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Vida docente y retos digitales

Si los docentes estamos listos para utilizar la tecnología de la información y la comunicación de manera propositiva, participativa y relevante en nuestras vidas, entonces ¿por qué  no podemos utilizarlas eficientemente en el aula?

Agosto 16, 2015

En el paro de educadores de hace un par de meses,  independientemente de sus resultados y de las motivaciones de la movilización, fue impresionantemente  y notable el uso de las redes sociales y de instrumentos tecnológicos en la comunicación, participación y el activismo docente.

Con frecuencia, se ubicaron lugares de encuentro, fechas y horarios de movilizaciones, así como,  memes (casi inmediatos) respecto a las comunicaciones de los representantes del ministerio de Educación y/o de las directivas de FECODE.  Permanentemente se presentaron opiniones a favor y en contra de  los sucesos, los cubrimientos en internet fueron más extensos y con mayor detalle que en noticieros o programas de opinión de radio y televisión, esto claro,  sin dejar de lado  la impresionante creatividad en el proceso de participación, la cual fue bastante amplia; incluso después de culminadas las movilizaciones y de realizado el acuerdo entre las partes, este tipo de redes de comunicación y participación no dejaron de ser  espacio de polémica, opinión y desahogo del gremio de educadores, de sus detractores y seguidores.

Si los docentes estamos listos para utilizar la tecnología de la información y la comunicación de manera propositiva, participativa y relevante en nuestras vidas, entonces ¿por qué  no podemos utilizarlas eficientemente en el aula?

Esta enorme dinámica en las redes sociales, páginas y videos entre otros, demostró la gran apropiación que los docentes tienen en el uso de las tecnologías y su aplicación en la participación, en este caso de tipo político.

Esta apropiación tecnológica, es denominada por Dolors Reig  como  ‘las Tecnologías del Empoderamiento y la Participación’ (TEP), las cuales están relacionadas, no solo con el uso de las tecnologías, (TIC) sino con el aporte  de los individuos a los entornos virtuales mediante su participación  y el  reconocimiento que el mismo adquiere mediante estas;  lo que implica una transformación en las formas de apreciar la tecnología y las dinámicas con el sujeto que las utiliza, ya que este empieza a ver el potencial del uso racional, e intencionado de las tecnologías.

De acuerdo con lo anterior, parece que los docentes hemos demostrado suficiencia en el uso, conocimiento y apropiación de estas tecnologías, ejemplos como el mencionado demuestra el conocimiento de las TIC, en cuanto a su uso contextual y participativo, entonces surgen los siguientes interrogantes: ¿si realmente hemos conseguido utilizar las tecnologías de la información para el empoderamiento y la participación, identificándolas, usándolas y  empoderándonos de ellas, ¿por qué aún no las utilizamos con éxito en las aulas de clase y con nuestros estudiantes?  ¿Qué es lo que no nos permite utilizar el impresionante potencial de estas tecnologías en el aula de clase?

Pueden enumerarse diversas respuestas para estas preguntas, no obstante, quisiera llevar la reflexión, a la revisión del conocimiento pedagógico del docente articulado con estas tecnologías;  los docentes no fuimos formados pedagógicamente, para incluir en el aula innovaciones de esta magnitud. Es cierto que muchas herramientas indican las formas didácticas en las que pueden ser utilizadas, y muchos maestros utilizan algunas de estas actividades en sus clases, sin embargo,  falta un plan estructurado que le permita al docente concebir su clase con la ayuda de estas herramientas de manera articulada y no como una agrupación de actividades ocasionales, es importante iniciar el pensamiento pedagógico entorno a estas tecnologías. Para que  no terminemos, como en muchos de los aspectos que criticamos de nuestros estudiantes, aplicando exitosamente nuestro conocimiento fuera del aula, pero generando un corto circuito cuando intentamos articularlas con los objetivos pedagógicos y nuestras propias perspectivas académicas.

Claro que  esta racionalidad pedagógica implica encontrar un espacio de planeación que desafíe nuestro conocimiento mas allá del uso instrumental de las tecnologías y el desarrollo de habilidades de selección de las más apropiadas con respecto a los objetivos de enseñanza – aprendizaje,  incluso nos lleva a definir una estructura pedagógica para estos proceso pero realmente los profesionales de la pedagogía somos los docentes.

Los invitados a pensar y realizar estos cambios somos nosotros los maestros  quienes podemos abordar los desafíos de inclusión de estas innovaciones tecnológicas no solo como espacios pasajeros sino como ejes transversales en nuestro quehacer, asuntos que deben ser interiorizados para nuestros objetivos académicos con las bondades y dificultades que representaron, en su momento, el trabajo por objetivos, la escuela nueva etc.

Así, debemos prepararnos, no solo, con un curso de actualización, sino empezar a planear con el objetivo de la participación y la transformación de los individuos del aula. Todo lo anterior con la conciencia de que ya no somos los únicos agentes transformadores del ambiente escolar, sino que se abren a nuestras posibilidades de participación las del estudiante, quien también está invitado a empoderarse transformarse y construir.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Docente de educación media en el IED Gabriel Betancourt Mejía
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Irma María Arévalo González
Gran Maestro Premio Compartir 2002
Ofrezco a cada uno de los alumnos un lápiz mágico y los invito a escribir su propia historia enmarcada en los cuentos y leyendas de su cultura indígena.