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Pedagogía de la tierra y cultura de la sustentabilidad

Se necesita con urgencia un nuevo paradigma que tenga como fundamento la Tierra.

Marzo 2, 2016

Por primera vez en la historia de la humanidad, no por efecto de armas nucleares, pero por el descontrol de la producción, podemos destruir toda la vida del planeta. Es esa una posibilidad que podemos llamar la era de la exterminación. Pasamos del modo de producción al modo de la destrucción; tendremos que vivir de ahora en adelante enfrentando el permanente desafío de reconstruir el planeta.

Tenemos quizás un poco más de 50 años para decidir si deseamos o no destruir el planeta. Los paradigmas clásicos que orientaron hasta ahora la producción y la reproducción de la existencia en el planeta pusieron en riesgo no solamente la vida del ser humano, sino todas las formas de vida existentes en la Tierra. Las alertas se han dado durante varias décadas por científicos y filósofos desde los años ‘60. Necesitamos de un nuevo paradigma que tenga como fundamento la Tierra.

Por otra parte, vivimos en una era de la información próspera en tiempo real, dela globalización de la economía – pero para pocos – de la realidad virtual, de la Internet, de la eliminación de fronteras entre naciones, de educación a distancia, de oficinas virtuales, de robótica y de sistemas de producción automatizados y del entretenimiento. Vivimos el ciberespacio de la formación continuada. Las nuevas tecnologías de información y de comunicación marcaron todo el siglo XX. Marx sostenía que el cambio en los medios de producción transformaba el modo y las relaciones de producción.

Eso mismo sucedió con la invención de la escritura, del alfabeto, de la prensa, de la televisión y hoy está sucediendo con la Internet. El desarrollo espectacular de la información, ya sea en lo que dice respecto a las fuentes, ya sea la capacidad de difusión, está generando una verdadera revolución que afecta no solamente la producción y el trabajo, pero principalmente la educación y la formación.

El escenario está dado: globalización provocada por el avance de la revolución tecnológica, caracterizada por la internacionalización de la producción y por la expansión de los flujos financieros; regionalización caracterizada por la formación de bloques económicos; fragmentación que divide globalizadores y globalizados, centro y periferia, los que mueren de hambre y los que mueren por el excesivo consumo de alimentos, rivalidades regionales, enfrentamientos políticos, étnicos y confesionales, terrorismo.

El término “sustentabilidad” puede no ser muy apropiado para lo que pretendemos exponer a continuación, que es darle a ese concepto un nuevo significado. De hecho, es un término “sustentable” que asociado al desarrollo, sufrió un gran desgaste. Mientras para algunos es solamente un rótulo, para otros se tornó la propia expresión del absurdo lógico: desarrollo y sustentabilidad serian lógicamente incompatibles.

Para nosotros es más que un calificativo del desarrollo. Va más allá de la preservación de los recursos naturales y de la viabilidad de un desarrollo sin agresión al medio ambiente. Implica un equilibrio del ser humano con él mismo y con el planeta, más aún, con el universo. La sustentabilidad que defendemos se refiere al propio sentido de lo que somos, de dónde venimos y para donde vamos, como seres del sentido y donantes de sentido de todo lo que nos rodea.

Ese tema deberá dominar los debates educativos de las próximas décadas. ¿Qué estamos estudiando en las escuelas? ¿No estaremos construyendo una ciencia y una cultura que sirven para la degradación del planeta y de los seres humanos? La categoría de sustentabilidad debe ser asociada a la de planetariedad. La Tierra como un nuevo paradigma. Complejidad, universalidad, y la transdisciplinable aparecen como categorías asociadas al tema de planetariedad.

¿Qué implicaciones tiene esa visión del mundo sobre la educación? El tema nos transporta a una ciudadanía planetaria, a una civilización planetaria, una conciencia planetaria. Una cultura de la sustentabilidad es también, por tanto, una cultura de planetariedad, o sea, una cultura que parte del principio de que la Tierra es constituida por una sola comunidad de seres humanos, los terráqueos, y que son ciudadanos de una única nación.

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Rubén Darío Cárdenas
Gran Rector Premio Compartir 2016
Concibo al maestro como la encarnación del modelo de ser humano de una sociedad mejor. Él encarna todos los valores que quisiera ver reflejados en una mejor sociedad.