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No es culpa del “youtuber”

Acerca del episodio con el youtuber Germán Garmendia en la Feria del Libro de Bogotá.

Abril 26, 2016

Lo más fácil es culpar a Germán, al Rubius y a toda esta gente que se gana millones por aparecer en Youtube contando su vida privada, promocionando toda clase de productos y dedicándole cinco minutos a su visión de temas tan trascendentales como la comida o los vecinos. También es fácil culpar a “esta juventud que cada vez está más desorientada y no hacen nada por coger un libro ni informarse, sino que se la pasan solamente pegados a su celular”, o culpar exclusivamente a los medios de comunicación, al gobierno, al sistema económico, o al diablo, sí, al diablo que anda haciendo de las suyas porque ya “las cosas no son como antes y cada vez estamos peor”.

Este episodio de la Feria del Libro es el vivo reflejo de la realidad de una academia que no se ha dado cuenta de que es precisamente esa idea de excluir la que le ha condenado al ostracismo.

Para empezar creo que estamos sobreactuándonos un poco con el tema: siempre ha existido esta clase de personajes por los cuales los jóvenes pierden la cabeza, estrellas fugaces que hablan su lenguaje y en parte encarnan todo aquello que los padres detestan y que los hace sentir libres, así que esto de nuevo no tiene nada salvo que estas figuras salen en Youtube y las otras salían en la televisión o en las revistas.

Este episodio de la Feria del Libro es el vivo reflejo de la realidad de una academia que no se ha dado cuenta de que es precisamente esa idea de excluir la que le ha condenado al ostracismo, esa concepción de que “esto no es para todo el mundo” y de rechazar de plano estos nuevos fenómenos a veces sin detenerse a analizarlos lo que les desconecta de la realidad y el arte termina generalmente en propiedad de una élite, una especie de logia, de secta que se cree dueña de la única verdad.

¿Han sido la escuela y la casa lugares para el cultivo de la literatura y las artes? ¿Han sido recintos de formación en ese aspecto espiritual tan importante como el artístico? Si lo vemos desde este punto de vista, creo que vamos perdiendo. La escuela restrictiva, impositiva y excluyente va perdiendo sintonía entre los jóvenes que no tienen una opción contra la cual contrastar esa realidad de sus pantallas y terminan por aceptarla como única; la mayoría de los padres tampoco aporta mucho porque, a su vez, han sido educados bajo el mismo concepto, de modo que escandalizarse por lo que prefieren los jóvenes cuando se les ha dejado de lado es lo más cómodo.

¿Hemos hecho algo como sociedad para darle a los jóvenes alternativas a esta realidad virtual? Creo que no. Desde el gobierno, pasando por los medios de comunicación hasta el ciudadano común que nunca visita una biblioteca ni compra un libro, olvidan tenderles puentes a los jóvenes, pero la culpa es de ellos por no leer Cien años de soledad.

¿Qué hacer frente a esto? Primero, aceptar que estos personajes son parte de una realidad, intentar censurarlos es contraproducente. En cambio usted, papá, profesor, puede empezar a mostrarle a los muchachos alternativas, sugerencias; léale a sus hijos pequeños, muéstreles la literatura para que a lo mejor se enamoren de ella y así el diálogo y la aceptación harán un mejor trabajo que la pantalla.

Así que al final el youtuber es el menos culpable.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Luis Fernando Burgos
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