Usted está aquí

Álvaro Medina: Evaluar la educación artística en la escuela

Una reflexión del historiador del arte que busca ayudar a los maestros de Artes a revitalizar y ampliar el panorama de su práctica pedagógica.

Febrero 7, 2016

Creatividad Cultural

Buenas tardes. Vamos a hablar de evaluación, pero antes quiero hacer una consideración general  sobre la enseñanza de las artes y lo que éstas significan desde un punto de vista distinto. En lugar de hablar de las artes propiamente dichas, hablemos más bien de creatividad cultural. Con esto me refiero, de las artes más recientes a las más antiguas (y espero no olvidar ninguna): al video, la realización del video, el cine, la fotografía; a partir de allí ya se diluyen en cosas que comenzaron hace milenios, pero digamos: la música, el teatro, la combinación de música y teatro, que podría ser la comedia musical (que es un fenómeno del siglo XX), la ópera, la opereta.

Pensemos luego en la literatura y por último lo que realmente nosotros manejamos, que sería pintura, escultura, grabado, dibujo y arquitectura. Esa es la creatividad cultural del hombre, lo que queda después de morirnos; ahí sigue y la pretensión que yo les quiero comunicar es la siguiente: como empresa humana, la creatividad cultural es una de las actividades que más encanta al hombre. Creo que todos hemos experimentado eso cuando alguna persona se nos aproxima y nos dice que somos artistas o dice algo como “tú eres historiador del arte,  tú sabes de eso”. A todo el mundo le gusta la literatura, el arte, la música, etc.

Al mismo tiempo, piensen ustedes, es una de las actividades más despreciadas. Cuando un hijo le dice al papá: “yo quiero estudiar artes”, el papá normalmente responde: “mejor dicho, te vas a morir de hambre”. ¿Sí o no? Sin embargo, lo que quiero señalar en este sentido, es que ninguna otra empresa humana es más perdurable ni produce más dinero. Óiganlo bien: ninguna empresa humana es más productiva que esta. Produce más que un banco, produce más que cualquier otra empresa industrial o comercial que haya existido, y les voy a explicar por qué. Tomemos un par de ejemplos sencillos: el arte egipcio antiguo y el arte griego antiguo. Pues bien, a Egipto y a Grecia les siguen produciendo dinero, y no sólo a unas cuantas personas, sino a muchísima gente. ¿A través de qué? De todo lo que ustedes se imaginen.

Comencemos, por ejemplo, por el turismo. ¿La gente va a Egipto y a Grecia a ver qué? A ver precisamente esos monumentos que dejaron los maestros de la época. Imagínense ustedes la cadena de gente que gana dinero con eso: los de los hoteles, los transportadores (que pueden ser las empresas aéreas, pero también las empresas de buses que transportan turistas dentro del eje común de la ciudad), los restaurantes a los que llegan esos turistas por hordas, los que imprimen folletos y catálogos. También los libros relacionados con todo ese mundo extraordinario, porque uno va y mira y queda admirado y se quiere llevar como un trocito de eso para su casa, comprando un libro que puede ser modesto o de gran formato. Hay videos y hay películas y hay de todo en función de eso. Así pues, no hay nada que produzca más ingresos que el arte griego antiguo. La gente además entra a los museos y paga la entrada y va a los sitios arqueológicos y paga también la entrada. Quiero que piensen las artes en estos términos.

Otro ejemplo por fuera de las artes plásticas podría ser la música. Pensemos en Bach: es un compositor barroco del siglo XVII, pero hay mucha gente que sigue ganando dinero con él: el músico que lo interpreta, la orquesta, el que hace las grabaciones, la fábrica de discos, el distribuidor, el almacén que los vende y hoy en día las transnacionales de internet que distribuyen música a través de la red. Hay gente que sigue ganando dinero con Bach incluso hoy en día. Si estamos hablando de conciertos, y lo mismo se lo podemos aplicar al teatro, entonces se hace el concierto y gana dinero el que vende las boletas, el que controla la entrada e incluso el barrendero de la sala.

No nos digamos mentiras y levantemos la cabeza con mucho orgullo para decir “sí, efectivamente, no hay empresa más productiva que la de la cultura”. Ninguna otra va a seguir dando tanto dinero como la cultura. Ya veremos (o quizás no lo veremos porque quiero poner una distancia bien grande) dentro de cien años, las hordas de turistas yendo a Aracataca para ir a conocer la casa donde nació Gabriel García Márquez. Quienes se van a beneficiar entonces con esto serán quienes vivan en Aracataca en ese momento: venderán el sándwich  o la hamburguesa o el tamal o el que sé yo, y seguirá dando dinero. Claro que si hablamos de literatura, porque ya la mencioné, entonces habría que pensar también en los impresores de los libros, los editores, los traductores, y eso es una cadena infinita.

Teniendo en cuenta esto y sabiendo que estamos entre educadores, les quiero hacer una recomendación y es que como profesores de arte (teniendo en cuenta que ustedes tienen un programa y son muchas clases a lo largo de los dos semestres que son el año escolar) ensayen en algún momento a compartir con sus estudiantes una mínima noción de historia del arte. Les sugiero, por ejemplo, aunque la elección por supuesto queda al gusto de cada profesor, que traten de mostrarles el alto Renacimiento italiano: lleven unos cuantos ejemplos de las grandes obras de este periodo, traten de entenderlas, de comprender qué es lo que está en juego, y hagan luego el contraste por ejemplo con el Impresionismo.

No se trata entonces de una historia lineal para enseñar todo. No. Se trata simplemente de ir dando saltos. “Miren, por ejemplo, hace quinientos años más o menos este era el arte que se hacía. Cuatrocientos años después en Francia hubo un movimiento que se llamó el Impresionismo, que hace esto otro que es distinto. Veinte años después, aparece un movimiento que se llama el Cubismo y éste plantea un lenguaje artístico que es de otro tipo”. Se trata entonces de comenzar a entender que, según las épocas, los lenguajes artísticos van cambiando y que además la cultura humana está en evolución permanente. ¿Qué tal que nosotros todavía estuviéramos en la Edad Media andando en un coche tirado por caballos y que en las ciudades entrara la peste y arrasara con la mitad de los habitantes? Por fortuna no es así. Si la sociedad evoluciona, la cultura evoluciona y los lenguajes artísticos también evolucionan. Esta es simplemente la introducción para llenarlos de entusiasmo.

Material original.

Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Escrito por
Alianza
Promedio: 4.5 (2 votos)
Estadísticas: .
Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.