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Memoria y educación: desarrollo y devenir de nuestras instituciones

Un elemento que ayuda a dar una mirada a la memoria y a la educación diferente, para no quedarnos en intensiones y referentes esquizofrénicos de la frialdad y auto compasión del ser humano.

Mayo 10, 2016

La educación en Colombia se ha convertido hoy por hoy en un elemento que se puede relacionar más desde la memoria colectiva, entendiendo este concepto como una serie de presupuestos que nacen desde la rutina, la repetición y los hábitos de la cotidianeidad y no como una perspectiva que deberían promulgar dos tendencias; la primera, recordar y la segunda, olvidar.

Tal vez este último renglón para muchos colombianos no está claro, pues aún tenemos en nuestra cabeza que la memoria nos mantiene anclados en un presente, y puede generar un cambio a futuro. No es del todo erróneo pensarlo, pero también nos puede guiar hacia la generación de una perspectiva diferente que nos acerque al cambio inmediato, no solo futuro. Ve (VINYES, 2009, pág. 120)

Desde el pasado, la educación ha ocupado un lugar en donde la relativización es un arma clave, educación para todos, y con los mismos estándares, pero ¿cuáles son estándares?, ¿tal vez cumplir con algunos parámetros como lo es cubrir la demanda? O por otro lado ¿reducir los niveles de analfabetismo?

Todo esto se ha convertido en una herramienta  para excusar algunos procesos que podrían ser guiados con una mejor perspectiva y calidad; un espacio que por mucho tiempo se ha intentado encontrar en una fórmula que creemos que podemos encontrar en los libros y o en los estantes de las bibliotecas, para hacer de la educación un espacio común para todos los colombianos,  aún tenemos la falsa creencia que con el cumplimento de estos estándares podremos llevar a un país al desarrollo social, político, económico y cultura.

Lo anterior sin ánimo de juzgar o satanizar se podría decir que es uno de los grandes problemas de nuestra nación, cumplir metas cubrir la demanda o simplemente cumplir con estadísticas para ser un número más que se enmarca en estos parámetros globales. Que se caracterizan por trabajar en pro de la disminución de una brecha social a nivel de educación. Pero si prestamos atención, podemos darnos cuenta que se trabaja más por dar educación a todos los colombianos sin importar si es de calidad o no.

Tal vez  el primer frente se está cumpliendo, ¿pero ahora queremos hablar de desarrollo? Si es así, entonces es hora que comienza la resignificación sobre este tema, viene el reto más fuerte y que implica aspectos más de fondo,  poder generar espacios de calidad para los colombianos, generar estándares propicios para el buen uso del aula, trabajar en nuestros docentes en aspecto de innovación, de promoción, en el uso de la memoria, no para recordar, tal vez para olvidar y configurar nuevos espacios para la educación, espacios cargados de calidad en busca de la disminución de las brechas, de la inequidad lugares desde donde el colombiano se pueda reconocer e identificar como un sujeto social.

Es desde acá, la memoria, desde donde podemos trabajarla como una filial para establecer procesos más claros y puntuales para hacer de la educación un lugar común con niveles muy altos de calidad y que cuente con bases firmes para que entendamos realmente que es el desarrollo de una nación.

Tal vez somos un país muy memorístico pero desde el concepto histórico y tal vez hoy anacrónico y no desde el presente la memoria nos sirve para olvidar, y esto tal vez ha sido uno de los desconocimientos más grandes, hoy somos autómatas del pasado, y no pensamos que podemos dar inicio a procesos, hablar de un comienzo que nos lleven a crear estrategias que permitan trabajar en pro de una buena educación, educación de calidad permeada por buenos docentes capaces de generar en los estudiantes iniciativa, investigación y autocritica desde nuestros procesos innatos como seres humanos.

Debemos entonces olvidar que la educación  es solo responsabilidad de los entes gubernamentales, o de los docentes, o de la escuela o colegio, para esto es bueno la memoria desde nuestro concepto, la responsabilidad es de cada uno de nosotros quienes desde los procesos somos capaces de generar cambios y/o metodologías que nos lleven a consolidar procesos de excelencia educativa encaminados a pensar en un país en desarrollo, ya no desde lo industrial , o comercial lo debemos ver y entender desde el conocimiento, el conocimiento como un herramienta para entender nuestro presente.

La memoria y la educación deben ir de la mano no solo para hacer del pasado algo recalcitrante fenomenológico, también algo que nos inspire al cambio y a un nuevo devenir de nuestras instituciones tal y como lo hablan los grandes teóricos de la humanidad.

Bibliografía

VINYES, R. (2009). El estado y la memoria. Gobierno y ciudadanos frente a los traumas de la historia. Buenos Aires: Memoriä Democrätica.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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