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Luis Javier Hurtado, transformador de la convivencia escolar en el Manuelita Sáenz

Formado como artesano, este orientador educativo explica que su labor es ‘tejer’ las relaciones entre estudiantes, maestros y padres de familia en busca de su bienestar emocional.

Agosto 14, 2017

Desde que era un niño, Luis Javier descubrió que las relaciones entre seres humanos y entre comunidades se construyen de manera muy similar al tejido en lana que hacía en la microempresa de su familia, al mismo tiempo que fortalecía los vínculos con sus papás y sus hermanos.

“Ser artesano me ha permitido entender las relaciones humanas. En la educación y la pedagogía todo tiene que ver con ese ejercicio de crear y entrelazar vínculos, en este caso, en beneficio de niñas y niños, familias y docentes que acompañamos desde la orientación escolar”, explica.

Así lo ha puesto en práctica este licenciado en psicología y pedagogía desde que ingresó a la educación pública de Bogotá hace seis años, con la convicción de que desde su labor tiene mucho que aportar para la transformación de las realidades de los estudiantes, así como de sus familias.

En el colegio Manuelita Sáenz, cada día de trabajo es para él una oportunidad para aprender, contribuir y tejer vínculos, mientras trabaja temas como el mejoramiento de la convivencia escolar, la atención de casos de estudiantes, el acompañamiento a las familias, la orientación vocacional de los jóvenes y el bienestar de los docentes, entre otros.

Pero cuando habla de tejer no se refiere solamente al sentido figurado de esta metáfora. De hecho, es un ejercicio literal, pues hoy en día elabora mochilas, mandalas y ‘Ojos de Dios’; estos últimos, especialmente, en un trabajo que realiza junto a las familias de sus estudiantes.

“Empleo el tejido con los padres para que piensen cómo se entrelazan las relaciones en el hogar. Con los ‘Ojos de Dios’ hacemos una tarea y es pensar que cada uno de esos palitos que soportan la lana es uno de los miembros de la familia, y el resultado solo se puede configurar cuando hay lazos que los unen a todos”, explica.

Esta es una de las actividades que ha desarrollado en el taller de familias que, cada 15 días, se convirtió en un espacio de diálogo y formación para las madres y los padres de esta comunidad educativa de la localidad de San Cristóbal.

Hilar más allá de la escuela

Además de trabajar en esta institución educativa, Luis Javier es representante de sus colegas en escenarios como la Mesa Local y Distrital de Orientadores Escolares y el Comité Distrital de Convivencia Escolar, pues este tejido, que crece y crece, se extiende más allá de los límites de la escuela.

Según explica, “hay un punto en que los docentes debemos traspasar las paredes del colegio, porque se requiere de otros actores que están en el territorio, como los padres, las organizaciones sociales y las demás entidades, para unir esfuerzos y generar los cambios que se necesitan”.

A nivel local, en la instancia de participación que reúne a sus compañeros de otras instituciones educativas, ha encontrado la posibilidad de tener un diálogo cercano, compartir problemáticas cotidianas y plantear soluciones conjuntas para abordar las situaciones que se presentan en el día a día de la escuela.

Su liderazgo en esta mesa lo ha llevado participar en otras instancias en el ámbito Distrital, lo que le ha permitido “seguir de cerca los procesos que se llevan a cabo por parte de otras instituciones, tener mayores conocimientos, identificar las rutas de atención y saber cómo establecer un diálogo con estos otros actores”, explica.

Aunque asistir a estos encuentros demanda tiempo, dedicación y compromiso, es un trabajo que Luis Javier hace con gusto. “Cada una de estas instancias es una escuela, una oportunidad para aprender de los compañeros del sector de la educación y de los funcionarios de otras entidades. Es también tejer conocimiento alrededor de las prácticas que pueden beneficiar a nuestros niños”, indica.

De esta forma, su trabajo fuera de la institución educativa también ha impactado positivamente en la comunidad educativa, pues le ha permitido forjar redes de apoyo para la atención de los casos que se presentan en el colegio. En sus palabras, “la gestión que se lleva a cabo a nivel local y Distrital cambia lo que sucede en el colegio en la medida en que se construyen alianzas para fortalecer los procesos internos”.

Una comunidad de agentes de cambio

La oficina de este orientador escolar es un lugar de puertas abiertas para los estudiantes del colegio Manuelita Sáenz. Allí acuden los estudiantes de primaria para ser escuchados y Luis Javier, siempre dispuesto, les presta atención desde la preocupación más pequeña hasta la más complicada.

Tiene claro que su labor y la de sus compañeros es fundamental para promover cambios en la institución y en las familias, que generen mayor bienestar a las niñas y los niños. Y sabe también que para que su trabajo sea cada día mejor y tenga más impacto, debe escuchar y aprender de sus colegas de la localidad y la ciudad.

En sus palabras, los orientadores “deben brindar una mirada global de lo que pasa en las comunidades educativas y un acompañamiento para que estas sean más armónicas y propendan por el desarrollo integral de cada uno de sus integrantes. Luego, en las redes de orientadores, promover un diálogo potente y necesario para entender y visibilizar estas realidades”.

Por eso, Luis Javier invita a los orientadores escolares de los colegios oficiales y privados de Bogotá a participar en el Congreso de Orientación y Asesoría Escolar 2017, que se llevará a cabo los próximos 30 y 31 de agosto, en las instalaciones de la Plaza de los Artesanos.

“Este es un espacio de diálogo, revisión y comprensión de la política educativa que nos fortalece como comunidad de orientadores”, concluye, no sin antes mencionar que es, además, una oportunidad para conocer las experiencias significativas que se llevan a cabo en distintas localidades de Bogotá y que aportan al mejoramiento de la convivencia escolar en las comunidades educativas.

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Comunicador social y periodista.
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Hoguer Alfredo Cruz Bueno
Gran Maestro Premio Compartir 2009
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.