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Licenciaturas a certificación de alta calidad: otro gran reto para mejorar la educación del país

La nueva reforma del Ministerio de Educación que busca que los programas de licenciaturas se certifiquen en calidad busca mejorar la oferta formativa para docentes en el país.

Febrero 27, 2016

El plazo perentorio que el Ministerio de Educación le ha dado a los programas de licenciatura del país, para que en el primer semestre de 2016 presenten la documentación requerida para la acreditación de alta calidad; se configura como otra de las estrategias del estado para mejorar la calidad de la enseñanza que se imparte en los niveles de básica primaria y secundaria. En esta oportunidad, quiero compartir algunos aspectos que pueden jugar un papel trascendental en dichos procesos de acreditación.

Uno de los aspectos gruesos que sin duda va a tener este proceso, es la revisión de los componentes curriculares de los programas de licenciatura; la evidencia que se cuenta con unas asignaturas que tienen los componentes suficientes para la formación del maestro en  ejes esenciales como la cognición, la pedagogía, la didáctica, el campo disciplinar específico.

Un punto clave de la relación entre facultades o escuelas de educación y la mejora en la calidad del servicio lo constituye, sin duda, la importancia de garantizar rigurosidad académica en la formación de los futuros maestros. Un profesor que conoce y sabe el componente disciplinar del área que tiene a su cargo, es un profesor con muchas más posibilidades de crear, resignificar y ajustar nuevas estrategias pedagógicas que faciliten y mejoren los aprendizajes de sus alumnos. Por el contrario, un profesor que no tenga dominio disciplinar, fácilmente queda preso del libro de texto y convierte a éste, sino en el único, si en el principal material de su enseñanza, con las limitaciones que ya varios estudios han demostrado. 

Uno de los aspectos gruesos que sin duda va a tener este proceso, es la revisión de los componentes curriculares de los programas de licenciatura; la evidencia que se cuenta con unas asignaturas que tienen los componentes suficientes para la formación del maestro en  ejes esenciales como la cognición, la pedagogía, la didáctica, el campo disciplinar específico. Todo lo anterior en diálogo con lo que pasa en el aula, pues uno de los grandes fracasos de los maestros, es encontrar unas comunidades, unas instituciones y unas aulas que en nada se parecen a los que se imaginaban cuando estaban haciendo grandes disertaciones teóricas sobre la educación, en sus clases de la universidad. Con lo anterior, no se desconoce el valor de la teoría, hay que reconocer siempre el gran valor que tiene en la formación de un maestro, un amplio bagaje teórico; el punto aquí es la existencia o no de currículos conectados con la realidad a la que se va enfrentar el docente, currículos pertinentes cuyos contenidos temáticos no le provoquen al maestro una gran desilusión al descubrir, que lo que aprendió en la universidad, poco o nada tiene que ver con el contexto laboral en el cual se va a desempeñar.

No menos útil que el aspecto anterior y muy relacionado en éste, es la verificación que seguramente se hará del tiempo de dedicación y las condiciones para la realización de la práctica docente de los licenciados. Algunos programas de licenciatura, abanderando un enfoque hacia la investigación, menoscaban este ámbito de la formación, entre otras cosas, porque socialmente produce más estatus ser “investigador” que “profesor”. Sin embargo, no hay duda que es un gran reto de los procesos de acreditación, constatar que las licenciaturas tengan organizado, formalizado, reglamentado y en ejecución; un componente de práctica docente que haga honor a su nombre, y realmente lleve a los estudiantes al corazón de las instituciones como en las que posteriormente van a trabajar. Hoy es tan vigente como nunca la frase que la “práctica hace al maestro”, un futuro licenciado que no haya tenido la oportunidad de contrastar los debates teóricos, con la escuela de carne y hueso, puede ser un maestro que sale corriendo en su primera semana de labores, ante la intranquilidad y el ánimo retador y de cuestionamiento sistemático de los estudiantes de secundaria y la intranquilidad permanente y los gritos de los niños de primaria.

Lo importante y realmente valioso de estos procesos de acreditación, es que los comités curriculares, consejos de facultad y los consejos académicos de las universidades que ofrecen licenciaturas, se orienten por lo menos en dos acciones. La primera: repensar la manera como están formando a los futuros maestros y visionar estos procesos de acreditación de alta calidad como la gran oportunidad, para reforzar los equipos docentes e investigadores. La segunda: mejorar ostensiblemente la infraestructura y la dotación de sus instalaciones y de los lugares de práctica docente, el establecimiento de convenios necesarios y en términos generales, las mejoras de las condiciones para formar los maestros que los nuevos retos de la educación del país les están exigiendo. 

La acreditación en alta calidad de todos los programas de licenciatura en todo el país, no constituye una cosa menor, por el contrario, el resto es de grandes proporciones. Hay que felicitar al Ministerio de Educación por dar este paso, ojala también cumpla con su parte y acompañe a las universidades con la asesoría y con los recursos para que los procesos se cristalicen de la mejor manera posible, el tiempo y los resultados nos dirá qué tanto valió la pena el esfuerzo, pero de una cosa podemos estar seguros, tanto éste, como todos los esfuerzos que se hagan por mejorar la educación del país, son tan necesarios como valiosos.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Laura María Pineda
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