para ilustrar cómo las variables culturales opacan las macroeconómicas para generar o no entornos pacíficos. A  pesar de la ausencia de conflicto interno en este país, con su alto índice de desarrollo económico, el grado de militarización de las políticas estatales tanto para temas internacionales como para enfrentar problemas internos, se ven reflejados en una opinión pública que es tolerante hacia el uso de la violencia para resolver conflictos, y en una elevada tasa de población carcelaria. Estos factores, sólo algunos de los que mide el GPI, hacen de Estados Unidos un país violento en comparación con otros de su mismo nivel de desarrollo.

Este caso sirve de ilustración para Colombia, donde la paz no puede ser entendida de una manera tan simple como la ausencia de conflicto armado interno. El gobierno y la ciudadanía debemos reflexionar sobre los beneficios de un país en proceso de transformación hacia una sociedad urbana y rural con menos desigualdades, que coexiste pacíficamente bajo una cultura de paz, y rechaza los métodos violentos para resolver conflictos. Implica entonces una transformación cultural en el país, que elimine las causas de un conflicto social que lleva más de un siglo.

A través de un enfoque multidimensional para diagnosticar el nivel de paz de una región o país específico, los componentes del GPI son una herramienta para impulsar en Colombia políticas públicas dirigidas a resolver los principales factores que afectan la institucionalidad y la coexistencia pacífica en el país, visibilizando los costos económicos asociados a la violencia en todas sus formas.

El resultado esperado es poder incidir en los tomadores de decisión y en la ciudadanía para que reflexionen desde un punto de vista diferente, cómo vamos en paz en Colombia.

El mayor reto de la sociedad colombiana con el proceso de paz de la Habana es asumir el postconflicto como una oportunidad para superar las causas y consecuencias de la violencia. La paz, un término que se ha popularizado durante los últimos años es mucho más que la firma de un pacto entre los actores en armas. Implica la transformación hacia una cultura de paz, de coexistencia pacífica que refleje valores ciudadanos como la tolerancia, la solidaridad, el respeto a la diversidad y el reconocimiento de la diferencia. Necesita de una ciudadanía que fortalezca los procesos democráticos del Estado e impulse agendas efectivas para la disminución de la desigualdad y la pobreza.

*Fundación Corona autoriza la publicación del artículo, publicado originalmente en La Silla Vacía.

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Jesús Samuel Orozco Tróchez
Gran Maestro Premio Compartir 2005
Senté las bases firmes para construir una nueva escuela rural donde antes solo había tierra árida y conocimientos perdidos.