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Tierra, saberes y vida: así es la escuela en la Bogotá Rural

El colegio rural Pasquilla celebra 28 años. A propósito de esta celebración, conozca el proyecto con el promueve el cuidado del ambiente y la preservación de los saberes rurales.

Febrero 26, 2018

El aire fresco, los pastizales en verdes de diferentes tonalidades, el embalse La Regadera y la niebla que baja por la montaña son los acompañantes en el recorrido que todos los días hacen Sergio Ramírez y Yuliana Díaz desde la casa hasta su colegio, ubicado en la zona rural de Ciudad Bolívar.

Él viene desde Cascavita, a dos kilómetros, donde su familia tiene una parcela en la que las vacas, las gallinas y la siembra de papas son el sustento de cada día. Ella vive en Santa Bárbara, a pocos pasos del kilómetro 12 vía San Juan de Sumapaz, que es donde está ubicada la sede B del colegio rural Pasquilla, un lugar al que se llega cerca de 45 minutos después de dejar la avenida Boyacá y empezar el recorrido sobre la montaña.

Al llegar al colegio, hacia las 6:30 de la mañana, se encuentran un grupo de 50 estudiantes con realidades diversas: Sergio y Yuliana, así como otros compañeros que habitan en la zona, con las niñas y los niños que llegan en ruta hasta esta vereda provenientes de diferentes barrios de la localidad 19 de Bogotá.

Es jueves, y como sucede cada vez que cae este día de la semana, los estudiantes que normalmente se encuentran divididos en dos salones multigrados –uno para niñas y niños de grado 0º a 2º y el otro de 3 a 5º-, se juntan para cambiar las clases de matemáticas y español por un día de aprendizajes dedicado a la naturaleza y a la preservación de ese maravilloso entorno, que muy pocos tienen el privilegio de conocer y disfrutar.

Para este día, las actividades de reciclaje y reutilización, tan importantes en zonas rurales en las que la cobertura del servicio de recolección de basura es limitada, están enfocadas en elaborar unos moños decorativos para la gran celebración del cumpleaños del colegio Pasquilla, que este 23 de febrero conmemora 28 años ofreciendo educación de calidad en el sector, con énfasis en investigación agropecuaria e industrial.

Intercambio de saberes desde lo rural

La dinámica escolar de cada jueves cambia gracias al proyecto ‘Permacultura’, que desde hace cinco años implementan los maestros Martha Neusa, Luz Marina Beltrán y William Roldán, con el objetivo de “rescatar el valor de la ruralidad y promover procesos de aprendizaje sin contaminar el ambiente, reutilizando los residuos que se generan en el colegio para darles una nueva vida y proteger el entorno que nos rodea”.

Junto a estos maestros, los estudiantes realizan diferentes actividades que ponen a prueba sus saberes para crear, investigar, compartir y aprender. Elaboran tejidos, pinturas ecológicas, sombreros, canastos y bolsas. También participan en la creación de una huerta, en la que, por ejemplo, utilizan como materas los recipientes en los que reciben el servicio de alimentación escolar del Distrito.

Sergio, que habla con propiedad del uso de la aguja punta roma para los tejidos en láminas de camba y de cómo reutilizan el periódico para hacer rollos y sombreros, cuenta que todo este proyecto se hace con apoyo de los padres de familia y a través de una estrategia de ‘discípulos’, en la que los de grados mayores, como él, apadrinan a los más pequeños de la institución educativa en cada una de estas actividades.

Eso sí, según los niños del salón, la experta a la hora de montar la huerta fue Yuliana, quien detrás de una gran sonrisa, los suaves rasgos de su cara y su cabello trenzado de color castaño, esconde todos los conocimientos sobre el campo que ha aprendido junto a su familia. “Yo les enseñé a arreglar la tierra y a hacer los surcos para que pudiéramos sembrar”, dice la estudiante de 11 años, que sueña con convertirse en veterinaria cuando sea grande.

Para el profe William, lo más emocionante de ser maestro en la ruralidad, además de este paisaje cargado de paz y tranquilidad, es que “hay un gran intercambio de saberes; incluso para los maestros que no conocemos del campo. Los niños cuyas familias viven en parcelas nos enseñan las técnicas, las plantas que se dan en la zona, cómo sembrarlas. Es increíble aprender de ellos y que sus compañeros de la ciudad también tengan esa oportunidad”.

Así, mientras algunos estudiantes dominan la ciencia de ordeñar vacas, tarea en la que ocasionalmente ayudan a sus familias, otros son expertos en el uso de internet y otras tecnologías, y “en este colegio todos los conocimientos se comparten”, como asegura Rusvel, quien viene desde el barrio San Joaquín, y a sus compañeros les comparte videos de YouTube sobre la siembra y el cuidado de los animales.

Por una Bogotá rural educadora

Independientemente del lugar en donde viven, en la sede B del colegio Pasquilla donde la ruana, el impermeable y las botas pantaneras forman parte del uniforme diario, el entorno rural es el mejor salón de clases. Cada especie de fauna y flora es una lección por aprender, así como el recorrido hasta el embalse La Regadera ofrece un sinfín de conocimientos.

Allí, además, estudiantes, maestros y visitantes se dejan cautivar por la belleza y los conocimientos que ofrece esta riqueza natural. “Nunca había venido por acá y cuando lo hice por primera vez fue una sorpresa. Quedé enamorado de esta Bogotá, que está tan cerca”, resalta con emoción el maestro.

En la Bogotá verde y campesina hay 26 escuelas oficiales en donde 12.698 niñas, niños y jóvenes (a corte de 2017) viven, siembran y aprenden. Para reconocer su diversidad e integrarlas a la gran apuesta de convertir a la capital en una ciudad educadora, el gobierno del alcalde Enrique Peñalosa avanza en la construcción participativa de la Política Educativa Rural del Distrito.

En esta misma dirección trabajan los maestros del colegio Pasquilla, quienes tienen “el reto de rescatar el valor de la ruralidad y que al mismo tiempo nuestros estudiantes tengan las mismas oportunidades de la zona urbana”, explica el docente William Roldán. Para lograrlo, entre otras acciones, acerca la tecnología al proyecto ‘Permacultura’, a través de temas de robótica y de energía solar y renovable.

Además, en esta institución educativa está próxima a inaugurarse la segunda biblioteca público-escolar de la ruralidad bogotana con la que, en el marco del Plan Distrital de Lectura y Escritura ‘Leer es Volar’, se busca garantizar igualdad de oportunidades en el disfrute y acceso a la lectura, la escritura y el conocimiento.

Con el dedicado trabajo de maestros como William, Luz Marina, Martha y todo el equipo de docentes, junto a estas acciones de la Administración Distrital, el colegio rural Pasquilla recibe su aniversario número 28, una celebración que es engalanada con la cartelera ecológica que durante varias semanas prepararon los 50 estudiantes de la sede B para demostrar las obras de arte que es posible crear cuando se cuida el ambiente.

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Luis Fernando Burgos
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