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Las encuesta de sexualidad son válidas

Me preocupa que algunos crean que para enseñar y hablar de sexualidad hay que ir a prostíbulos o que para hablar de paz, toque golpear o matar a alguien para después hablar de perdón.

Septiembre 27, 2016

Ha sido bastante interesante el debate que ha generado la aplicación de la encuesta de comportamientos y actitudes sobre sexualidad en niñas, niños y adolescentes escolarizados’ en colegios públicos y privados del país. Y hablo de interesante por las “teorías” de defensores y contradictores, que más de preocuparse por los procesos formativos y la integridad de los niños, siempre sacan a relucir teoremas religiosos, preconceptos de moralidad y ética, falso liberalismo filosófico o simplemente el llamar la atención en redes sociales con ese don de sentirse moralmente mejores que el contradictor, sea para bien o mal. 

Estoy convencido que el problema de la encuesta no es el objetivo sino la misma encuesta, más cuando estas son simplemente un termómetro subjetivo de las realidades, intereses o pensamiento y son un lodo fangoso de la subjetividad. Si fuera por las encuestas este país sería el mejor vividero del mundo y nuestra educación la mejor.

Volviendo a la encuesta del Dane, en un país como Colombia, en el que muchos niños son víctimas de maltrato y abuso sexual,  en el que el despertar de la sexualidad se realiza a edades muy tempranas por diferentes factores, evidentemente es importante tener una línea de base con información técnica suficiente para poder fortalecer y proyectar de mejor forma los diferente programas y políticas públicas existentes para esto temas.

Es por esto que la encuesta, que espera aplicarse a más de 54 mil niños y adolescentes, entre los 11 y los 18 años, de Bogotá, Cali y Cartagena, fue elaborada en el año 2014 en articulación entre la Policía, Bienestar Familiar, el Ministerio de Salud, la Fundación Renacer y la Fiscalía

Pero una buena oportunidad de recolectar información sobre el tema tabú, se pierde en el error garrafal de caer en el lenguaje explícito y no muy pedagógico para este tipo de instrumentos. Creer que se forma o se “saca información” comportándose o hablando como un menor de edad no es la mejor estrategia de recibir respuestas reales y puede terminar siendo un ejercicio chistoso, morboso y curioso pero no muy objetivo.

Hace un par de semanas estuve en una institución educativa de Medellín y me llamó mucho la atención un profesor al que se le ocurrió llamar a sus estudiantes al restaurante escolar anunciándoles que había “jugo de guayaba con leche mipalo” generando la risotada de los muchachos y la sorpresa de los adultos ajenos al colegio que estábamos en el patio. De acuerdo a la teoría de los defensores de la encuesta esto estaría bien porque así hablan los niños y es una forma de ganárselos, pero estoy convencido que generaría choque si alguno de sus hijos (en caso de tenerlos) lo hacen en una reunión social donde participen.

Me preocupa que algunos crean que para enseñar y hablar de sexualidad hay que ir a prostíbulos o que para hablar de paz, toque golpear o matar a alguien para después hablar de perdón. Obviamente me estoy yendo al extremo y tengo claro que la encuesta no busca eso, ni las cartillas del MEN de hace un par de meses no querían buscar que más personas se matricularán en el movimiento gay, pero es clave que de verdad nos preocupemos por formar integralmente, que eduquemos desde el ejemplo, y sobre todo que prevengamos y evitemos que sigan violentando a nuestros niños.

Al final de cuentas mucha gente quiero el perdón total de unos guerrilleros que le dañaron la infancia a muchos niños.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Carlos Enrique Sánchez Santamaria
Gran Maestro Premio Compartir 2011
Con el apoyo de las tecnologías logré que los estudiantes convirtieran el pasado de exclusión que vivió éste municipio lazareto en un pretexto para investigar, conocer la historia y conectarnos con el mundo.